Detienen a 24 personas en Lisboa por revender entradas de U2 a 1.000 euros

La banda irlandesa conquista a 20.000 fans portugueses antes de desembarcar en Madrid los días 20 y 21 de septiembre

Una imagen del concierto de U2 en Lisboa EFE
Francisco Chacón

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La nueva gira europea de U2 se estrena en Lisboa, justo antes de su desembarco en Madrid los días 20 y 21 de septiembre. Noches de domingo y lunes en el Altice Arena, el mismo recinto que albergó el Festival de Eurovisión. 20.000 almas en comunión rockera.

Los dos conciertos, agotados, dispararon una reventa estratosférica : de 1.000 euros en adelante. Y fueron 24 las personas detenidas por dedicarse a este tipo de especulación, con un beneficio del 900%.

El show se abonó a la espectacularidad y al intimismo en fases sucesivas, incluidos los mensajes políticos y sociales que tanto gustan a Bono , un líder cada vez más panfletario desde que trató de tú a tú a la élite de Davos.

La apelación a Charles Chaplin en « El gran dictador » abrió la velada, con una de las frases preferidas por el cantante irlandés: «Luchen por un nuevo mundo». Imágenes de la Europa bombardeada, del Portugal donde se gestó el golpe de Estado militar de 1926, que dio paso a la dictadura más larga de todo el continente.

Con un sonido no suficientemente ajustado en el pabellón, «Black out» y «Lights of home» rentabilizaron su más reciente álbum, a pesar de que dista mucho de sus obras maestras del pasado.

«City of blinding lights» se acomodaba al perfil de la capital portuguesa, donde hacía ocho años que no se dejaban ver, en la antesala de llevar al éxtasis a sus seguidores invocando los momentos más mágicos de su historia: de aquel incipiente «I will follow» a clásicos como «New year’s day» o «One».

Tampoco faltaron «Beautiful day» ni la esperada incursión acústica, e incluso atmosférica: «You are the best thing about me», «Iris», «The ocean»… Un Bono recuperado de sus problemas en las cuerdas vocales, un Bono tan carismático como siempre , un Bono seguro de sí mismo, un Bono incansable a sus 58 años, un Bono teatral por momentos.

«Even better than the real thing», «Vertigo», «Elevation» y, ¡zas!, una sorpresa: la recuperación de « Acrobat », una de las piezas tal vez más escondidas de su álbum cumbre, «Achtung baby».

Pero quizás el instante estelar, que más levantó el entusiasmo de la muchedumbre, fue «Sunday bloody sunday», uno de sus himnos imperecederos.

También «Pride (in the name of love)» hizo gritar de júbilo a los asistentes, todo lo contrario que la más bien sosa «Summer of love», del flamante (y poco inspirado) último disco.

La noche transcurrió por la senda de la autocomplacencia, uno de los recursos favoritos de estos U2 cada vez más dispersos, aunque indudables maestros en el dominio de las artes escénicas de masas.

La noche anterior, la del sábado 15 de septiembre, The Edge y Adam Clayton habían sido vistos cenando en el restaurante Feitoria, una de las exquisitas apuestas en la zona de Belém, aunque eligieron para alojarse el lujoso Four Seasons Ritz, ubicado en el céntrico Parque Eduardo VII.

Su leyenda es tan grande que ni siquiera les hace falta seguir componiendo discos tan espectaculares como los de sus inicios para llenar estadios o, como en el caso de su nueva gira, recintos cerrados de considerables dimensiones.

A su legión de fans no le importa en absoluto que sus últimas grabaciones sean infinitamente más mediocres que las de los innumerables grupos a los que han influido posteriormente, caso de Coldplay , Muse o Editors .

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