Las tumbas más buscadas de la historia

La incansable búsqueda de Nefertiti podría estar a punto de su final, pero otros de los grandes misterios de la historia siguen aún sin resolver

MADRID Actualizado: Guardar
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  1. Nefertiti

    Busto de Nefertiti
    Busto de Nefertiti - AP

    Arqueólogos de todo el mundo aguardan con impaciencia los resultados de las investigaciones que en este momento se están llevando a cabo en la tumba de Tutankamón. El egiptólogo británico Nicholas Reeves está convencido de que existe otra cámara oculta tras una puerta sellada donde reposaría la legendaria Nefertiti, la «gran esposa real» del faraón Akenatón.

    Habrá que esperar «de uno a tres meses» para resolver el enigma, según señaló el ministro egipcio de Antigüedades, Mamduh al Damati, pero éste no tiene dudas de que hay «algo» detrás de la cámara funeraria de Tutankamón.

    Inspección en la tumba de Tutankamón
    Inspección en la tumba de Tutankamón - AFP

    La inspección preliminar llevada a cabo por Reeves junto a Al Damati y expertos del ministerio egipcio de Antigüedades ha dado nuevas alas a la teoría del egiptólogo británico.

    «No he encontrado nada que haya hecho que cambie de opinión; es más, todos hemos encontrado más información que hace que pensemos que podríamos estar en lo cierto», destacó Reeves, quien sin embargo no quiso ser tajante en sus afirmaciones.

    «Solo estoy siguiendo las pistas, que apuntan a que es Nefertiti, pero no puedo leer el futuro. Sin embargo, las pruebas son lo suficientemente sólidas para mí. Confío plenamente en que algo está sucediendo», afirmó.

    Para el reputado arqueólogo de la Universidad de Arizona, la temprana muerte de Tutankamón a los 19 años obligó a improvisar su cámara mortuoria en una ya existente del Valle de los Reyes, junto a Nefertiti. Las finas hendiduras que apreció Reeves en las imágenes de alta resolución de la cripta del «faraón niño», llevada a cabo por la empresa española Factum Arte, sugieren una puerta sellada a otra cámara oculta.

    Reeves está convencido de que se trata de la tumba de Nefertiti, pero otros arqueólogos tienen sus dudas. Para el egiptólogo francés Marc Gabolde, «es más probable que sea Meritaton que Nefertiti». Al Damati cree más probable que allí se encuentre la momia de la considerada por muchos como la madre del faraón, la reina Kiya, pero sea Nefertiti, Meritaton o Kiya, este descubrimiento «será el más importante del siglo».

    La tumba de esta reina de belleza legendaria, que ejerció un importante papel político y religioso en el s.XIV antes de Jesucristo, jamás ha sido descubierta. Nefertiti fue la esposa del faraón Akenatón (gobernó en torno a 1353-1336 a.C.), famoso por haber convertido su reino al monoteísmo imponiendo el culto exclusivo de dios al sol Atón.

  2. Cleopatra y Marco Antonio

    El encuentro de Marco Antonio y Cleopatra, por Lawrence Alma-Tadema
    El encuentro de Marco Antonio y Cleopatra, por Lawrence Alma-Tadema - WIKIPEDIA

    Cleopatra se suicidó el 14 de agosto del año 30 a. C., días después de que su amante Marco Antonio se quitara la vida. La encontraron muerta en su cámara privada, con dos punzadas en el brazo que hicieron pensar en la mordedura de un áspid como causa de la muerte. La batalla de Actium había sido decisiva. La derrota a manos de Octavio era un hecho. Las tropas romanas se hallaban a las puertas de Alejandría y todos los intentos por salvaguardar su poder habían fracasado, pero la última reina del Antiguo Egipto no estaba dispuesta a permitir que Octavio la exhibiera humillantemente en Roma en la marcha triunfal para celebrar su conquista.

    Antes de morir acompañada por dos de sus sirvientas, Cleopatra habría escrito una carta al César pidiendo ser sepultada junto a su amado Marco Antonio.

    Según recogió Plutarco, Octavio concedió a Cleopatra su deseo póstumo y ésta recibió sepultura junto a Marco Antonio, tras ser embalsamada como éste, según relató el historiador romano Dion Casio. ¿Dónde? Es uno de los grandes misterios aún sin resolver.

    Zahi Zawas y Kathleen Martínez en Taposiris Magna
    Zahi Zawas y Kathleen Martínez en Taposiris Magna - EFE

    La arqueóloga dominicana Kathleen Martínez cree estar a punto de desvelar el enigma. El reciente hallazgo de una estela de piedra caliza en Taposiris Magna refuerza en su opinión la tesis de que la pareja reposa en este complejo a 45 kilómetros de Alejandría donde en su día hubo un templo dedicado a Osiris, el dios egipcio de la resurrección, y su mujer, la gran diosa madre Isis. En la estela se observan los nombres en alfabeto jeroglífico de Ptolomeo IV y su hijo Ptolomeo V, tatarabuelo de Cleopatra. Es una pieza muy similar a la Piedra de Rosetta y una copia exacta de la hallada en el templo de Filae, en Asuán, que también data de la época de Ptolomeo V.

    Esta importante estela respaldaría la idea de que Taposiris Magna fue un templo a Isis más relevante de lo que se pensaba. Se cree que Cleopatra fue enterrada en un templo dedicado a esta divinidad egipcia, así que a juicio de Martínez, su legendaria tumba podría estar en este enclave del Bajo Egipto.

    Los arqueólogos llevan ocho años trabajando en Taporisis Magna. Allí han descubierto tumbas de funcionarios y nobles, además de estatuas de Isis y monedas de bronce, algunas de la época de la legendaria reina que sedujo a Julio César y a Marco Antono.

    Las investigaciones cuentan con el respaldo del egiptólogo Zahi Zawass, que fue ministro egipcio de Antigüedades. «Tiene mucho sentido que hubieran sido enterrados allí, ya que es el lugar perfecto para esconder a cualquier persona importante», ha señalado. En una entrevista en ABC en 2014 se mostraba esperanzado en que aquel año el mundo contemplara la tumba de Cleopatra. No pudo ser, pero puede que estemos cerca.

  3. Alejandro Magno

    Alejandro Magno
    Alejandro Magno - ABC

    El hallazgo de una tumba en una excavación en Macedonia, al norte de Grecia, despertó gran expectación en 2013, pero pronto la noticia se desinfló como un globo. «Es improbable y carece de seriedad científica el afirmar que el hallazgo de Anfípolis “esconde” la sepultura de Alejandro Magno», afirmaba tajante la veterana arqueóloga Katerina Peristéri, responsable de la excavación en la zona Kastá de Anfípolis.

    La tumba en la que se pensó que podría estar enterrado Alejandro III de Macedonia contenía los huesos de una mujer, un recién nacido y dos hombres, así como restos de una incineración, según reveló después el Ministerio de Cultura griego.

    La muerte de Alejandro Magno, por Karl von Piloty.
    La muerte de Alejandro Magno, por Karl von Piloty.

    El legendario conquistador murió en Babilonia (hoy Irak) el 13 de junio del año 323 antes de Cristo tras doce días de fuerte fiebre, escalofríos, dolor abdominal agudo y periodos de debilidad unidos a otros de delirio que llevaron a especular con las causas de su muerte: ¿neumonía, envenenamiento, infección, fiebre tifoidea o virus del Nilo? Apenas le faltaba un mes para cumplir los 33 años.

    Perdida su pista en Alejandría

    Su cuerpo fue conservado originalmente en un sarcófago de oro y colocado en un carruaje para su traslado a Macedonia. Hay fuentes que aseguran que Alejandro deseaba descansar en el oasis de Siwa, pero Ptolomeo, en un golpe de mano, llevó su cadáver por el desierto a Menfis, en Egipto. «La posesión del cuerpo de Alejandro lo legitimaba en el trono y convertía el emplazamiento de su tumba en un lugar sagrado», según el perfil de Tolomeo que escribió la doctora en Historia Núria Castellano en National Geographic. De Menfis sería trasladado años después a un mausoleo en Alejandría, que fue conocido como el Soma. Su ataúd de oro macizo serviría para pagar a los soldados de Ptolomeo XI, siendo sustituido por uno de alabastro.

    Personajes como Cleopatra, Julio César, Augusto, Calígula y Caracalla habrían visitado la tumba en Alejandría, pero ésta se perdió tras el saqueo de la ciudad, el terremoto que azotó la ciuad y las guerras. La mezquita Atarina, la mezquita de Nebi Daniel... son varios los lugares donde se ha creído que reposa Alejandro Magno.

    Para Valerio Manfredi, autor de «Alexandros» y del ensayo « La tumba de Alejandro. El enigma» (Grijalbo, 2011), seguramente el mausoleo de Alejandro Magno fue destruido durante la insurrección cristiana en la que se asesinó a Hipatia y su cuerpo fue echado a los perros. Todo lo que quedaría de su sepulcro serían los restos de la llamada la Tumba de alabastro en el cementerio latino de Alejandría.

    Para el británico Andrew Chugg, autor de «La tumba perdida de Alejandro Magno», el cadáver del mítico guerrero fue camuflado como el de San Marcos para evitar su destrucción durante esta turbulenta época y llevado a Venecia en 828 por un grupo de comerciantes venecianos. «Ambos cuerpos se dice que fueron momificados con lino y uno desapareció al mismo tiempo que apareció el otro, en casi exactamente el mismo lugar, cerca de un cruce de carreteras de Alejandría», afirmaba el historiador británico. En su opinión, Alejandro Magno se encuentra en la urna que se considera contiene las reliquias del evangelista en la basílica de San Marcos.

    El estudio de los restos allí conservados permitirían comprobar o desechar la teoría de Chugg, pero mientras no se autorice la duda aún subsiste y la incansable búsqueda de la tumba del gran conquistador macedonio prosigue.

  4. Genghis Khan

    Estatua de Genghis Khan en Ulan Bator
    Estatua de Genghis Khan en Ulan Bator - AFP

    Historiadores y cazadores de tesoros han buscado sin éxito durante ocho siglos la tumba del legendario conquistador mongol que construyó en el siglo XIII un inmenso imperio que se extendía desde el mar Caspio hasta el Pacífico.

    El sanguinario guerrero murió el 18 de agosto de 1227, con 65 años, mientras sitiaba la actual Yinchian (China). Los libros de Historia antiguos contaban que una flecha le alcanzó durante la batalla y cayó del caballo, pereciendo a los pocos días, aunque hoy no está claro si falleció a consecuencia de sus heridas o si falleció víctima de alguna enfermedad, quizá el tifus. Consciente de su final, el gran Khan mandó que su muerte se ocultara hasta haber logrado la victoria y los habitantes de la ciudad hubieran sido aniquilados. El terror era un arma poderosa para el imperio de Genghis Khan.

    Su hijo Tolui condujo después el cortejo fúnebre de regreso «a las montañas de Burkan Kaldun», donde según la leyenda «tres mil caballos estuvieron pateando durante tres días el terreno donde se colocó la tumba y después mil soldados permanecieron de guardia durante años hasta que volvieron a crecer los árboles de aquel bosque talado», relata Enrique Palazuelos en «El poder sin metáfora: el imperio de Gengis Kan».

    Todos aniquilados

    Tal fue el empeño en que nadie profanara la tumba del conquistador mongol que los soldados que acompañaron el cortejo fúnebre mataron a todo el que salió al paso de la procesión, así como a todo aquel que preparó su sepultura o asistió a su entierro. También se cuenta que los soldados fueron aniquilados por otros a su regreso. Según la leyenda, el emperador mongol se hizo enterrar en compañía de 40 doncellas y 40 caballos y cabe suponer que con riquezas obtenidas en sus conquistas.

    La ubicación de su tumba se convirtió en tabú y aún hoy es uno de los grandes secretos de la historia. La montaña de Burkan Kaldun, en la cadena montañosa de Khentii, al noreste de Ulan Bator, la capital de Mongolia, es un paraje sagrado para el pueblo mongol y Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. En sus proximidades habría nacido Gengis Kan y se sospecha que allí fue enterrado.

    El lugar resultó durante años inaccesible para los arqueólogos ya que al independizarse Mongolia en 1924 quedó bajo la órbita de la URSS y los soviéticos prohibían las investigaciones sobre el conquistador mongol.

    Arqueólogos de diferentes países han tratado de dar con la tumba del gran Khan, incluso desde el espacio, vía satélite, aún sin éxito.

    Para los mongoles Gengis Kan sigue siendo casi un dios y piensan que se debe dejar en paz su tumba.

  5. Atila

    Atila, idealizado por Eugene Delacroix
    Atila, idealizado por Eugene Delacroix - WIKIPEDIA

    El «Azote de Dios», como apodaron los historiadores romanos al mítico rey de los hunos murió en la noche de su boda con Ildico, que aún lloraba la muerte de su padre y sus hermanos por los hunos. Era marzo del año 453 y Atila había cumplido ya los 58 años. Se sabe que padecía una enfermedad incurable. Sufría abundantes hemorragias. Por eso, cuando le encontraron muerto en el suelo y lleno de sangre ante la asustada mirada de la joven goda, los generales de Atila comprendieron que no era una venganza. Había fallecido de muerte natural.

    Así lo José Luis Vila-San-Juan en sus «Memorias de Atila»: «Tal como correspondía a un emperdor, se expuso el cadáver de Atila sobre las más preciosas pieles. Le velaron sus hijos, jefes de sus tribus, altos dignatarios, Onegesio y todos sus generales».

    Al día siguiente se celebraron los «juegos fúnebres» de los hunos, con cantos épicos, música, danzas, carreras de caballos, lanzamiento de flechas a un blanco... mientras otros preparaban su tumba. Se sabe que ante los restos mortales de Atilas se pronunció un canto conmemorativo antes de que el rey de los hunos fuera depositado según la leyenda en un triple sarcófago (uno de oro en otro de plata y finalmente en uno de hierro) con sus objetos más queridos «entre los que no faltaría la espada de Marte», señala Vila-San-Juan.

    En el entierro solo estuvieron sus hijos y sus más fieles generales que juraron guardar el secreto sobre el lugar de su tumba. Los soldados que cavaron la fosa «consideraron un honor suicidarse» para que nadie la profanara jamás, según el relato descrito en las «Memorias de Atila». Y jamás ha sido encontrada.

    «Lo más probable es que, siguiendo las viejas tradiciones bárbaras, la última morada del guerrero estuviese en algún enclave concreto cerca de su lugar de nacimiento. Es por eso por lo que la mayor parte de los investigadores apuntan hacia una zona comprendida entre Rumanía y Bulgaria», apunta Javier Martínez-Pinna en «Grandes tesoros ocultos» aunque otros creen que podría encontrarse en «Kalemegdan, una antigua fortaleza situada en uno de los barrios de la ciudad de Belgrado, en la confluencia de los ríos Sava y Danubio, que, según una leyenda local, fue donde se situó la morada última del temido Azote de Dios», añade.

    En marzo de 2014, corrió por Internet la noticia de que un grupo de obreros que construían los cimientos de un nuevo puente sobre el río Danubio en Budapest, la capital de Hungría, habían dado con un espectacular sepulcro del s.VI, la tumba de Atila. La información resultó ser uno de tantos « fake» o noticias falsas que circulan por el ciberespacio.

  6. Francis Drake

    Sir Francis Drake
    Sir Francis Drake - ABC

    Entre las reliquias y restos arqueológicos más codiciados que la Society for Historical Archaeology de EE.UU. incluyó en su informe en 1994, figuraba junto a las tumbas anteriormente descritas de Cleopatra, Alejandro Magno y Gengis Kan el sarcófago de plomo de sir Francis Drake.

    «Al famoso corsario inglés lo han buscado la National Geography, la BBC de Londres y un sin fin de aventureros», contaba el historiador Javier Noriega en el blo «Espejo de navegantes». El famoso pirata murió de disentería a bordo del barco «Defiance», aunque no en mar abierto, sino frente a Portobelo el 28 de enero de 1596 después de ordenar a sus hombres que no dejaran supervivientes en el asalto a la ciudad panameña.

    Al primer inglés que circunnavegó el mundo lo amortajaron con la bandera inglesa e introdujeron su cuerpo en un ataúd de madera y al parecer dentro de una sellada caja de plomo. «Que el féretro estaba así acondicionado lo certifican además los inventarios que quedaron de la expedición, en que consta la diferencia de peso del metal que llevaba el buque a la ida y a la vuelta», relataba Noriega, aunque mostraba sus dudas: «Como historiador me pregunto de donde sacarían aquel sarcófago de plomo en aquella muerte inesperada».

    En una ceremonia fúnebre, el sarcófago fue echado al mar antes de que su tripulación atacara Portobelo siguiendo sus órdenes. En aquellos tiempos no había costumbre de apuntar las coordenadas de las exequias marinas, así que encontrar el lugar exacto donde yace sir Francis Drake se ha convertido en un desafío para los cazatesoros del Caribe.

    En 2011 una expedición financiada por el millonario Pat Croce y capitaneada por James Sinclair dio con los restos de los que aseguraron eran los buques Elizabeth y Delight, hundidos durante el asedio por «la madera carbonizada, el plomo a bordo, la cerámica inglesa de la época...».

    En la misma zona se han hallado desde 1975 restos de barcos que pudieron haber pertenido a la carabela Vizcaína, del cuarto viaje de Colón, hundida en las inmediaciones en 1503, o del Elizabeth. Del sarcófago de plomo y sir Francis Drake aún no hay noticias.

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