ARTE

Almada Negreiros, la modernidad (portuguesa) era esto…

El polifacético creador falleció en la misma habitación de un hospital de Lisboa en la que pereció también Pessoa. Cincuenta años después, Portugal recuerda su figura y su obra

Almada Negreiros en una fotografía de época
Francisco Chacón

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Portugal rinde pleitesía a José de Almada Negreiros , paradigma de su salto a la modernidad, en el 50º aniversario de su muerte. Sin su legado de estética vanguardista, como igualmente sucedió con Amadeo de Souza Cardoso , no habrían transitado en la misma dirección las sendas de la cultura avanzada en el país vecino, tal cual reflejó su Últimatum a las generaciones futuristas , de 1917.

Su figura estuvo ligada a la de Fernando Pessoa de manera indisoluble, al menos en los vericuetos artísticos. Suyo es el retrato pictórico más célebre del autor del Libro del desasosiego , el que lo ha inmortalizado en tono rojizo al lado de esas fotografías en blanco y negro en las que se le ve paseando por las cuestas del Chiado enfundado en su sempiterna gabardina, junto a la Librería Bertrand , la más antigua del mundo porque inició su actividad en 1732.

Osadía intelectual

El cuadro original puede admirarse en l a Casa-Museo Pessoa de Campo de Ourique , cerca del Largo do Rato. Porque allí ocupa un lugar preeminente, como no podía ser de otra forma.

Almada Negreiros y Pessoa coincidían en su osadía intelectual, visionaria y ambigua, que por algo enarbolaron el arma de la palabra en la legendaria revista Orpheu .

Hasta tal punto llegó su interconexión que el destino quiso que el primero falleciera el 15 de junio de 1970 en la misma habitación del Hospital Sao Luis de los Franceses (en la calle Luz Soriano, en pleno Barrio Alto de Lisboa) en la que había muerto Pessoa 35 años antes.

Pessoa, por Almada Negreiros

Hoy el culto crece en progresión geométrica hacia un Almeida Negreiros venerado incluso por los creadores lusos actuales que, en principio, se sitúan en el otro lado de la balanza, caso de Pedro Cabrita Reis, Carlos Bunga o Fernanda Fragateiro .

Y fue, sin duda, la Fundación Gulbenkian la gran «culpable» de expandir su mito con aquella magna retrospectiva que le dedicó en 2017 , la más completa realizada nunca sobre su heterogénea obra. También adquirió un gran protagonismo en la exposición colectiva alrededor del universo de Pessoa que puso en pie el Museo Reina Sofía solo dos años atrás.

«Una manera de ser»

Almada Negreiros decía: «Esto de ser moderno es como ser elegante. No es una manera de vestir, sino una manera de ser. Ser moderno no es hacer caligrafía moderna, es ser el legítimo descubridor de la novedad». Palabras que resonaron en Madrid allá por 1927, en unos años en que colaboró con sus ilustraciones en varias publicaciones españolas , entre ellas el histórico Blanco y Negro de ABC.

Y ahí continúa incólume la huella del autodidacta por excelencia de la cultura portuguesa, plasmada en los espectaculares murales de la Estación fluvial de Alcántara , en la antesala del emblemático Puente 25 de Abril. Un insólito ejercicio visual del régimen dictatorial de Salazar que sigue despertando el orgullo de los lisboetas.

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