Cien años del nacimiento del Nobel españolVersos y miedos de Camilo José Cela

Poemas inéditos hallados en cartas a su mujer antes de casarse revelan una cara desconocida del autor

MADRID Actualizado: Guardar
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A pocos días del centenario de su nacimiento, el día 11, la imagen de Camilo José Cela es la de un hombre rotundo y de prosa firme. Todavía pueden verse vídeos en los que el Nobel dobla de la risa a Mercedes Milá o en los que charla con Umbral sobre los riesgos de la incultura. Pero aquel es un Cela veterano y en VHS. Nada tiene que ver ese hombre con el escritor debutante e inseguro que aparece en un manojo de cartas encontradas por su hijo.

Los papeles aparecieron en el sótano de su casa del barrio La Bonanova, cerca de la bahía de Palma. Camilo José Cela Conde los encontró hace tiempo, calcula que por los años 2002 y 2003, poco después de la muerte del Nobel y su primera mujer, Charo Conde.

Arca de inéditos

«Hurgando en unos arcones de cartón que guardaba ella, fueron saliendo carpetas, sobres y hatajos que contenían cerca de cuatrocientas páginas de manuscritos de Camilo José Cela, incluyendo poemas inéditos, dos obras de teatro (a todas luces muy antiguas) y artículos», responde Camilo José Cela Conde, único hijo del Nobel. «Había también casi un millar de cartas. Entre esas cartas estaban las que mis padres se habían cruzado durante su noviazgo y las enviadas más tarde, a lo largo de los muchos viajes que solía hacer mi padre».

Son esas cartas que sus padres intercambiaron cuando eran novios a las que ha tenido acceso ABC. Casi todas están fechadas antes de su boda en 1944, y en ellas se adivina un hombre inseguro y en parte molesto porque su novia no le escribe con la frecuencia que a él le gustaría. La carta que sigue a continuación está fechada en 1941, cuando Cela aún no había publicado «La familia de Pascual Duarte», que sería su novela debut y una de sus obras maestras:

«Querida Charo. Dos días sin carta tuya... Para seguir escribiéndote a diario, no me importa; te quiero tanto, si vieses, que estoy un poco más allá de tenerte eso en cuenta para pagarte en la misma moneda. Ahí te envío esos versos. Quizá te gusten, quizás no... Escríbeme largo y frecuente. Me molesta que no salga de ti, que tenga que recordártelo, pero ¡me vienen tan bien tus cartas! Muchos besos de Camilo José».

Emotivo, inseguro

La carta, escrita a mano alzada, va precedida de un «Pequeño poema marino en sí bemol» que aparece escrito a máquina. «Lo primero que me vino a la cabeza cuando las iba leyendo fue una sensación de extrañeza. Era más que un viaje en el tiempo una especie de obra de teatro que aparecía ante mis ojos. Algo muy extraño, ya digo», sigue explicando el hijo. «Lo que llama de inmediato la atención cuando se leen algunas de las cartas es ese Camilo José Cela que está en las antípodas del personaje tópico que aparece en la prensa y del que hablan quienes lo conocieron, en especial los que vivieron sólo por unos instantes alguna de sus anécdotas más conocidas. Un Cela inseguro, emotivo, lleno de dudas, que busca compañía y amparo».

No era habitual en él, pero junto a estas cartas incluye poemas y coplas desconocidas. Una de ellas,en un papel del hotel Ávila de Caracas, donde se alojó en 1953, dice su hijo, para negociar la publicación de un libro sobre Venezuela. «Camilo José Cela hizo dos viajes largos a Sudamérica. En 1952 estuvo en Argentina y Chile. Al año siguiente en Colombia y Venezuela. Las que mandó desde el hotel Ávila de Caracas –explica–, corresponde a los momentos en los que está intentando que le encarguen el libro que luego fue “La catira”. Son numerosas cartas y retratan una época difícil y llena de sobresaltos».

En ese papel del propio hotel, Cela escribe un «Poema inverosímilmente dedicado a mi mujer». En él descubrimos el autor rotundo y de humor contundente que fue en su madurez. Por “La catira” ingresó unos tres millones de pesetas del año 1955. Un dineral.

«Ahora, ¿te das cuenta? / En el momento mismo en que tengo un millón / de pesetas metido en el agujero del culo,/ yo te quisiera decir,/ Charo,/ esposa mía,/ extraño sujeto,/ casi nada más que lo siguiente:/ no se te ocurra mandarme a hacer puñetas./ Uno es un emigrante gallego/ que trabaja para hacerse una casa cimentada/ en las telas livianas del corazón./ Me imagino que todo es increíble./ Pero, a pesar de todo./ Camilo José», remata con caligrafía casi infantil.

Este pequeño tesoro a mano alzada acabará engrosando el archivo de la Fundación Charo y Camilo José Cela. «A disposición de los investigadores y lejos de los simples curiosos», dice su hijo, pues pocos autores del siglo XX escribieron tantas cartas como el autor de La Colmena. Quienes han estudiado la correspondencia de Cela calculan que la Fundación tiene cerca de 100.000 cartas, 40.000 de las cuales fueron escritas por el Nobel.

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