Jesús García Calero

La censura con vuelta y marcha atrás

«ARCO no puede albergar un cuarto de censura, ni de obras "retiradas" como clones de Blade Runner»

La obra «Presos políticos», de Santiago Sierra ABC

La censura en ARCO de una obra de Santiago Sierra es un error absurdo, indefendible . Las últimas noticias apuntan a que IFEMA va a pedir disculpas (y no parece suficiente, visto el desaguisado) y dará la oportunidad a la galerista Helga de Alvear de volver a colgar sobre la pared desnuda la polémica obra «Presos políticos» en la que fotos pixeladas de delincuentes y destacados responsables del procés trataban de provocar, precisamente, la reacción que han provocado.

La decisión de censurar la obra ha causado un grave daño a la imagen de la feria , porque lo que se ha censurado es algo simple, una afirmación que todos estamos hartos de escuchar, machaconamente, en los telediarios: ya sabemos que hay personas que opinan que existen presos políticos en España . Y como existe libertad de expresión y de opinión, y como decirlo no es delito, cabe argumentar, dejarse convencer, cambiar de canal, indignarse íntima o públicamente y, por supuesto, afirmar o publicar lo contrario: que no los hay. Pero ARCO no puede albergar un cuarto de censura, ni de obras «retiradas» como clones de Blade Runner.

«Lo que se ha censurado es algo simple, una afirmación que todos estamos hartos de escuchar, machaconamente, en los telediarios»

La pared del museo gozaba de prestigio , pátina de cultura institucionalizada, pero hoy es una terminal más de las pantallas que iluminan nuestras complejidades contemporáneas. La tentación del artista sigue ahí, colgada : conmover, incitar a una reflexión (pertinente en el mejor de los casos) y por supuesto asquear, seducir y epatar (como antes al burgués, ahora al bienpensante). Hay que ser muy torpe o temerario para no comprender que esa pared es un teatro .

Debemos cultivar los escenarios de tolerancia y libertad . El arte, la cultura, son los más evidentes lugares para esa dramaturgia. Si todo acaba en las mismas banderías, la cultura se hace vicaria del discurso político, pierde su valor único. El único sentido de la libertad de expresión es el de tolerar las opiniones contrarias a las nuestras y por eso debemos aplicarnos de manera didáctica los principios básicos vigentes desde la Areo pagítica : el único límite es la ley.

Sierra ha conseguido la fama porque es un virtuoso de la provocación . Debían haber dejado su obra en paz. A pesar de que a muchos no les guste -a mí me gusta muy poco que delincuentes acusados o condenados por gravísimos delitos que han socavado nuestra convivencia tengan un escaparate en Helga de Alvear, pero es mi opinión. Y me gusta menos que una obra tan mala pase el filtro para exponerse en ARCO, pero es, solamente, mi opinión-. Aceptemos que una de las misiones del arte es incomodar , cuestionar nuestras certidumbres, lo cual nos permite pensar.

Sin embargo defiendo con denuedo el derecho a que, una vez expuesta, se permita que siga . No puede haber excepciones ideológicas en la feria internacional de arte contemporáneo. Así es la convivencia, así es la democracia. A nadie debe causar otra reacción que la de rechazo en el legítimo ejercicio de la opinión, una vez que la Feria está en marcha y la galerista ha decidido exponer la obra. Por eso la llamada de Clemente González Soler para presionar desde IFEMA a De Alvear con el fin de que retirase la obra resultaba intolerable . Es censura, por mucho que lo hayan tratado de dulcificar.

«Sierra domina este polémico terreno, resbaladizo para tanto político y gestor metido a crítico de arte, como ha quedado demostrado»

Sierra domina este polémico terreno, resbaladizo para tanto político y gestor metido a crítico de arte, como ha quedado demostrado. Le cerraron instalaciones mucho más duras que esta cuerda de presos, como la sinagoga que convirtió en cámara de gas en Alemania . Pero es un artista cuyo éxito se ha basado en la polémica, en un mundo lleno de escándalos y redes sociales.

Desgraciadamente, su galería de retratos con rostros pixelizados ha terminado pixelizando la intelige ncia , los argumentos del arte y de la libertad que rodean la feria ARCO desde hace 37 años. Lo ha convertido todo en un simulacro baudrillardiano, de tener lo que no se tiene, en una realidad autónoma. Y arden las redes mientras Waterloo, Suiza, el procés , son los nuevos topónimos de esa realidad, de ese mapa irreal, a los que los rostros pixelizados se asoman como un niño al escaparate de una pastelería.

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