Curro González: «Una parte del arte contemporáneo se ha alejado de la gente»

El artista rinde homenaje al crítico Kevin Power en la exposición de Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla

Curro González ante una obra de su exposición JUAN FLORES

Marta Carrasco

Sevilla es propensa al olvido, ya lo decía Cernuda, y eso no ha cambiado a lo largo de los tiempos. Por eso el pintor Curro González (Sevilla, 1960), ha querido rendir homenaje a Kevin Power, profesor y crítico de arte que, con gran discrección, fue fundamental para el desarrollo pictórico de una generación artística, la muy brillante de los 80, y, además, trajo a Sevilla a personalidades hoy en el Olimpo del arte como Martin Kippemberger o Julian Schnabel, ante el desconcierto de algunos. Eran otros tiempos.

Curro González ha inaugurado en el Centro de Iniciativas Culturales de la de la Universidad de Sevilla (CICUS) , una exposición titulada «Donde están las cosas por hacer» , La muestra está basada en seis poemas de Kevin Power, textos que su autor envió en agosto de 2012 al artista con la intención de que realizara algunas obras al objeto de ilustrar una futura edición. Ésta no llegó a realizarse por el fallecimiento de Power un año después. «La exposición quiere servir de reconocimiento a su figura y sobre todo ser un tributo a su amistad, y viene de una frase errónea de las Troyanas, cambié nacer por hacer», dice González.

Curro González dice que la ciudad no sabe quien es Kevin Power, «por eso en el catálogo hay una reseña biográfica. Ahora la memoria es cortísima. El estuvo sólo un período de más de dos años en el comisariado de exposiciones de la joven Junta de Andalucía, y se hicieron proyectos interesantísimos. Tropezó con la incomprensión de los que entraron entonces en la Junta, entre ellos José Guirao, que no comprendieron lo que se estaba haciendo en arte, y se aburrió y se fue. Era catedrático de literatura norteamericana, me ayudó mucho y esos conocimientos enriquecieron mi vida. El tuvo un vínculo muy fuerte con Sevilla y era importante rendirme homenaje ».

En el texto del catálogo Curro González habla de que son las anécdotas y los encuentros casuales los que nos hacen ser de una manera, «yo tenía una persona con la que podía hablar de arte, y eso fue importante».

El pintor sevillano dice que el arte se dirige desde los curadores, directores de museos, etc., que tienen gran peso en lo que se mira o deja de mirar, «pero también a nivel internacional galerías muy potentes influyen en ello, por eso me asombra que directores de museos de intachable renombre, cuando llega alguien que tiene capacidad de convicción, y lo digo con toda ironía, cambian de criterio y hacen cosas que no encajan. En el mundo del arte hay demasiada unidireccionalidad , sobre todo en lo que afecta a España. Nos falta el tejido no oficial, que sí encuentras en el mundo sajón. Antes había coleccionismo privado o interés, ahora no hay nada. En Francia hay coleccionismo y cualquier artista puede vivir. En Francia viven muy bien artistas mediocres, mucho peores de los que tenemos en España . Es un gran desfase cultural».

La falta de curiosidad

Preocupado por la formación desde pequeño, también piensa que hay personas que sin una formación específica, sí tienen afición. «Lo que ocurre es que no se respeta el arte porque no se entiende. Quizás el arte contemporáneo, o quienes lo han manejado, no han sido conscientes de que el arte se iba alejando de la gente. Hay una parte del arte contemporáneo que interesa a poca gente, ni siquiera a los artistas, sólo a aquel que lo hace. Y si entramos en ese tipo de grupos y filias absolutas, empieza a faltar algo que es imprescindible: para ser director de museo o galerista, hay que tener curiosidad. En los 80 había curiosidad, los galeristas iban a los estudio, y eso ha desaparecido».

Esa queja de la falta de galeristas se extiende hacia los años 80, «fue la eclosión con algunas galerías, coincidiendo con la eclosión de España, pero la gestión de eso fue catastrófica. A los artistas de los 80 de cualidades innegables, se les dejó «colgados de la brocha» , y eso fue algo terrible. Faltó continuidad en todo, incluso en la política de la administración que ha sido errática. A partir del 92 se hizo política de fuegos artificiales con grandes eventos , y la solución es darle continuidad a un trabajo».

Para Curro González los artistas sobreviven mal, hacen otro tipo de trabajo, dedicádose a la enseñanza, «y ese es otro problema, las facultades. El arte se ha academizado mucho y se generan cursos y talleres interesantes, pero que tampoco aportan una visión fresca ni nueva de nada. La reacción que pretende el arte, estar en contra de lo establecido, resulta que está amparado y documentado desde lo oficial... , es una contradicción. Y eso me hace añorar la época de la bohemia del París de finales de 1800 donde había gente radical que vivía como podía, pero no tenía que ver con el mundo oficial. Añoro ese tipo de discursos. Ahora sólo hay posturas que simplemente te valen para perpetuarse en una cátedra».

Con ironía dice que en el mercado del arte, «hay gente que le gusta ser engañada, le dicen que es bueno y compran por un nombre sin tener conexión con la obra. Yo los argumentos de la gente para comprar, no los entiendo.Nunca he tenido una estrategia para conseguir un público».

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