El Guggenheim Bilbao, uno de los museos más representativos de las últimas décadas
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ARTE

Ni catedrales, ni fábricas

Bajo el lema de «Museos y paisajes culturales» el Día Internacional de los Museos –que se celebra hoy, 18 de mayo– aboga este año por repensar el papel de los museos ante la sociedad para convertirlos en lugares de encuentro

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El Día Internacional del Museo, que se celebra el 18 de mayo y es promovido por el ICOM, el consejo internacional de Museos y que es probablemente la institución más influyente del sector, gira este año en torno un concepto muy actual. El ICOM aprovecha esta efeméride para resaltar el papel crucial de los museos en la sociedad y, al mismo tiempo, plantear a los museos los nuevos retos y dilemas a los que se enfrente bajo un lema. El eslogan de esta edición, sobre el que también se discutirá en el congreso anual del ICOM, lleva por título «Museos y paisajes culturales», es decir, el museo en un contexto amplio cultural.

Esta alusión a la concepción inclusiva del museo en un campo amplio cultural, evitando la conceptualización aislada del museo, me ha hecho releer un artículo del «Wall Street Journal» titulado « No more Cathedrals of culture» en el que se vaticina que el futuro de las instituciones museísticas pasa por un cambio hacia un nuevo paradigma de museo.

No caben ya más museos pensados como catedrales de conocimiento, es oportuno repensar ya el museo como «plaza», como un lugar de encuentro.

Acoger lo experimental

Y es que, aunque el Museo como institución es relativamente joven –el Louvre fue destinado por decreto en el año 1791 a funciones artísticas y el Museo del Prado por su parte no se llegó a inaugurar como pinacoteca hasta el año 1819 por Fernando VII– damos por hecho su función estable en la sociedad. Sin embargo, es una institución en cambio constante, precisamente porque se preocupa por el bien público. Así, el museo como «espacio reservado» pronto se enfrentó a un primer dilema: cómo acoger lo experimental. Así surgió el « Salon des Refusés» que tuvo lugar en el año 1863 y en el cual expusieron artistas rechazados por la academia como Whistler o Manet, quién identificaba la exposición como un terreno de lucha. El «Salon des Refusés» inauguró un tipo de exposición ya moderna, como ha señalado Bruce Altshuler en su libro «Salon to Biennial», que iba más allá de la pura celebración de la custodia cultural y académica, convirtiéndose en un espacio también para lo experimental.

La combinación del proyecto ilustrado de democratización de las colecciones públicas, nacionales, monárquicas o privadas, puestas al servicio de la sociedad y el proyecto moderno de la exposición como espacio para lo experimental son dos ámbitos incorporados en los museos de nuestra época. Si leemos los «mission statement» de los museos nos encontramos con que la protección de objetos artísticos y la educación y apertura suele estar en la primera línea. El Museo es una institución que cuida del patrimonio y lo pone en contexto, y por eso los museos están liderados por los «curators», palabra que proviene del término latino «curatore», el que cuida. Pero, en una sociedad postmoderna, postindustrial, e incluso postinternet, caracterizada por el multiculturalismo, la inclusión, la participación y la huida de todo elitismo, quizás estemos ante un nuevo reto para los museos, y de ahí la eclosión de un nuevo paradigma.

El futuro de las instituciones museísticas pasa por un cambio de paradigma, por repensarlos como «plazas» públicas

El profesor de «Museum Studies» Jay Rounds escribió que lo que caracterizará al sector de los museos en el futuro es el cambio desde un modelo racional de museo hacia uno más liberal. El museo racional parte de una premisa estática en la cual hay unos «inputs», arte-espectadores-mediación, encaminados a conseguir un «output», aprendizaje. Sin embargo ese modelo trata al visitante como algo uniforme, cuando sabemos que el espectador cultural contemporáneo está afectado por muchas variables que escapan al control del museo, diferentes intereses, formación o expectativas. El mismo profesor abogaba porque, en un contexto cultural como el que vivimos, el museo se transformará en un instrumento más libre en el cual el proceso se alejará del modelo «fábrica» acercándose a un modelo de «cultivo». Desde esta perspectiva el museo es un instrumento orgánico que facilita el conocimiento, pero desde el «engagement», que podríamos traducir por la facilitación del cultivo del público. La experiencia del espectador es el centro, pero no de «espectadorcentrismo» o «experienciacentrismo» o la caída en el populismo o espectáculo, no, aquí hablamos de un concepto más amplio que parte de entender el museo como parte de un lugar, es decir, un «ethos», donde los museo están inmersos en una serie de paisajes culturales, el museo como plaza, donde la actividad se centra en dar comienzo a algo, es decir convertir el museo en un «slow museum».

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