MÚSICA

Gregory Porter, el niño que recibía juguetes rotos

El cantante salda en cada actuación su deuda con Nat King Cole, cuya voz reemplazó la figura de un padre ausente

Gregory Porter ha ganado dos Premios Grammy en 2014 y 2017

IGNACIO SERRANO

Cuando Gregory Porter era un adolescente y le ponía sus discos de Nat King Cole a sus amigos, la cosa no solía salir bien: «¿Pero qué es esto, tío?», «¿No escuchas hip-hop o R&B?». Pero le daba igual. Era su héroe desde que tenía uso de razón, incluso la figura paterna que siempre deseó tener. «Yo prácticamente no sabía quién era mi padre», cuenta el artista. «Venía a casa muy de vez en cuando. Y recuerdo que una vez me prometió que me visitaría en Navidad y me traería regalos. Yo tenía seis años, y esperé y esperé todo el día, rezando para que viniera, pero no lo hizo. Me quedé toda la noche despierto esperando. Pero él apareció al día siguiente, borracho, y me trajo juguetes rotos. Eran los juguetes usados de los hijos de su otra familia. Escuchar la música de Nat King Cole aquellas Navidades fue mi forma de sentirme en un hogar de verdad».

Una figura enorme

La figura de Porter, que iba para jugador de fútbol americano, resulta enorme cuando cruza la puerta del hall del hotel de Madrid donde tiene lugar la entrevista. La balaclava que siempre lleva puesta (empezó a usarla para ocultar las cicatrices de una intervención quirúrgica, y decidió mantenerla porque le da «un look muy característico y reconocible») lo hace aún más imponente, casi amenazador.

Pero no podría ser un tipo más sensible y entrañable. «Recuerdo que por aquella época grabé una versión de Once upon a time con una grabadora de cinta casera», dice antes de entonar sus primeros versos con extraordinaria dulzura. «Se la puse a mi madre muy emocionado, y al escucharla me dijo: “Hijo, suenas como Nat King Cole”. De pronto sentí que esa canción estaba escrita para mí, específicamente para mí. Fue una sensación muy extraña».

Tiene nombre de leyenda del jazz de toda la vida, pero Gregory Porter lleva en la escena muy poquito tiempo. Cantando en público, catorce años. En la industria discográfica, siete. Debutó en 2010 con Water , y tras firmar con Blue Note su tercer trabajo, Liquid Spirit , ganó el Grammy a Mejor Álbum de Jazz Vocal y fue uno de los pocos discos superventas del género que ha habido en esta década. El año pasado lanzó Take me to the alley y volvió a ganar el Grammy en su categoría, así que estamos ante todo un fenómeno del jazz del siglo XXI.

Dos escuelas

Pero Porter ha tenido una espinita clavada todo este tiempo. «No sé si debería decir esto, pero las compañías de discos no son muy proclives a gastar mucho dinero en grandes producciones. Por eso he hecho este disco como yo he querido, con una gran orquesta , cuando he podido saltarme el paso de pedir permiso. Lo he hecho yo mismo, poniendo el presupuesto para la grabación», dice con entusiasmo y quizá algo de incertidumbre.

En cualquier caso, ha saldado su deuda con Cole. «Su música me ha influido en tantas cosas… En el tono de voz, en cómo hacer los fraseos, incluso en mi forma de componer. Entre los crooners , está la escuela Sinatra y la escuela King , yo estudié en la de King».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación