Rafael Alberti, retratado en una de las imágenes inéditas de su viaje a Nueva York
Rafael Alberti, retratado en una de las imágenes inéditas de su viaje a Nueva York - Juan Lebrón
Poesía

Rafael Alberti, poeta en Nueva York

Los españoles que acogieron al gaditano durante su estancia en la Gran Manzana en 1981 desgranan los detalles de aquella aventura, ilustrada por unas fotografías inéditas de Juan Lebrón

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Nueva York como imán para poetas, Manhattan para escribir. Y entre los rascacielos, versos premonitorios. Lorca escribió «Poeta en Nueva York» y dentro del poemario dejó unos versos que ponen los pelos de punta releídos después de su asesinato. «Cuando se hundieron las formas puras / bajo el cri cri de las margaritas, / comprendí que me habían asesinado… Destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. / Ya no me encontraron. / ¿No me encontraron? / No. No me encontraron…».

Rafael Alberti, al pie de las Torres Gemelas en su viaje a Nueva York en 1981, escribió otros versos sobrecogedores: «Aquí no baja el viento, / se queda aquí en las torres, / en las largas alturas, / que un día caerán / batidas, arrasadas de su propia ufanía». Rescata ABC estas fotografías inéditas tomadas por el productor Juan Lebrón durante el viaje al principio de la década de los ochenta del poeta Rafael Alberti a Nueva York. Un testimonio visual al corazón de la intimidad de uno de los principales representantes de la Edad de Plata de la literatura española. Juan Lebrón, afamado productor de cine y televisión español, vivía en aquellos momentos en Nueva York.

Alberti, en plena intervención en las aulas de la universidad
Alberti, en plena intervención en las aulas de la universidad- Juan Lebrón

Ahora se publican por primera vez estas fotografías de aquel viaje. Una empresa con contratiempos. Sin ir más lejos el visado del poeta, por su pertenencia al Partido Comunista legalizado cuatro años antes en España. «Es lógico dada la legislación que existía en Estados Unidos en aquel momento. El caso de Alberti lo desconozco exactamente. En el mío en la embajada me entregaron un sobre cerrado que no podía abrir bajo ningún concepto. Cuando en la aduana me plantearon problemas entregué el sobre y se pusieron a hacer gestiones y se acabaron los impedimentos», arguye el escritor y crítico literario Gonzalo Santonja.

«Recitaba de memoria»

Entre los españoles en la Nueva York de aquel momento se contaba también Javier Martín Domínguez, entonces corresponsal de RNE. «Alberti debió de responder a una invitación de la Universidad de Nueva York, que además es donde está depositado el fondo de los brigadistas. Allí dio un recital sobresaliente. Recitaba de memoria, era un espectáculo, lo recuerdo muy bien. Aquello estaba lleno hasta arriba». Dos años después le sería concedido el Premio Cervantes. Y de un comunista ilustre a otro. En aquellos días estaba latente, y de manera más explícita en Nueva York, el próximo y polémico regreso del «Guernica» de Picasso a España. «En Estados Unidos son muy mercantilistas, no querían para nada que se fuera el “Guernica”. El MoMA era su muñeco de oro. El MoMA crece porque allí está el “Guernica”, claro. El museo era el envoltorio de lujo del “Guernica”». Y entre las negociaciones y las disputas y mientras los americanos se agarraban a la literalidad de las palabras de Picasso y «la vuelta de la República», «Alberti estaba en contra de que volviera a España porque él era muy literal con las palabras. Pero hay que entender que él tenía que jugar su papel», sopesa Lebrón.

Alberti, durante uno de sus paseos por la Gran Manzana
Alberti, durante uno de sus paseos por la Gran Manzana- Juan Lebrón

Sobre esto Santonja opina lo contrario: «Yo creo que el “Guernica” debía volver. Según Azaña el Museo del Prado estaba por encima de la República y de la Monarquía. Y yo en este caso digo lo mismo. Y creo que Alberti tenía esta opinión». Sustenta su parecer en los hechos de la vida de Rafael Alberti. «Él regresó a España. Si Alberti regresó, con el coste que le supuso… Porque él en Roma era feliz, en el Trastevere le conocía todo el mundo. Si el dejó todo eso atrás para volver a España creo que es de pura lógica pensar que quería que el “Guernica” también volviera».

Alberti en Roma, esa es otra historia. Beatriz Amposta. En el Trastevere, donde Alberti quería ser «aire popular entre tus aires».

Intrahistoria de un viaje

El vate paseó aquellos días por la gran ciudad bajo una larga bufanda blanca. Una bufanda bajo la que cobijan los literatos su prosa y sus poemas. Recorrió la Gran Manzana cincuenta años después de que lo hiciera Federico García Lorca, «poeta y amigo».

Alberti conversa con Juan Lebrón en Nueva York
Alberti conversa con Juan Lebrón en Nueva York- Juan Lebrón

En aquellos años Juan Lebrón lo mismo tomaba café con Paco de Lucía y Sabicas en «Le Figaro» de Greenwich Village que le cedía su apartamento a Alberti. «Después de la fiesta la primera noche Alberti se quedó dormido en mi apartamento y a mí me tocó irme a un hotel. Es que nos bebimos media caja de Marqués de Cáceres», se justifica. Al viaje Alberti iba acompañado de su pareja Beatriz Amposta.

Gonzalo Santonja da especial importancia al hablar sobre el vate a las mujeres de su vida. Explica que los problemas de dinero, que eran frecuentes en algunos momentos de su vida, pasaban porque «él era verdaderamente descuidado y ponía sus asuntos, también los económicos, en manos de sus mujeres. No era poco frecuente que “Rafael” abriera cartas y allí aparecieran cheques sin cobrar. Para hacerse una idea, él convidaba a merendar y no era extraño que no pudiera pagar. En ocasiones tenía un sentido irreal del coste de las cosas. Pero tiene explicaciones patrióticas y poéticas. Alberti era un tipo increíblemente patriota y esto no se ha contado bien. Él tenía dibujos de Picasso, vendiéndolos no habría pasado ningún apuro, pero tenía la fijación de que esto tenía que quedarse en España, que debía de ser propiedad del pueblo español. Por eso nunca se desprendió de ellos».

Alberti, durante una de sus declamaciones en la universidad
Alberti, durante una de sus declamaciones en la universidad- Juan Lebrón

A Beatriz Amposta le dedicó el poeta «Amor en vilo», un poemario hasta la fecha inédito. «Un libro que escribió para ella, pero que no se va a publicar. Lo tiene ella», afirma Teresa Alberti —sobrina del vate—. «Yo la quiero mucho pero es un desastre. Quizá hasta lo haya perdido. Se publicaron algunos poemas que mi tío recordaba de memoria hace años en ABC. El libro sería maravilloso, quizá sea el mejor de sus poemarios de amor. Ese libro jamás nos lo quiso ni enseñar».

«Tieso como la mojama»

Del viaje a Nueva York las anécdotas de los presentes vuelven todas a la segunda noche. Relata Lebrón cómo aquel día llevaron a Rafael Alberti a un restaurante llamado «Frank Tratoria». Frank era un gallego casado con una italiana. «Se comía muy buena pasta y, obviamente, buen marisco. Nos dimos una cena inolvidable. Alberti estaba espléndido». Según cuentan alguno de los asistentes a aquella cena el poeta del Puerto de Santa María declamó, interpretó y hasta realizó algunas imitaciones. «Al final quería invitarnos Alberti a cenar», rememora Juan Lebrón, pero quería pagar la cuenta pintándole palomas al gallego. «Debían de gustarle las palomas a Frank, pero las de Picasso, no las de Alberti. Es que Alberti estaba tieso, tieso como la mojama. Y de allí tuvimos que salir pagando a escote».

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