Ministro Guirao, intervención ya en la SGAE (game over)

Pero si la entidad quiere ganar el futuro debe hacer un ejercicio inédito hasta ahora. Desde los cimientos de la gestión.

IGNACIO GIL
Jesús García Calero

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Estaba cantado . Para ser una entidad dedicada a la gestión de los derechos de autor de los músicos, cuesta creer que los responsables de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) no se hayan coscado antes de lo que iba a pasar. Estaba cantado que el fraude y los abusos de la Rueda de las TV era una injerencia mafiosa de las cadenas para tomar el poder (y un buen botín ) en la entidad de los autores, a costa de una gran mayoría de autores, a través de los ingresos inflados de un puñado de músicos emitidos en banda nocturna , con músicas inaudibles al principio, a las que luego subieron tanto el volumen como la rentabilidad. Al principio salían con las brujas , luego ni siquiera las necesitaban, se bastaban ellos solos.

Al tener más ingresos adquirieron más votos y ganaron peso en los órganos directivos de la SGAE. Asaltaron el poder . Tomaron todas las decisiones que la prudencia y las investigaciones policiales y judiciales desaconsejaban tomar, mirándose el ombligo , es decir, la cuenta corriente. Y así nos ha ido. No se han percatado, o si se han percatado lo han despreciado, de que lo que se jugaba en su partida trucada era muy importante para la imagen de España. De la limpieza en la gestión de la cultura, que es nuestro petróleo . Están en peligro los acuerdos de reciprocidad, el cobro de derechos internacionales en España. Se mantienen durante este año, pero a nadie se le escapa que si la Rueda se lo lleva crudo, es a cuenta de una rebaja en los derechos de los repertorios restantes . No es una situación que pueda perdurar.

Hay que pensar que la última y recién llegada, Pilar Jurado , tenía las mejores intenciones y no estaba relacionada con la Rueda. Pero le sostienen sus votos y eso ya se ha convertido en un problema . En su visión, las editoras expulsadas que exigen un giro copernicano son el adversario y eso le coloca también del lado de la Rueda. Es decir, en la política interna, a pesar de no querer ser parte, de algún modo lo es. Solo con el castigo de CISAC se puede dar un paso atrás y ver el panorama que reina en la cúpula de la SGAE . Una entidad de 300 millones de facturación que debería tener una gestión prístina y unas prácticas totalmente transparentes , que es lo que exige la CISAC, y que lleva muchos años en el barro. No es culpa del último en llegar. Pero la solución no se va a encontrar a estas alturas sin un coste . ¿Estaba dispuesta a pagarlo Pilar Jurado? Por eso es necesario un control externo, inmune a las luchas intestinas que son todo lo que hay.

No podemos aspirar a ser una potencia cultural con entidades bananeras. Es muy triste lo que ha sucedido. Lean los autos y el sumario del caso en la Audiencia Nacional. La única solución pasa por una gestión de los derechos sin vínculos ejecutivos con los titulares de los derechos que se gestionan . Profesionalizada e independiente. En una entidad tan compleja, que suma autores, editores, músicos, dramaturgos y guionistas , la presidencia ejecutiva de unos titulares inevitablemente irá -ha ido- acompañada de decisiones de interpretación dudosa, cuando no una total falta de equidad. Durante los últimos años siempre se ha beneficiado al final a los músicos asociados a las TV. Por todo ello el horizonte de esa situación es una batalla sin cuartel por la presidencia, desde que se hizo ejecutiva, porque da la llave de la toma de decisiones . El otro resultado indeseado ha sido la inestabilidad entre los técnicos, decapitados en cada capítulo de este peculiar juego de Tronos (sigan el rastro de «cadáveres» de los últimos años y comprenderán que el que no firma lo que le dicen se acaba «cayendo»).

Por eso mismo el Ministerio de Cultura debe poner fin ya mismo a este despropósito. Intervención ya, señor ministro Guirao . Conste que está pedida en manos de un juez de los contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional. Quizá desde el Ministerio haya que preguntar estos días al juez cómo va la cosa. La cultura española y en español no se merece una SGAE fraudulenta, escorada siempre al mismo lado. La junta directiva no puede seguir como si nada, en espera de lograr dar un vuelco en una Asamblea que, de todos modos, se presume bronca . No parece que se vayan a aprobar ni los estatutos ni los repartos, a la vista de los sucedido en la última junta directiva , en la que la mitad de los miembros abandonó la reunión . Porque Jurado va a dar votos a autores que no producen ingresos . Lo que el Ministerio quería ver resuelto (en septiembre de 2018) en diez días lleva un año de retraso. Eso pasaba por una elección de junta directiva con voto electrónico, que no se produjo. Y si acudimos al histórico, desde la entrada de la Guardia Civil en la noche electoral de Teddy Bautista, los problemas graves pronto sumarán una década.

Como vampiros se han pegado a las arterias de la SGAE (y Arteria es un nombre de infausto recuerdo, también, en la casa) comandados desde fuera por editoras sin escrúpulos que solo pensaban en la contabilidad de las cadenas (lo cual tiene su lógica) y de paso en quedarse con el pastel del resto de editoras multinacionales. ¿Que por qué CISAC, la asociación internacional de entidades, se ha atrevido a esta expulsión temporal? Para dar una última oportunidad a la remoción pendiente . Porque los actores dentro de la SGAE son muy limitados y la tendencia de todos ellos es regresar al poder para salvarla. Ya hemos visto a varios expresidentes tomar posiciones en las últimas horas. Pero si la entidad quiere ganar el futuro debe hacer un ejercicio inédito hasta ahora. Desde los cimientos de la gestión. No hallarán la solución quienes fueron parte del problema . Lo que hay en SGAE es un nudo gordiano. O se corta o no habrá manera de recomenzar.

Estar fuera de la CISAC y no reaccionar ante este castigo supondría la implosión de la SGAE , cada día más sinónimo de malas prácticas. Los autores acabarán creando otra entidad, yéndose a otra entidad, formando otra entidad, y con eso todos perdemos. O entrarán -la ley lo permite- entidades extranjeras a gestionar los derechos de nuestra cultura, cosa imperdonable.

España se juega mucho porque SGAE es muy importante para la cultura española y la imagen de nuestro país en el mundo . ¿O preferimos que cuando se refieran a la industria cultural española en cualquier lugar del mundo se den un codazo y enarquen las cejas? Ha llegado el final de la partida. Game over . La SGAE ha terminado asfixiada por la banda de la noche, que ha traído a la entidad sus tiempos más oscuros . Es hora de que alguien abra las ventanas y entre la luz. Aunque resulte doloroso.

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