Pilar Aymerich, premio Nacional de Fotografía

Más de cincuenta años con la cámara a pie de calle, «saliendo a pescar fotos», como le gusta decir, y retratando los cambios sociales de las últimas décadas, le han valido a Pilar Aymerich el premio Nacional de Fotografía 2021. El galardón, dotado con 30.000 euros, ha querido reconocer a la fotógrafa barcelonesa por «una trayectoria en el ámbito de la fotografía a pie de calle, desarrollada a partir de la década de los setenta, que plantea cuestiones acuciantes en la realidad social y política tardofranquista, que aún hoy son de relevancia». Una obra que, según ha destacado el jurado, «germina desde una noción ética en la que la fragilidad es el punto de partida de una narración fotográfica».

Aymerich, figura imprescindible en la construcción de la cotidianeidad de la Barcelona de los setenta y los ochenta junto a Colita, Guillermina Puig, Anna Turbau y Marta Sentís, entre otras, ha sido testigo, muchas veces incómodo de las grandes reivindicaciones de la época. Ahí está, sin ir más lejos, una de sus fotografías más icónicas, esa instantánea tomada durante las Jornadas Catalanas de la Mujer de 1976 en la que mujeres sonrientes departen sobre derechos femeninos mientras una limpiadora, arrodillada en el centro del paraninfo de la Universidad de Barcelona, saca lustre al suelo ajedrezado. «Incorpora a su propia praxis los planteamientos y reflexiones feministas, algo realmente inusitado en el panorama de aquellos años en España», celebra ahora el jurado de este galardón que entrega el ministerio de Cultura.

«Si la fotografía no desvela conciencias, al menos sí que ayuda a entender ciertas situaciones», defiende una Aymerich que, con más de 70.000 fotografías disparadas, ha inmortalizado desde manifestaciones a favor de la despenalización del adulterio a protestas de actores encabezadas por Josep Maria Flotats y Mario Gas; desde retratos icónicos de escritores como Juan Marsé a reportajes de las presas de la cárcel de La Trinitat. «Nunca he robado una foto. Como Robert Doisneau, yo no cazo sino que pesco fotos», le gusta decir.

Y así, pescando y fundiéndose con el ambiente para retratar no desde delante sino desde dentro reivindicaciones femeninas, luchas obreras o las estrellas de la Nova Cançó, Pilar Aymerich fue pasando por publicaciones como 'Triunfo', 'Destino', 'Cambio 16', 'El País', 'Fotogramas' o 'Qué Leer'. Ante de eso, Aymerich (Barcelona, 1943) estudió en la escuela de arte dramático Adrià Gual, donde forjó una poderosa alianza con la escritora Montserrat Roig, y se empezó a formar como fotógrafa durante sus estancias en Londres y París a mediados de los sesenta.

De regreso a Barcelona empezó colaborando con la agencia CIS y no tardó en compaginar el fotoperiodismo con los retratos o las colaboraciones con Roig en el programa 'Personatges' de Televisión Española. A partir de ahí, el no parar: revistas, diarios, libros, cubiertas de discos, carteles, retratos por encargo... «Sus imágenes suponen una deconstrucción radical de la práctica del fotorreporterismo moderno: primero se mezcla con el ambiente, entiende la situación y luego la fotografía. Pone así en práctica una ética en la que la fotografía se entiende como una práctica relacional e intersubjetiva en la que se trabaja con personas», destaca el jurado sobre una fotógrafa que, a sus 78 años, sigue sin perder esa mirada felina que da título al documental que hace poco le dedicó La 2. «Hay muchos fotógrafos que no han parado nunca hasta que se mueren y yo espero hacer lo mismo», dijo Aymerich el pasado mes de septiembre durante la inauguración de una exposición de su obra.