Barcelona, capital de la edición en lengua española (pese al «procés»)

La Ciudad Condal, en la que se celebra esta semana el Fórum Edita Barcelona, quiere seguir siendo Ciudad Editorial, a pesar del independentismo que erosiona la economía, maquina listas negras, envenena convivencias y desprecia el bilingüismo

Gabriel García Márquez, fotografiado en Barcelona en 1970 ABC
Sergi Doria

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Todo está en los libros y seis de cada diez libros salen de las imprentas barcelonesas . Y tienen acento hispanoamericano. Gran invento de papel que Julio Ramón Ribeyro clasificó entre pitillo y pitillo: «Libros viscosos como pantanos en los cuales uno se hunde y clama en vano para que lo rescaten; libros secos, filudos, riscosos que nos llenan de cicatrices; libros acolchados, de dunlopillo, donde damos botes y rebotes; libros-meteoro que nos transportan a regiones ignotas y nos permiten escuchar la música de las esferas; libros chatos y resbalosos donde patinamos y nos rompemos la crisma…».

Esta curiosa taxonomía trufa las «Prosas apátridas» que el escritor peruano publicó en 1975 en Tusquets . Seix Barra l las reedita en el noventa aniversario de su nacimiento y 25 años después de su muerte junto con el dietario «La tentación del fracaso» y los 93 cuentos de «La palabra del mudo».

Enrique Vila-Matas , que en el París que no termina nunca le llevó las galeradas de «Prosas apátridas», explica que Ribeyro prefirió los márgenes del «boom» y disfrazó esa marginación -cuentos, fragmentarismo del dietario- con un «muy deliberado fingimiento de un complejo de inferioridad». Aun siendo autor de culto, Ribeyro conoce la perdurabilidad que le llevó a preguntarse -maliciosamente- por qué dentro de cien años se seguiría leyendo a François Villon y no a Carlos Fuentes .

Aniversarios editoriales

Verano de aniversarios editoriales: los setenta años del Planeta que en 1949 puso en órbita José Manuel Lara Hernández con «Mientras la ciudad duerme» : el best seller de Frank Yerby reaparece en edición facsímil conmemorativa. Pere Gimferrer considera al escritor, más cercano a Steinbeck que al sur de Margaret Mitchell , «muy bien documentado, sabio en el detalle pintoresco y tan potente en su armazón dramatúrgico como alejado del trazo grueso».

Afincado en España hasta su muerte, Yerby llegó a sesenta millones de lectores sin la bendición de la crítica académica: «El 97 por ciento de los críticos no tienen ni idea de lo que es una novela, porque nunca se han puesto a escribir una».

En la prodigiosa Barcelona de 1969, Beatriz de Moura fundó Tusquets a medias con su entonces esposo, el arquitecto Óscar Tusquets, y un capital de 163.000 pesetas, menos de mil euros de ahora. Aquel mismo año, un ingeniero que no quería serlo, Jorge Herralde , había inaugurado Anagrama con «Detalles» de Hans Magnus Enzensberger, «Los procesos de Moscú» de Pierre Broué y «L’ofici de viure» de Césare Pavese.

Y un año después, 1970, nacía Distribuciones de Enlace integrada por Barral editores, Edicions 62, Laia, Cuadernos para el Diálogo, Fontanella, Anagrama, Lumen y Tusquets. Los participantes en la empresa dan cuenta de la preponderancia del mundo editorial barcelonés : Carlos Barral, José María Castellet, Alfonso Carlos Comín, Esther Tusquets, Beatriz de Moura y Jorge Herralde. El único sello madrileño, los «Cuadernos» de Pedro Altares.

La incorporación de Antonio López de Lamadrid a la gestión económica permitió a Tusquets superar crisis contables en los últimos setenta y el «desencanto» de los primeros ochenta: se pasó, según sus palabras, «de una editorial artesana a una pequeña empresa editorial»; hogaño, con Juan Cerezo al timón, ha consolidado su catálogo con Haruki Murakami, Henning Mankell, Fernando Aramburu, Petros Márkaris, Almudena Grandes o Leopoldo Padura.

Retos del mundo del libro

Tales ecos justifican la celebración del Fórum Edita Barcelona los próximos 3, 4 y 5 de julio. Esta cuarta edición, dedicada a los «retos, talento y globalización en el mundo del libro», contará con el presidente de la Feria de Fráncfort Juergen Boos, el editor Carlo Feltrinelli, o Rüdiger Wischenbart: el consultor vienés volverá a trazar la panorámica internacional de la edición.

El Edita de 2018 dejó en el aire las palabras del editor mexicano y bisnieto de Companys Ricardo Cayuela: «Barcelona tiene que plantearse si quiere seguir siendo la capital de la edición en lengua española y si la respuesta es sí, eso tiene consecuencias».

La Ciudad Condal quiere seguir siendo Ciudad Editorial, a pesar del independentismo que erosiona la economía, maquina listas negras de empresarios desafectos, envenena convivencias y desprecia el bilingüismo . La credibilidad editorial de Barcelona la ilustra el sello Duomo de los milaneses Stefano Mauri y Luigi Spagnol -el segundo grupo de Italia-, que también celebra su décimo año en nuestra ciudad: libros, pese a las incertidumbres .

Volviendo a la tipología de Ribeyro : «…libros inexpugnables en los que no podemos entrar ni por el centro, ni por delante, ni por detrás; libros tan claros que penetramos en ellos como en el aire y cuando volvemos la cara ya no existen; libros-larva que dejan escuchar su voz años después de haberlos leído; libros velludos y cojonudos que nos cuentan historias velludas y cojonudas; libros orquestales, sinfónicos, corales, pero que parecen dirigidos por el tambor mayor de la banda del pueblo; libros, libros, libros…».

Barcelona es Capital para la lengua española . A pesar del «procés» .

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