Robert Silvers
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Ajuste de letras - «50 años de rebeldía»Al infierno con el lector

«Contar de la forma más clara posible»: «The New York Review of Books» sigue triunfando con la filosofía con la que nació

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Es la fiesta del 50 aniversario de «The New York Review of Books» y Robert Silvers saluda a los asistentes. Viste un traje negro, con corbata amarilla y un pañuelo en el bolsillo de su chaqueta.

–Jason está aquí. El que comenzó esta maldita aventura. ¿Conoces a Jason Epstein?

Los dos sonríen y se abrazan. Epstein tiene 87 años; Silvers, 85: dirige desde hace medio siglo una de las revistas culturales más respetadas del mundo.

La «maldita aventura» comenzó en 1963. Jason y su mujer, Barbara Epstein, escritora, quedaron a cenar con Robert Lowell y la novelista Elizabeth Hardwick, que años antes había escrito en «Harper’s» un artículo contra la crítica de libros. En «The Decline of Book Reviewing», Hardwick comparaba el suplemento cultural de «The New York Times» con una revista provincial llena de alabanzas planas y con escaso recorrido intelectual.

En la cena comentaron este artículo y la huelga del «Times», que duró 114 días. ¿Por qué no montamos nosotros una revista y demostramos cómo se hace buen periodismo literario?, se dijeron. Al día siguiente llamaron a Silvers, entonces editor en «Harper’s». Él había encargado a Hardwick el artículo que terminaría inspirando el nacimiento de «The New York Review».

«Las editoriales seguían lanzando libros y no tenían dónde promocionarlos. Jason dijo: "Es la única oportunidad que vamos a tener para sacar una publicación sin dinero"», recuerda Silvers en «The 50 Year Argument» («50 años de rebeldía»), el documental con el que Martin Scorsese rinde tributo a su revista preferida.

Robert Silvers y Barbara Epstein asumieron la dirección de «The New York Review» y comenzaron a encargar textos a los autores que ellos admiraban. En el primer número, en febrero de 1963, hay ensayos firmados por Norman Mailer, Gore Vidal o Susan Sontag. Ninguno de los colaboradores cobró. La huelga del «Times» acabó cuando el segundo número de la nueva revista estaba en los quioscos, pero los lectores ya no la abandonaron.

–Mientras pagáramos a la imprenta, teníamos la oportunidad de publicar lo que quisiéramos sin que nadie nos lo pudiera impedir– dice Silvers.

«The New York Review» ha publicado 20 números cada año. Más de 15.000 artículos sobre libros, filosofía, arte, historia, poesía, revoluciones, conflictos bélicos… todos los temas que le interesan a Silvers, que trabaja día y noche para leer y editar los textos. Cuando Barbara, su mano derecha, falleció en 2006, él asumió sus tareas. Nadie piensa que sea hora de buscarle sucesor. Silvers sigue yendo a la oficina. Al ensayista Timothy Garton Ash lo llamó un día de Navidad. Garton Ash estaba sentado en la mesa con su familia para comer pavo.

–En la sexta columna de la tercera galerada sobra un adjetivo.

El trabajo del editor, según Silvers, consiste en pedir cosas todo el tiempo: «No ordenamos nada. Pedimos y esperamos. Nos preocupamos por nuestros colaboradores como personas y como escritores». Para dirigir una revista, dice Silvers, no sirve el instinto. Se trata de lo contrario, de leer un libro tras otro, de seguir a un escritor tras otro y decir "no, no, no… sí"». «Tienes que buscar a la mejor persona en el mundo para escribir el mejor artículo sobre un determinado tema».

«The New York Review of Books» es una de las pocas revistas en el mundo anglosajón que sigue publicando ensayos largos que combinan el rigor académico con un lenguaje accesible. «Hay que contar las cosas de la forma más clara posible», dice Silvers, que desde el principio impregnó a su revista de un espíritu liberal. Comprometido con los derechos humanos, Silvers se opuso a la guerra de Vietnam y a la de Irak cuando pocos la cuestionaban. Con la edad se ha moderado: ya no publica manuales para fabricar cócteles molotov como en los años 60.

Por «The 50 Year Argument» pasan los colaboradores más reconocidos: Isaiah Berlin, James Baldwin, Noam Chomsky, Václav Havel… «Bob me pedía que escribiera sobre temas que no me interesaban –dice Joan Didion–. La política no me interesaba, pero me mandó cubrir las convenciones demócrata y republicana. Me enviaba por mensajero el "Times" del día. Estaba decidido a que la persona que elegía para hacer un trabajo lo hiciera de la mejor manera».

A Silvers la revolución digital lo ha pillado corrigiendo con lapicero, pero la web del «The New York Review of Books» ofrece todo el archivo y, contra la tiranía de los artículos de usar y tirar, publica textos aún más largos que los de la versión impresa. Su filosofía es la misma que cuando empezó en 1963: «Nos dijeron que hiciéramos una encuesta para saber qué querían los lectores. Barbara y yo nos negamos: escogeríamos los temas y los escritores que quisiéramos. Si resultaban interesantes, la gente se suscribiría; si no, dirían: "Al infierno con la revista"».

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