«Lo que era verdaderamente importante es resolver algo que yo considero una anomalía, como es el hecho de saber que está allí, algo seguro para nosotros en la Academia desde mediados del siglo XIX, pero no saber dónde estaban exactamente sus restos. Sinceramente, creo que era una cuestión casi de amor propio nacional, se trataba de poner un poco de orden en nuestra casa. Espero también que esto sirva para que se valore aún más la figura de Don Miguel de Cervantes, que sirva para dejar de ser tan desdeñosos con las cosas que nos honran».
Darío Villanueva: «Era una anomalía, una cuestión de orgullo nacional»
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