«Un monstruo patológico»: Desvelan al detalle cómo Enrique VIII planeó la decapitación de Ana Bolena

Descubren un pasaje en un libro de órdenes de los Tudor con las instrucciones precisas del rey acerca de cómo quería que se llevara a cabo la ejecución

ABC

Se encontraba en los Archivos Nacionales , escondido en un libro de órdenes de los Tudor repleto de burocracias relacionadas con crímenes del siglo XVI. Los historiadores han descubierto el pasaje que hasta ahora se había pasado por alto en el que Enrique VIII detallaba las órdenes estrictas de cómo deseaba que fuera la ejecución de su segunda esposa, Ana Bolena .

Tracy Borman, una destacada historiadora de la época Tudor, ha descrito la orden judicial en «The Observer» como un descubrimiento asombroso , que refuerza la imagen del rey como un «monstruo patológico» : «Se trata de uni uno de los hallazgos más emocionantes de los últimos años. Muestra las maneras premeditadas y calculadoras de Enrique. Sabe exactamente cómo y dónde quiere que suceda», ha afirmado al citado medio.

En el texto, el rey dicta las instrucciones a William Kingston, alguacil de la Torre de Londres, donde Bolena fue encarcelada el 2 de mayo de 1536 por adulterio . Durante el juicio, se llegó a afirmar que era incapaz de controlar sus «deseos carnales». Ella negó los cargos, pero fue declarada culpable de alta traición y condenada a ser quemada o decapitada «a voluntad del Rey».

En este documento, Enrique VIII estipulaba que, aunque la reina había sido «sentenciada a muerte ... por quema de fuego ... o decapitación», él se había compadecido y le había evitado la muerte más dolorosa, pero «ordenamos que la cabeza de la misma Ana sea ... cortada ». Además, el libro revela que el rey concisó detalles como el lugar exacto para la ejecución y trazó un verdaderp mapa con todos los aspectos relacionados, al tiempo que dejaba claro que Kingston no debía «omitir nada» de sus órdenes.

A juicio de Borman argumenta que, a pesar de la frialdad de las instrucciones , el hecho de que el rey salvara a Bolena de una muerte lenta y agonizante fue un verdadero acto de bondad para la época. Es cierto que una decapitación podía requerir varios golpes, pero él había especificado que se llevara a cabo con espada, que era más certera que el hacha (Margaret Pole, condesa de Salisbury, recibió diez golpes en su ejecución, y María, reina de Escocia —ejecutada por orden de su prima Isabel I— requirió tres).

El 19 de mayo de 1536, Ana Bolena subió las escaleras del patíbulo instalado en el patio de su prisión y se dirigió a los presentes antes de su ejecución:

«No quiero acusar a ningún hombre, ni justificarme de mis decisiones, solo deciros que rezo a Dios para que proteja al rey y le conceda un largo reinado porque es el más generoso príncipe que hubo nunca: para mí fue siempre bueno, gentil y soberano . Y si alguna persona se vincula a mi causa, les requiero que obren en conciencia. Acepto pues mi partida de este mundo y solo les ruego que recen por mí...».

Impulsivo y colérico

El rey exhibía un carácter impulsivo y colérico en la esfera privada que fue empeorando con los años. Enrique VIII comenzó una relación con Bolena mientras estaba casado con Catalina de Aragón . Calificada como una dama de la Corte seductora y ambiciosa, provocó un cisma en la Iglesia.

Enrique se apasionó con ella y la quiso no solo hacer su amante, sino también su reina. Enamorado locamente, propuso al Papa una anulación matrimonial basándose en que se había casado con la mujer de su hermano, pero el Papa Clemente VII rechazó la anulación.

Cansado de esperar una respuesta favorable, Enrique VIII tomó una resolución radical: rompió con la Iglesia Católica y se hizo proclamar «jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra» . En 1533, el Arzobispo de Canterbury declaró nulo el matrimonio con Catalina y el soberano se casó en la Abadía de Westminster con Ana Bolena , a la que parte del pueblo ya denominaba «la mala perra».

Tras nacer su hija, la futura Isabel I, Catalina fallecía y Ana sufrió un aborto de un hijo varón. Solo unos meses después, fue decapitada por el consejero del rey Thomas Cromwell y condenada falsamente de emplear la brujería para seducir a su esposo, de tener relaciones adúlteras con cinco hombres, de incesto con su hermano , de injuriar al Enrique y de conspirar para asesinarlo .

El envejecido y obeso soberano se divorció de nuevo para casarse con Catalina Howard, a la que también decapitó . Al igual que le ocurriera a Catalina antes que a Ana, Enrique VIII sustituyó a su segunda esposa por una mujer más guapa y joven, Jane Seymour . El día después de la ejecución de Ana contrajo matrimonio con ella y engendró a su único hijo varón, el príncipe Eduardo.

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