La poeta portuguesa Ana Luísa Amaral logra el Premio Reina Sofía

El ensayo ‘Diccionario de la crítica feminista’ es también una de sus obras clave, pues su legado abarca el teatro y hasta la literatura infantil

La poeta portuguesa Ana Luísa Amaral, premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2021 ABC
Francisco Chacón

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La obra de Ana Luísa Amaral , reconocida con el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en su XXX edición es un torrente literario cuyo descubrimiento en España tiene aún camino por recorrer.

Su lírica profunda, que hunde sus raíces en la mejor tradición lusitana, incorpora un cariz feminista que, a sus 65 años , le otorga un contenido adicional a esta lisboeta que ejerce como tal en Oporto, donde da clases en la Universidad.

Hasta el momento, Amaral solo cuenta con dos traducciones en español: ‘Oscuro’ , que puso en circulación la editorial Olifante, y ‘What’s in a name’ , que el sello Sexto Piso lanzó al mercado meses atrás.

Suyo es ahora el galardón poético con más prestigio de las letras en español y en portugués, una suerte de celebración ibérica que está dotado con 42.000 euros de dotación y siempre se concede a autores vivos.

Previsiblemente, se dé a conocer de manera más intensa, su amplio legado, que no solo abarca la poesía, sino también el teatro, el ensayo y hasta la literatura infantil.

Esa heterogeneidad se refleja en uno de sus títulos clave: ‘Diccionario de la crítica feminista’ , que se remonta 16 años atrás, en un contexto muy distinto del actual pero que sienta las bases de sus postulados contemporáneos.

Pero tal vez el espejo más conocido que retrata su dimensión de poeta comprometida e icónica en este Portugal del siglo XXI, eternamente deudor del acervo lírico de Sophia de Mello Breyner o Florbela Espanca , tiene que ver con el programa de radio que presenta en la emisora publico Antena 2 bajo la muy apropiada denominación de ‘El sonido que los versos hacen cuando se abren’.

Escribe Ana Luísa Amaral en ‘Oscuro’: «En vuestra historia, señores/ yo fui solo voz/ y no persona completa/ Completa, nunca lo fui, doblada al medio por lo oscuro de los hábitos/ por las promesas forzadas que cumplí/ por el deber que me dictó mi padre (…) No fui solo voz: fui yo, dueña de mí/ porque las letras fueron mías, y el amor/ y el odio demorados/ Solo para eso me valió vivir/ para componer, igual a sinfonía/ cuanto quise».

Ahí, en esa imaginaria intersección entre Emily Dickinson y Wislawa Szymborska , se mueven sus connotaciones de origen cotidiano y recubiertas de una gran intensidad. Un marchamo exquisito que dibuja un compendio de palabras muy necesarias en este mundo actual tan contradictorio y de superficialidad galopante.

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