Damien Hirst, en el diván del psiquiatra

El polémico artista británico responde a cien preguntas de sus seguidores en su cuenta de Instagram. «Yo confieso», en cuatro vídeos

Damien Hirst, en el diván de su estudio, plagado de manchas de pintura INSTAGRAM

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Damien Hirst tiene más vidas que un gato. Cuando todos le dan por muerto (artísticamente, claro), sabe cómo reinventarse con espectaculares golpes de efecto y resucitar. A sus 54 años , este « enfant terrible retirado y con aspecto de taxista de Romford», como le definen con ingenio en un artículo en «The Guardian», dicen que tiene un patrimonio que ronda los 200 millones de libras (y eso que recientemente reconocía que despilfarró su fortuna y a punto estuvo de acabar en bancarrota). Es el artista más cotizado del Reino Unido.

Desde el confinamiento en su estudio a causa de la pandemia de coronavirus, el de Bristol pinta estos días cerezos en flor . Muy impresionista. Casualmente, otro pintor británico, David Hockney , también está pintando el florecer de la primavera, aunque en su caso desde Normandía. Hace tiempo estalló una polémica entre ambos. Hockney criticó que Hirst no realizara sus propias obras, aunque después lo negaría. Pero, ¿quién dijo que no se manchaba las manos? En su cuenta de Instagram (tiene 675.000 seguidores, él no sigue a nadie) le vemos hasta las cejas de pintura. Al ritmo de una música pegadiza, baila mientras pinta, se sube a una escalera y desde allí salpica, a lo Pollock, goterones de pintura sobre el lienzo. Es uno de los cuatro vídeos en los que Damien Hirst ha querido responder a cien preguntas de sus seguidores , bajo el título «En el diván del psiquiatra» . El diván no es metafórico: hay uno, por supuesto manchado de pintura, en su estudio.

Sus fans le someten a un tercer grado implacable . De las preguntas más profundas y metafísicas (¿Qué es el arte? ¿Qué opina del street pop art? ¿Busca la belleza en su trabajo? ¿Cuál será su legado? ¿Cómo se llega a dominar el mercado del arte? ¿Qué colores son los más poderosos?), a las más mundanas y banales (¿Y si el tiburón en formol se desintegra? ¿Alguna vez ha pintado con los genitales? Admiro su trabajo, pero no puedo permitirme una obra suya, ¿puede regalarme su camiseta?¿Cuáles son sus patatas fritas favoritas?)...

¿Quién dijo que Hirst no se mancha las manos de pintura? INSTAGRAM

«Eres mi héroe»

La mayoría de los instagramers se muestran rendidos al astro Hirst : «¡Guau, fantástico, otro vídeo increíble!», «Eres bueno, hermano, tanto como Matisse», «Me encantan las flores de cerezo», «Gracias por tu franqueza, honestidad y generosidad», «Inspirador, genial», «Asombroso. Eres mi héroe»... Hay quien le confundió con el actor, cómico y presentador galés Keith Allen (guardan un gran parecido) –y es que también el tiempo pasa por los Young British Artists, que ya peinan canas –, y hasta quien le hace una declaración de amor: «Quiero un papá como tú. I love you». Eso sí, no falta algún aguafiestas: «Parece un proyecto artístico para escolares».

Desde el diván del psiquiatra, Damien Hirst se sincera . Prefiere a Rembrandt que a Dalí, no bebe alcohol desde hace trece años (confiesa que hace tiempo tomaba cocaína y bebía mucho)... Ahora su bebida favorita es el té Rooibos. ¡Quién te ha visto y quién te ve, Damien! Dice que el mejor momento de su carrera fue el día que vendió una obra de arte por 10.000 libras... El tamaño es importante para Hirst. Al menos, el de sus pinturas. Cuando le preguntan qué consejo daría a los jóvenes artistas, contesta: «Les diría que, si tienen dudas, pinten cuadros más grandes. Te permite creer más en lo que haces. Y, si crees en lo que haces, podrás “infectar” a los demás con esa idea. Es verdad que hay grandes obras que se hicieron sin convicción, con dudas, y resultaron extraordinarias. Pero nunca finjas, si no sabes lo que estás haciendo, porque el espectador lo descubrirá».

El artista, durante uno de los vídeos en los que responde a sus fans INSTAGRAM

Confiesa el artista que no tiene muy claro en qué consiste el valor del arte hoy : «La cotización depende mucho de que a un par de millonarios les guste lo que haces. Yo solía despreciar algunas obras de Jeff Koons , como sus fotos practicando sexo con Cicciolina . Me parecían una verdadera mierda. Pero diez años después me compré una por 200.000 libras. ¡Quién sabe qué quedará de todo lo que estamos haciendo hoy! No sabemos en qué dirección irá el arte». Comenta que le encanta dibujar y hacer bocetos («es la forma más barata de fabricar algo que será muy caro»). Hizo varios del tiburón antes de sumergirlo en un tanque con formol. Es una de sus obras más célebres («La imposibilidad física de la muerte en la mente de algo vivo»). ¿El tiburón va a desintegrarse? , le preguntan. «Sí, todo se desintegra. Hay peces que han estado en formol doscientos años, no más. Pero siempre se puede conseguir otro tiburón u otra vaca».

Damien Hirst, con su calavera de platino cubierta de diamantes REUTERS

Otra de sus obras más famosas es «Por el amor de Dios» , una calavera de platino recubierta de diamantes. En 2007 se vendió por 50 millones de libras a un consorcio de inversores en el que estaba el propio Hirst. ¿Cuántos diamantes tiene? ¿Son reales? «Sí, claro. Tiene 8.601 diamantes, todos reales y de gran calidad. Creo que valen más ahora que cuando los compré», dice el artista. ¿Su proyecto más insólito? Recubrir de vibradores el esqueleto de un cerdo. La obra se llamaría «Pork-you-pine» . Nunca la realizó. Gracias a Dios. Hirst se propuso trabajar con plutonio, pero abandonó la idea. Era muy peligroso.

Le preguntan si ha pintado alguna vez con sus genitales. «¡Guau, qué pregunta!» Solo contesta que en cierta ocasión, junto a unos amigos, se disfrazó de payaso y se pintó los genitales de amarillo con lunares azules. Los mostraban por una libra. «Eso fue lo más lejos que llegué. Bueno, y me hizo un retrato un artista llamado Pricasso, que pintaba con el pene». Gracias a este interrogatorio online, conocemos mejor su amistad con Alexander McQueen (sus descensos a los infiernos iban descompasados), que le gusta el color amarillo (no tanto el morado), que prefiere el óleo a la pintura acrílica, porque «es más maleable», que está leyendo libros sobre plagas y pandemias, como «The Hot Zone», de Richard Preston ...

Como el confinamiento se alargue mucho más, vamos a acabar todos como Hirst, en el diván del psiquiatra.

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