MÚSICA

Blue Note, 80 años marcando el futuro del jazz

Al huir de la Alemania nazi en 1939, Alfred Lion y Francis Wolff no imaginaban que iban a protagonizar desde Nueva York varias revoluciones que marcaron la historia del jazz junto a Miles Davis, Thelonious Monk, Lee Morgan o Dexter Gordon

Art Blakey ejemplificó como nadie el lenguaje moderno de la percusión en el jazz con sus casi 50 discos en Blue Note
Israel Viana

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Una música aberrante «inventada por los judíos neoyorquinos» y «tocada por negros», que tiene el objetivo de «introducir la obscenidad en la sociedad». Eso era el jazz para Hitler cuando Alfred Lion y su amigo de la infancia, Francis Wolff , recorrían los cabarés de Berlín para escuchar emocionados a las bandas de swing. Hermann Göring ya había amenazado con eso de, «al oír hablar de cultura, echo la mano a la pistola», pero para ellos no había nada más importante.

Alfred Lion y Francis Wolff, junto al saxofonista Dexter Gordon (centro)

Lion, incluso, realizó viajes a Nueva York con el único propósito de trabajar en los muelles y gastarse todo el sueldo en los discos de Louis Armstrong, Sam Wooding y compañía. Una tarde, cuentan, se compró más de 300 para llevárselos a Berlín, donde no tardó mucho en verle las orejas al lobo. Era judío y, además, Hitler habían comenzado a perseguir a los músicos y aficionados al jazz. En su siguiente visita a la Gran Manzana, en 1938, ya no regresó. No sabía aún que iba a ser protagonista de varias revoluciones en la historia del jazz al fundar, un año después, Blue Note. Un sello que inició con la financiación del escritor marxista Max Margulis y al que se unió su amigo Francis, también judío, tras huir de Alemania en el último barco que zarpó hacia Estados Unidos al inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Lejos del nazismo y sin prácticamente un dólar, empezaron a trabajar bajo su «inquebrantable compromiso con el hot jazz y el swing más directo y honesto. Blue Note se ocupa de identificar su impulso, no sus adornos comerciales». En la primera sesión registraron las ocurrencias de los pianistas Albert Ammons y Meade Lux Lewis. Grababan de madrugada, cuando el estudio era más barato y los músicos habían acabado sus conciertos en los clubes de Harlem y la calle 52. Todo a cambio de güisqui o muy poco dinero, pero en un ambiente distendido y auténtico que se reflejó en los álbumes del clarinetista Edmond Hall, el guitarrista Charlie Christian y el pianista Earl Hines, cuya sesión fue recomendada por Louis Armstrong.

Thelonious Monk

«La gente decía que solo grabábamos lo que nos gustaba, y era verdad», aseguraba Wolff. Es probable que ese fuera el secreto: la osadía de editar los discos que querían escuchar como amantes del jazz, sin importar si iban a ser un buen negocio. «Blue Note creó un modelo seguido por otras compañías. Pero el toque distintivo es, sobre todo, su autenticidad, que nace de su creencia sólida en hacer bien las cosas», dijo años después el saxofonista Wayne Shorter.

A finales de los 40, el sello estaba ya consolidado como un referente, pero no faltaron a su compromiso. Apostaron por artistas rupturistas en los que nadie creía, como Thelonious Monk. El pianista grabó uno de los primeros trabajos de Blue Note que rasgó la opinión de su tiempo: Round Midnight (1947). Un clásico hoy, pero que fue destrozado por los críticos, que no supieron ver la revolución en las armonías que había detrás.

El fichaje de Rudy Van Gelder en 1953 para ocuparse de las grabaciones -primero en un pequeño estudio casero-‌es considerado uno de los hitos del género desde que la Original Dixieland Jazz Band realizara el primer registro en 1917. Ningún otro ingeniero de sonido trascendió en el tiempo como él y marcó el paso de la evolución con una actividad infatigable hasta su muerte en 2016. Por sus manos fueron pasando nombres como Dexter Gordon, Kenny Burrell, Eric Dolphy, Herbie Hancock y Horace Silver, en una genealogía que ha abarcado prácticamente toda la historia del jazz. «Se habla mucho del sonido Blue Note pero, en realidad, debería ser el sonido Horace Silver», reivindicó este último pianista, considerado el padre del hard bop.

«Había dejado la heroína»

Cuando Blue Note estableció en 1951 la novedad de pagar a los músicos por los ensayos antes de la grabación, muchas estrellas ansiaron la llamada de Lion. El mismo Miles Davis contó en su autobiografía: «Al llegar a Nueva York en 1954, mis carrillos estaban firmes porque había dejado la heroína. Me notaba fuerte física y musicalmente. Dispuesto a todo. Me alojé en un hotel y llamé a Alfred para anunciarle que estaba a punto para grabar otra vez».

Durante dos décadas, Wolff cuidó la estética de Blue Note con portadas tan directas y vivas como sus grabaciones, con las fotografías que él mismo tomaba de los conciertos. Luego dejó que otros artistas participaran, como Andy Warhol, hasta que en 1956 contrató a Reid Miles, el diseñador que lo convirtió en el sello de jazz más famoso del mundo. Ahí está la icónica portada de Blue Train (1957), el único disco de John Coltrane en la compañía, con ese primer plano del saxofonista en azul. «Las cubiertas de Miles Davis parecían sonar en la tienda antes de escuchar la música», escribía Felix Cromey en Blue Note: The Album Cover Art (1991).

Los éxitos del trompetista Lee Morgan y Horace Silver en 1963 hicieron a Lion y Wolff tomar su última decisión: encabezar cada lanzamiento con un tema pegadizo que pudiera sonar en la radio. La fórmula fue imitada por Prestige, Atlantic e Impulse, lo que no impidió que Blue Note siguiera dando cabida a figuras experimentales como los pioneros del free jazz: Bobby Hutcherson, Ornette Coleman y Cecil Taylor.

La venta de Blue Note

En 1965 vendieron el sello a Liverty Records. Dos años más tarde, Lion se retiró, y, en 1969, Wolff falleció. Parecía que la compañía iba a desaparecer, engullida por el rock y el pop, pero esta fue comprada por United Artist, en 1985, y pasó a formar parte de EMI. Fue el primer renacimiento, acompañado del talento de nuevos valores como Bobby McFerrin, Joe Lovano, John Scofield o Stanley Clarke, y proyectos cercanos al funk y el rap como US3, que ganó el primer sencillo de oro de Blue Note con una versión de Herbie Hancock: Cantaloop (1993).

«Algunos entusiastas del jazz no quieren saber nada de la fusión, pero yo estoy a favor de lo que sea necesario para embellecer la música. No quiero desechar ningún sonido. Comencé con Dixieland, terminé con Cecil Taylor y todavía sigo buscando nuevos sonidos», subrayó Lion antes de morir en 1987. No le dio tiempo a vivir el último renacimiento con Norah Jones, criticada por hacer algo que no era jazz al fichar en 2002. Come Away With Me vendió 20 millones de discos para salvaron a Blue Note de la bancarrota, sin una campaña de publicidad ni un sencillo arrollador, y sin encajar en un estilo concreto. Atendiendo al «impulso, no de sus adornos comerciales».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación