Alberto Salcedo Ramos, autor de «Viaje al Macondo real y otras crónicas»
Alberto Salcedo Ramos, autor de «Viaje al Macondo real y otras crónicas» - DANIELA ZAVALA

Ajuste de letrasSalcedo Ramos, cuentos de realidad

El autor colombiano quedó encadenado a la escritura con 9 años. Ahora publica reportajes que son cuentos de no ficción

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En España se leen una media de ocho libros al año, pero el 42 por ciento solo terminan entre dos y cuatro títulos. La novela histórica es, con diferencia, la preferida. Más que la novela de aventuras y más que la novela negra. Y mucho más que los cuentos, que solo atraen al 2,4 por ciento. La no ficción -la «non fiction» estadounidense, la «crónica» latinoamericana- no tiene categoría propia en la encuesta del CIS. Lo más parecido son los libros de divulgación e información -interesan al 7,4 por ciento- y los ensayos, citados por el 2,9.

Y sin embargo está de moda decir que la crónica está de moda y las editoriales se la juegan con antologías de reportajes.

Círculo de Tiza ha publicado lo mejor de los periodistas Martín Caparrós o Antonio Lucas, Alfaguara ha apostado por Leila Guerriero, Anagrama confió a Jorge Carrión una antología de los mejores reporteros en español… incluso se ha traducido a autores estadounidenses como David Remnick, Luc Sante, Joan Didion o John Jeremiah Sullivan. Lo celebro, pues acumulo estos libros con devoción, pero no dejan de ser colecciones que solo interesan a unos pocos. Cuando alguien me pide un libro casi siempre elijo una novela.

La mayoría de estas antologías no superan la prueba del algodón: ir más allá del pequeño círculo de periodistas interesados en este género y llegar al gran público. Qué ironía. La escritura periodística de largo aliento, aquella que hace un esfuerzo literario en contar los hechos, se ha enredado en el debate del estilo. Escribir bonito le ha ganado la batalla a la sencillez, a la imbatible frase «la puerta es verde» de Josep Pla. Con la excusa de que hay que hacer « periodismo contra el lector», como reclama Caparrós, a menudo se hace periodismo para periodistas. A Alberto Salcedo Ramos no le ocurre esto.

Pepitas de Calabaza reúne en «Viaje al Macondo real y otras crónicas» lo mejor del escritor colombiano, un libro para todos. El volumen está dividido en los tres bloques temáticos que Salcedo Ramos ha abordado durante sus años como reportero: el deporte, el conflicto armado en Colombia y las historias de personajes singulares. Cuando le piden que defina la crónica, cita a Daniel Samper Ospina: «La crónica es un cuento con datos reales». Viaje al Macondo real es algo más que una antología de reportajes; es un libro de cuentos de no ficción.

Los personajes son boxeadores y futbolistas retirados, árbitros peleones y truhanes mujeriegos. Acordeonistas desafiantes, hermanos enfrentados y empresarias optimistas. Antihéroes, perdedores como los que retrata Gay Talese, que aprendió a escuchar historias escondido en la sastrería de sus padres. Salcedo Ramos empezó a fijarse en los detalles cuando de niño escuchaba los relatos de los campesinos del pueblo colombiano donde fue criado por sus abuelos.

Quizá las mejores líneas del libro estén en «El último gol de Darío Silva», el perfil de un futbolista uruguayo que jugó en la Liga española y que perdió su pierna derecha en un accidente de tráfico. El reportero le pide al jugador que dé unos toques al balón para la sesión de fotos y lo cuenta así: «De pronto, sin ningún aviso, se pone a dominar. Me pide que vaya contando en voz alta. Veo su rostro grave, concentrado -va una-, veo su pie izquierdo apoyado en el piso -van dos-, veo cómo el balón rebota suavemente en su pie derecho -tres-, veo cómo se tensa su cuerpo magro -cuatro-, veo sus brazos venosos -cinco-, veo cómo su camiseta lila se infla y se encoge -seis-, veo su nariz aguileña, veo sus pómulos angulosos -siete-, veo su piel cobriza -ocho-, veo su pelo ensortijado, ahora del color negro original -nueve-, veo la bota de su pantalón blanco arremangada hasta la rodilla -diez-, veo cómo el muñón delgado de la prótesis naufraga en la abertura de su zapato. Me pregunto cómo se sostiene, por qué no se mueve».

En Salcedo Ramos el estilo está al servicio de los hechos, no de su ego

En Salcedo Ramos el estilo está al servicio de los hechos, no de su ego, y lo demuestra con todo tipo de recursos narrativos. Uno de los más potentes es la primera frase, donde entra «sin rodeos». El arranque de uno de sus reportajes dice: «Mauricio Álvarez, más conocido como la Madison, saca del maletín un espejo pequeño. Luego, mientras se peina el escaso cabello tinturado de rubio, cuenta que descubrió su homosexualidad a los siete años, leyendo una historieta de Superman. ‘Apenas vi a Clark Kent, me volví loco’, dice, ahogándose de la risa».

El autor colombiano agradece a la vida todos los días ser reportero. Empezó a escribir con nueve años. Donde sus abuelos vivía una mujer con cinco hijos, soltera, que todos los días recibía la visita de un ordeñador que le llevaba quesos. Era feo. No tenía dientes, no hablaba. «Pensé que aquella mujer y este hombre deberían ser novios -le dijo a Juan Cruz-. Y todos los días yo escribía una carta que pareciera de él y la ponía en algún rincón de la cocina para que ella la encontrara. Todavía viven juntos. Cuando uno hace un truco como ese a los nueve años y le funciona ya queda encadenado de por vida a la escritura».

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