Toro alado con cabeza humana, situada en el área arqueológica de Nimrud
Toro alado con cabeza humana, situada en el área arqueológica de Nimrud - afp

Nimrud, capital del imperio asirio y joya arqueológica

Patrimonio de la Humanidad desde 1985, es uno de los enclaves arqueológicos más importantes del mundo gracias a sus palacios, bajorrelieves y esculturas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El anuncio de la destrucción de Nimrud por parte de los yihadistas es una terrible noticia para el patrimonio cultural mundial por su legado histórico y arqueológico, que la Unesco no ha dudado en calificar como «crimen de guerra».

La ciudad de Nimrud, antes llamada Kalhu, fue designada en el siglo IX a.C capital de Asiria por Assurnasirpal II, función que desempeñó durante los siguientes 150 años. En el año 612 a.C. fue destruida en el curso de una invasión, si bien la parte de la ciudadela continuó siendo habitada.

La ciudad, situada al norte de Irak, junto al río Tigris, y considerada durante siglos una joya arqueológica (es Patrimonio de la Humanidad desde 195), contaba con una muralla de 8 kilómetros y un canal que transportaba el agua desde el alto Zab.

En su sector suroeste se ubicaba la ciudadela, complejo que albergaba palacios y templos. Al noroeste se situaban el zigurat y los templos dedicados a Ninurta, Ishtar y Kimduru. Cerca, al sur del zigurat, se construyó el llamado palacio del Noroeste, cuyo salón del trono debió resultar magnífico, con sus paredes revestidas de bloques de piedra labrados en los que se mostraban escenas de caza, representaciones de dioses o éxitos militares del soberano. Los corredores del palacio estaban protegidos por figuras de leones y toros esculpidas en piedra, a modo de simbólica protección.

En el sector meridional estaban los palacios mandados construir por Shalmaneser III, Tiglath-pileser y Asarhaddon. Hacia el sureste se construyó el templo de Nabu, así como diversas dependencias administrativas. Por último, existía un gran arsenal construido por orden de Shalmaneser III, en el que se guardaban los tesoros del Imperio.

Primeras excavaciones

Nimrud fue comenzada a excavar a mediados del siglo XIX por A. H. Layard, quien creyó haber encontrado los restos de la ciudad de Nínive, y así lo transmitió durante años. Las primeras descripciones de la ciudad las realizaría el viajero Claudius James Rich en 1820.

Numerosos equipos han ido asumiendo los trabajos de investigación y recuperación de la ciudad, liderados, entre otros, por George Smith o el asirio Hormuzd Rassam, entre 1873 y 1879. Tras 60 años de abandono, serían los británicos quien retomaran dicha responsabiidad, bajo el mando de Max Mallovan, David Oates y Julian Orchard, sucesivamente. Más recientemente, la dirección de las investigaciones las ha centralizado el Departamento de Antiguedades de Irak.

Las excavaciones de Nimrud, situada a 30 kilómetros de Mosul, segunda ciudad iraquí tomada por el EI desde junio de 2014, revelaron un importante patrimiono cultural, entre palacios, esculturas y bajorrelieves, a los que se suma el conocido como «Tesoro de Nimrud», un conjunto de 613 piezas de joyería realizadas en oro y piedras preciosas.

Tesoros dispersos

El tesoro, descubierto entre 1988 y 1990 en las tumbas de un palacio real asirio, que data del siglo IX antes de Cristo, se daba por robado en la ola de saqueo que devastó la capital iraquí tras la caída el 9 de abril del presidente Sadam Husein. En 2003 se supo que llevaba escondido 12 años en una bóveda del Banco Central por responsables del antiguo gobierno iraquí, para protegerlo de la guerra.

Otras de las piezas más valoradas de esta histórica ciudad son sus monumentales esculturas aladas (toros y leones), que previsiblemente han sido víctima de las máquinas excavadoras de los terroristas, aunque algunas de ellas sobrevivirán gracias a pertenecer a la colección permanente de instituciones internacionales, como el Museo Británico, donde llegaron por iniciativa de Henry Layard, o el Louvre de París, donde se pueden disfrutar.

Ver los comentarios