«Vincolo d'Unione», de Escher
«Vincolo d'Unione», de Escher - ABC
ARTE

El lugar paradójico de Escher en el Palacio de Gaviria

Al calor de ARCO, Madrid comienza a poblarse de arte. También de nuevos «espacios artísticos». El Palacio de Gaviria es ahora sede en Madrid de una gran retrospectiva sobre Escher

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Escher (1898-1972), con sus juegos espaciales, fue un artista anómalo, cuando parece que, en el fondo, sea él el que estuviera fuera de un espacio propio. Comenzó realizando litografías y xilografías de paisajes y edificios para dedicar luego su vida a abordar, como dijo, «los enigmas que nos rodean», entrando en el dominio de las matemáticas: «Aunque carezco de formación y conocimientos científicos, a menudo me veo más cercano a los matemáticos que a mis colegas artistas». Para los primeros no dejaba de ser «un aficionado», mientras los artistas se irritaban o despreciaban sus grabados especulativos.

La sensación que le quedaba era la de que no estaba en ninguna parte. Tenía algo de platónico o, para ser más preciso, estaba obsesionado con los «sólidos platónicos», los poliedros regulares, que para este autor «simbolizan de un modo inigualable la aspiración humana a la armonía y al orden, pero, al tiempo, su perfección nos infunde una sensación de impotencia».

De los pitagóricos a la «Divina Proporción» de Luca Pacioli, esta preocupación matemático-geométrica había sostenido la voluntad de armonía de los artistas, que tenían que atenerse al canon.

La fuente más rica

Escher señaló que el problema de la división regular del plano –la «teselación», que fue estudiada por vez primera por Kepler en «Harmonices mundi» (1619)– «es la fuente más rica de inspiración que jamás haya encontrado, y está muy lejos, todavía, de haberse agotado». En 1922 visita por vez primera la Alhambra y queda fascinado por las decoraciones y arabescos, encontrando ahí el problema de cómo encajar figuras congruentes. La decoración morisca tiene una ausencia completa de cualquier forma humana o animal, mientras que Escher quería que los motivos procedieran de la vida real, que fueran objetos o formas naturales. El artista regresó a la Alhambra en 1936 y copió muchos de los diseños de alicatados y lacerías.

Gracias a su hermano, profesor de geología en la Universidad de Leiden, Escher se adentró en una extensa bibliografía sobre el problema matemático-geométrico de las pavimentaciones del plano. El artículo decisivo para sus investigaciones fue el del matemático húngaro George Pòlya sobre los diecisiete grupos cristalográficos planos.

Ver los comentarios