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Imágenes de la explosión de Nimrud - efe

El Estado Islámico muestra la voladura de la milenaria ciudad asiria de Nimrud

En el vídeo publicado ayer un yihadista amenaza con continuar la salvaje destrucción cultural

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Las imágenes ponen los pelos de punta. Un joven barbudo, militante del Estado Islámico, se perfila contra el friso de un «lammasu», un toro alado con cabeza humana característico de la mitología mesopotámica. Mientras juguetea con un detonador entre las manos, amenaza con destruir todas las estatuas del mundo. «Alá nos ordenó destruir los ídolos y es lo que estamos haciendo», afirma. «Juro por Alá que cada vez que conquistemos un territorio destruiremos los símbolos del politeísmo y difundiremos el monoteísmo», añade más tarde.

Durante los siguientes siete minutos, acompañados por los cánticos religiosos que suelen adornar los vídeos del Estado Islámico, miembros de esta organización se entregan a una orgía destructora utilizando mazos, martillos, pilones, excavadoras y explosivos.

Para cuando terminan, la antigua ciudad asiria de Nimrud, de tres mil años de antigüedad, ha dejado de existir.

El vídeo fue hecho público ayer por el departamento de propaganda de los propios yihadistas, aunque dado el sofisticado trabajo de montaje, es evidente que los hechos reflejados ocurrieron con anterioridad. Las primeras informaciones sobre la devastación de Nimrud por parte de estos militantes aparecieron a principios de marzo, seguidas, poco después, por informes sobre la destrucción de la vecina Hatra, la capital del reino de los partos y considerada Patrimonio de la Humanidad. Ambas ciudades se encuentran en la provincia de Nínive, en las cercanías de Mosul, sin protección ante las ínfulas destructoras del Estado Islámico.

Importancia histórica

Las primeras excavaciones arqueológicas en Nimrud, entre 1845 y 1851, fueron realizadas por el británico Austen Henry Layard, que se llevó numerosas estatuas que hoy pueden verse en el British Museum de Londres. De allí procede también el llamado «tesoro de Nimrud», una colección de 613 piedras preciosas y joyas de oro halladas en 1988, en lo que algunos estudiosos calificaron como «el descubrimiento más importante desde la tumba de Tutankamón en 1923».

Muchas de las grandes piezas habían sido llevadas a otras localizaciones, como museos en varias capitales occidentales, así como en Bagdad o Mosul (si bien esta última instalación también fue arrasada por los yihadistas el pasado febrero). Pero la importancia histórica del complejo urbano de Nimrud, que incluía varios palacios y una ciudadela, seguía siendo enorme. En el video puede verse la voladura controlada de varias de estas construcciones.

Resulta imposible estimar el daño realizado por los yihadistas, pero todos los expertos están de acuerdo en que es irreparable. En marzo, la UNESCO lo calificó de «crimen de guerra». Pero tal vez lo más irónico es que los militantes del Estado Islámico parecen dolidos porque el resto del mundo no comparta su celo iconoclasta y sus motivaciones: en el video publicado ayer, un yihadista se mofa de la «gente despreciable llorando por unos ídolos rotos», y se queja de la imagen del grupo en los medios internacionales, que muestran «a los creyentes como si fueran bárbaros a quienes no les importa la cultura y la civilización».

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