Margarita Valencia - Constelaciones

La nueva edición infantil: territorio libre

Las editoriales dedicadas a la literatura para niños se van sacudiendo las imposiciones del mercado escolar y vuelven a lanzar libros más atrevidos, más originales y que pueden ser disfrutados también por los mayores

Margarita Valencia
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«Seven years and six months!» Humpty Dumpty repeated thoughtfully. «An uncomfortable sort of age. Now if you’d asked my advice, I’d have said “Leave off at seven” – but it’s too late now».

«I never ask advice about growing», Alice said indignantly.

«Too proud?», the other enquired.

Alice felt even more indignant at this suggestion. «I mean», she said, «that one can’t help growing older».

«One can’t, perhaps», said Humpty Dumpty; «but two can. With proper assistance, you might have left off at seven».

Lewis Carroll, « Through the Looking Glass».

Muchos de la nueva oleada de editores independientes en español se congregan en torno a la reivindicación del libro como objeto material bello. Las palabras de «Jot Down» sobre el trabajo de Impedimenta –«Delicadas portadas, cuidadas ilustraciones y unos ejemplares que tratan de ser tan bellos por dentro como por fuera»– podrían referirse a varias nuevas empresas, empeñadas en una recuperación nostálgica, reaccionaria, del componente estético en la edición, extraviado en la producción en serie de colecciones con diseños flojos, despojados de cualquier rasgo notorio en su apariencia para abaratar costos y acelerar los procesos de producción.

Los editores infantiles, por su parte, prefieren dedicarse a aprovechar el río revuelto para liberarse por partida doble: empiezan por sacudirse la camisa de fuerza de la escuela, que los obligó durante gran parte del siglo XX a acomodarse a una versión simplista y pacata del mandato ético que acompaña por fuerza toda la literatura infantil. Liberados de su papel de acompañantes instrumentales del libro de texto, los editores infantiles se dedican a recuperar las posibilidades lúdicas del libro infantil.

Muchos niveles

La ironía, la belleza y el horror de libros como «Alicia en el país de las maravillas» vuelven a las estanterías. Se fortalece el reconocimiento de autores como Edward Gorey, que utiliza los formatos infantiles y las ilustraciones para propuestas gráficas y narrativas llenas de humor y de sugerencias que permiten leerlos en varios niveles. Los libros infantiles vuelven a ser rompecabezas que cada lector arma de acuerdo con sus posibilidades (y sus años).

Es lo que logra Nórdica Libros en España con publicaciones como «Caperucita Roja» (2011), que reúne tres textos diferentes e ilustraciones de nueve artistas en un volumen coherente y hermoso que podría aparecer en la maleta de un estudiante universitario o en la de uno que apenas empieza a ir al jardín infantil.

La ironía, la belleza y el horror de libros como «Alicia en el país de las maravillas» vuelven a las estanterías infantiles

En 1994 se fundó en Chennai (India) Tara Books, una editorial independiente creada por un colectivo de escritores, diseñadores y artistas que exploran los cruces posibles entre el libro, la imagen y el texto. En 2009 publicaron « Tsunami», un libro dibujado a la manera de la tradición bengalí en la que el narrador y el ilustrador iban de casa en casa cantando y mostrando los dibujos («una serie de pliegos unidos para formar un pergamino»). El libro recrea los acontecimientos del tsunami que en 2004 asoló las costas del océano Índico, y fue publicado en español por la editorial mexicana Petra. Dice anatarambana (el delicioso blog de Ana Garralón que acaba de recibir en España el Premio Nacional de Fomento a la Lectura) que el catálogo de Petra ha sido construido para lectores que son «seres inteligentes, que pueden y deben construir significados profundos a partir de sus experiencias físicas con los libros (mirar, ver, tocar, abrir, cerrar)».

Kalandraka, editorial nacida en Galicia en 1998 y también creada por un colectivo, tiene hoy editoriales en Portugal, Italia y México. En este último se publicó en 2012 «Migrar», del mexicano José Manuel Mateo y con ilustraciones de Javier Martínez Pedro, que cuenta la historia de un niño que emprende viaje hacia el otro lado de la frontera en busca de una vida mejor. El libro muestra la vida de los migrantes sin velos y sin embellecimientos y el interior del libro, como el de «Tsunami», es un acordeón que se despliega para mostrar –de un solo golpe, si se quiere– el tránsito desde el paisaje rural mexicano hasta la gran ciudad en Estados Unidos.

Enfrentar el miedo

En Colombia, Editorial Babel publicó en 2012 «Tengo miedo», del ilustrador y escritor Ivar Da Coll (ganador del premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil en 2014). El libro, originalmente publicado por Carlos Valencia Editores a finales de los ochenta, hablaba de los miedos del gato Eusebio –los monstruos, los fantasmas, las brujas–, miedos que su amigo Ananías se encargaba de desarmar. Houghton Mifflin compró los derechos para la edición en Estados Unidos unos años después, y pidió al ilustrador que coloreara las ilustraciones originales (bellas ilustraciones en blanco y negro que con trazos mínimos recreaban los monstruos imaginados por Eusebio) y que reemplazara en algunos de los dibujos aquellos elementos que resultaran ofensivos para algunas sensibilidades religiosas estadounidenses (brujas, fantasmas…).

En 2012, bajo la dirección editorial de María Osorio, Ivar volvió a ilustrar la historia, para contar en esta ocasión la historia paralela de la guerra en Colombia, convirtiendo «Tengo miedo» en una historia densa, llena de recodos, en la que el miedo no se desarma sino que se enfrenta.

La trayectoria de «Tengo miedo» ilustra la de la literatura infantil en los últimos años, y es un buen ejemplo a seguir en estos momentos en los que el verdadero desafío consiste en reinventar a un viejo y cómodo amigo.

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