Gonzalo Suárez: «Todos creen vivir el fin de los tiempos, y los tiempos han acabado ya muchas veces»

A sus 87 años, lejos de la retirada, publica ‘El cementerio azul’ y no deja de pensar en rodar una nueva película

Gonzalo Suárez, durante la entrevista con ABC en la librería 'La buena vida', de Madrid Isabel Permuy
Fernando Muñoz

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Mantiene todavía Gonzalo Suárez (Oviedo, 1934) una presencia física poderosa, como si el peso de sus 87 años, lejos de doblarle el ánimo, le diera la inercia para seguir creando sin parar. Así presenta ahora ‘El cementerio azul’ (Literatura Random House), donde arranca con un recuerdo del rodaje de ‘El detective y la muerte’ con Javier Bardem para acabar con una serie de once relatos –entre góticos y terrenales– donde los recuerdos y la imaginación se mezclan en una nebulosa de ficción hiperrealista. La misma sombra que le turba la memoria cuando tiene que recordar alguna de las cerca de 20 películas que ha rodado (entre ellas ‘Remando al viento’, con Hugh Grant, que le valió el Goya a mejor director o ‘La regenta’) o las dos decenas de obras publicadas.

A alguien que no deja de pensar en escribir, rodar o planificar... ¿Le ha venido bien el parón del mundo?

Ha sido un horror porque he sentido una especie de tristeza y de amenaza. Bueno, de lo que realmente era. Fue un mal preámbulo que en cierta manera, con la guerra, prosigue. Lejos de animarme a escribir, me ha recordado lo superfluo que es todo. Piensas: ‘¿para qué un libro más?’ Y reafirma esa sensación que el tiempo se encarga también de recordarte de que todo es no ya relativo, sino que has perdido, quieras o no, el impulso, la infatuación, la ambición... aunque esa es una gran palabra que no he llegado a ejercer. La pandemia ha contribuido a recordarme que todo se apaga y todo es efímero.

¿Se plantea dejar de escribir?

Escribir es el último reducto. Lo que me planteo es poder hacer películas.

Hace tres años, en estas páginas, ya dijo que intentaría rodar otra...

Está claro que quiero hacerla. Bueno, en este tiempo he hecho dos cortometrajes con dibujos –‘Alas de Tiniebla’ y ‘El sueño de Malinche’– que me han abierto las compuertas para intentar hacer un cine literario, mezcla de literatura e imagen, que me libera del enfoque teatral que inevitablemente tiene el cine de actores.

Vamos, que nada de retirarse.

No puedes evitar que la mente siga inventando. Tampoco tengo la sensación de creación en el sentido de buscar un estado determinado. Surgen cosas y si te pillan escribiendo, pues las coges.

¿Por eso hay tanto de biográfico en este ‘cementerio azul’?

No lo sé. Está dedicado a mi hermano y empiezo con el recuerdo del viaje para rodar en Varsovia. Y curiosamente hay un momento en que bueno, la ficción y el recuerdo, y la memoria, que me falla siempre, convergen. La ficción, es curioso, ocupa tanto lugar como los recuerdos. Distingo lo que ha sido pasado de verdad, por decirlo de alguna manera, y hay otras cosas que forman parte de la imaginación. Pero en el recuerdo yo creo que hay memoria. ¿En qué momento un recuerdo obedece a algo que ha pasado o que es algo imaginario?

¿Se acuerda más de lo que de aquella época que de lo de esta?

Los recuerdos antiguos parece que prevalecen más. El otro día, no sé si ayer o anteayer, ya lo dudo, comí con José Luis Garci y le recité de rondón la alineación del Atlético de Madrid de los años 50. Y vamos, son fantasmas que reproduciría aquí si tuviera ese poder.

Con 87 años, ¿ya le podemos llamar ‘maestro?

No, no, no, (y muchas veces más ‘no’). No me considero maestro porque el maestro es el que sabe algo y lo dice, y yo trato de averiguar, y casi diría que busco porque no encuentro. De ahí que haga cosas aparentemente diferentes... Me sigo identificando más con el chico de la Isla del Tesoro que con el capitán Silver, y no me gustaría encontrar el tesoro porque entonces al día siguiente no sabría el rumbo.

¿Y ‘genio’, como le definen entre otros Edu Galán?

Eso me gusta mucho, es un halago (carcajada). Lo que no me gusta es la investidura, todo lo que conlleva. Me gusta más reinventarme cada día, y además que cada día fuera diferente.

¿Sigue buscando cosas nuevas?

Sí, otra cosa es encontrarlas...

Aspirar a ellas ya me sorprende... ¿Cómo ha hecho para haber hecho tantas cosas, incluso boxear?

A mí mismo me asombra. Cuando veo el cúmulo de mis libros, o si empiezo a ver fotografías o cosas que salen y que te remiten a otro tiempo, no tengo conciencia de haberlas hecho... Es como algo que me ha pasado pero que me ha pasado (hace el gesto como de que están detrás).

¿Un espectador de su propia vida?

Sí... Si me obligarás a recitar, así como la alineación del Atlético Madrid de antes, pero la lista de mis películas, tendría que hacer un esfuerzo mayor. Me sucede que me olvido.

¿Ha vuelto a ver sus películas?

Nunca. No es que no me guste, ni tengo el miedo de verlas para corregir esto o lo otro... Es que no me entusiasma la idea, que es fantasmagórica.

«El arte ignora a los artistas como el bosque, al cazador», escribe en 'El cementerio azul'...

Sí, me temo que sí. Y también la vida.

Como niño de posguerra, ¿cómo ve la situación ahora de lo que está pasando en Europa?

Siento como que hay un peso que me entristece. La palabra es desaliento.

¿Tiene sensación de que vivimos el fin de los tiempos?

Supongo que todos creen haber vivido el fin de los tiempos y que los tiempos han acabado ya muchas veces. Hay que recordar que estamos en una pelota que rueda y que hemos construido una cosa que es artificial, que llamamos normalidad, y que es sorprendente. Me sorprende de tal manera que es peligroso porque es lo que te hace minimizar lo que pasa. Tendría que estar ilusionado por sacar otro libro, y creo que lo que está pasando es tan extraordinario que me parece ridículo celebrar un libro. Además, la relación con los libros ha cambiado: no creo que los jóvenes estén esperando un libro más, hay demasiados.

Pero mañana seguirá escribiendo...

No pararé. Estoy escribiendo un mamotreto que todavía no sé lo que es, quisiera que fuera a la vez película y libro, pero no es un guion. Lo escribo como si lo viera, y así me gustaría trasladarlo. Me encantaría que igual que escribes, igual que imaginas, ya saliera en una pantalla. Pero es más que ya no sé lo que hago donde va. Antaño era para un cine, ahora no lo veo para una sala de cine. Todo es menos cierto.

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