Vista de la exposición de Oteiza en La Pedrera
Vista de la exposición de Oteiza en La Pedrera - ABC

El Oteiza rebelde e irrepetible visita a Gaudí en La Pedrera

Una exposición recorre en Barcelona todas las facetas del trabajo artístico del escultor

BARCELONA Actualizado: Guardar
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En 1950 se planteó la remodelación de la basílica de Aranzazu (Guipúzcoa) y le encargaron a Oteiza la iconografía religiosa del exterior del santuario. Y cinco años después se paralizó la colocación de los apóstoles tras un informe negativo de la Pontificia Comisión Central para el Arte Sacro que tildaba de no adecuadas las esculturas del artista de Orio. Este episodio se cerró en 1969 cuando Oteiza completó el conjunto escultórico con una Piedad expresionista colocada en lo alto de la fachada.

Ahora podemos seguir todo el proceso de este proyecto en una de las áreas de la exposición que inunda la zona noble de La Pedrera. «Oteiza ensaya muchas variantes de la representación de la virgen», puntualiza Elena Martín, conservadora de la Fundación Museo Jorge Oteiza y comisaria de la muestra.

Aranzazu fue un gran ejercicio para el escultor que quiso despojar a los apóstoles de sus rasgos tradicionales. «La primera curiosidad es que esculpió catorce apóstoles y la segunda es que él hablaba como si fueran remeros de una trainera», desvela Martín.

El impacto de Aranzazu se transforma para Oteiza en una pasión por la arquitectura. En 1954 estaba sumido en el proyecto de una capilla en el Camino de Santiago que ganó el Premio Nacional de Arquitectura y en 1959 construye el Monumento al Padre Donosti, una intervención en el paisaje dentro de la estación megalítica de Agiña (Navarra). Y finaliza los años cincuenta con construcciones vacías con las que concluye su investigación escultórica.

Las tres cabezas de los apóstoles que realizó Oteiza para la basílica de Aránzazu
Las tres cabezas de los apóstoles que realizó Oteiza para la basílica de Aránzazu - Efe

En el lugar, donde se encontraba el oratorio de la familia Milà, que encargó la construcción de La Pedrera, se interpone una columna con figuras orgánicas de Gaudí y en la que aparecen talladas las palabras «perdona» y «olvida».

Entre las esculturas, que por primera vez son expuestas en Barcelona después de casi 30 años, destacan los poliedros, trapecios y cuboides que crean un espacio vacío, el cual enfrentará al espectador a su propio interior. La muestra avanzará hasta un debilitamiento de las formas que concluye con una pieza formada solo por dos chapas tras la «desocupación del cubo».

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