LIBROS

«La peregrina», Isabel San Sebastián en el camino de Santiago

Alana de Coaña, el personaje más querido de la escritora y periodista, protagoniza su última novela: «La peregrina»

Isabel San Sebastián, periodista y escritora Ignacio Gil
Juan Ángel Juristo

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A partir de «La visigoda», publicada en 2006, Isabel San Sebastián (Santiago de Chile, 1959) entró en el mundo de la novela con buen pie: interesada por la historia, sobre todo la que se refiere a nuestros orígenes, ha aportado al género un buen ramillete de narraciones con éxito de público y crítica : «Astur», «Imperator», «Un reino lejano», «La mujer del diplomático» y «Lo último que verán tus ojos». Avalan, así, una trayectoria que se muestra rutilante. San Sebastián es autora que se distingue por dos características bien definidas: una información casi exhaustiva sobre el momento que trata y escoger esos períodos en detalles de nuestra historia que se muestran fundamentales pero son poco conocidos o han sido silenciados a lo largo de los siglos.

Así, en «La peregrina» vuelve a echar a andar su personaje más querido, Alana de Coaña, a la que ya había dado vida en «La visigoda»: una mujer que comienza a ser consciente de su propio destino el día en que forma parte del Tributo de las Cien Doncellas, mezcla de astur y goda que presenta ciertos valores originarios de las virtudes que han caracterizado a nuestro país. Isabel San Sebastián se plantea una trama que tiene como escenario el Camino de Santiago, probablemente la ruta espiritual en la Cristiandad más importante después de Roma y Jerusalén que hizo que la península Ibérica fuese un hervidero de ideas e influencias de toda Europa. Como siempre, San Sebastián da un giro de tuerca a la historia oficial muy fecundo.

Trufa la novela de detalles maravillosos que hacen de la historia un portento

Ese Camino de Santiago no es precisamente el canónico , el que con mucha astucia consolidó Gelmírez y que hizo de Compostela y su leyenda sobre el Apóstol una empresa que otorgó inmensos beneficios a una sociedad que necesitaba, después de la caída de Toledo en manos musulmanas, un centro espiritual de importancia que se mostrara vital para la Cristiandad.

Este aspecto lo plasmó de manera estupenda Gonzalo Torrente Ballester en «Compostela y su ángel», sin ir más lejos, pero San Sebastián ha ido más allá en la búsqueda del mito compostelano y se ha remontado nada menos que a la ruta astur del Camino, la más antigua, que realizó Alfonso II en el siglo IX desde Oviedo porque se había enterado del prodigio del descubrimiento del Santo en lo que ahora es Padrón.

Bienquereres

Trufa la novela de detalles maravillosos que hacen de la historia un portento de información. Así, cuando se sirve en la poco sofisticada capital astur un plato romano, escribe: «El acalorado pinche, entre tanto, acababa de depositar ante nosotros una fuente de gran tamaño que desprendía un aroma capaz de revivir a un difunto. El antiguo guiso romano que nos había anunciado Claudio. Unas gachas de harina de guisantes secos cocidos en vino, que parecían el complemento ideal a los arenques ahumados de los que se acompañaban».

Sobre todo destaca el perfil de su protagonista , Alana, que acompaña al rey a tierras galaicas en busca de su hijo, completando el perfil de este personaje en el que la autora proyecta bienquereres. La novela se completa con unas notas históricas que ayudan sobremanera al lector a la comprensión de tan fascinante novela.

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