Freud, la 'espoleta' que hizo estallar al mejor Dalí

Los Reyes inauguran 'Dalí-Freud, una obsesión' que se puede ver a partir de hoy en Viena

Los Reyes, con el persidente austriaco y su esposa, en la exposición AFP
Angie Calero

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Unos erizos con sus púas y partidos por la mitad. Una cinta de cuatro minutos grabada por Luis Buñuel en 1930 donde aparece Salvador Dalí i Cusí comiendo con avidez este manjar marino. Y una foto de su hijo, el surrealista Salvador Dalí i Doménech , cuando se rapó la cabeza en señal de rebeldía. Estos tres componentes -junto a un retrato de su hermana- forman la primera parte de 'Dalí-Freud, una obsesión', la exposición que inauguraron este lunes Don Felipe y Doña Letizia en el Museo del Bajo Belvedere de Viena, con el presidente federal, Alexander Van der Bellen , y su esposa, Doris Schmidauer , en su primera visita oficial como Reyes a Austria. Una muestra que cuenta con 100 objetos de los que 40 son obras de Dalí.

«El erizo es el hilo conductor de esta exposición porque resume todas sus atracciones y repulsiones: el placer de un sabor exquisito y el dolor que produce si te pinchas», explicó a ABC su comisario, Jaime Brihuega , profesor de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid. Muestra los fantasmas contra los que luchaba Dalí: «El amor y la muerte, el deseo y el dolor». Le atraía el sexo, pero le daba miedo porque no podía etiquetar su sexualidad; eso le llevó a amar a las mujeres y alejarse de ellas.

Dalí aceptó sus demonios cuando en 1921 llegó a la Residencia de Estudiantes de Madrid. «Entró en contacto con estudiantes de distintas ramas y conoció vanguardias como el cubismo, el futurismo, el expresionismo, la nueva objetividad del periodo de entreguerras… a Picasso». Con Lorca y Buñuel formó «un trío de revoltosos e iconoclastas», y se sumaron los dibujos de las células del pensamiento de Ramón y Cajal , quien ya era Nobel de Medicina. Pero la cabeza de Dalí implosionó cuando leyó por primera vez a Sigmund Freud .

Comenzó entonces una obsesión de Dalí por él que duró diez años -los mismos que ha tardado en montarse esta exposición-, hasta que en 1938 logró conocerle en Londres. «Sentía fascinación por él, pero Freud no sabía ni quién era. La reunión duró un ratito de la mañana y Dalí se encontró con un Freud viejo y enfermo», que no quiso leer sus textos teóricos porque consideró que no valían y que se limitó a observar el cuadro que le regaló -'La metamorfosis de Narciso'- y a sentenciar que Dalí era «un fanático». Aun así, el artista salió «muy excitado» y relató su charla en muchas ocasiones. Pero después de verle, «su interés por él ya fue decayendo», en lo que tuvo que ver que el mundo cambiaba y Dalí se interesó por la bomba atómica, el ADN…

Esta exposición sirve para comprender un poco más a Dalí, porque cuando leyó a Freud entendió que tenía vía libre para todos esos pensamientos de los que durante huyó porque eran negativos y le atormentaban. «Los transformó en imágenes que estaban de acuerdo con lo que los surrealistas pedían. Freud fue la espoleta que hizo estallar la bomba daliniana», afirmó Brihuega. Razón por la que «sus mejores obras fueron las anteriores a 1938. 'La academia neocubista' -del monasterio de Montserrat, que pesa 200 kilos- no se exhibe casi nunca. Para colgarla en el Belvedere hicieron falta seis personas. 'El juego lúgubre' es de una colección particular suiza y no se ha mostrado en veinte años. «Hay muchas que uno robaría, como 'Mujer durmiendo en un paisaje', del Guggenheim de Venecia; o el 'Pan antropomorfo', un regalo a Gala que Dalí siempre escondió», apuntó el comisario. Ella -su mujer, su madre, su musa-, es la tercera pata de la exposición. Continúa con su etapa internacional y termina con su reunión con Freud: «El mejor Dalí está aquí».

El viaje de los Reyes a Viena comenzó en el Palacio Imperial, donde fueron recibidos con los himnos de España y Austria y honores militares. También realizaron una ofrenda floral en memoria de las víctimas del nacionalsocialismo -en especial a los 7.000 españoles de Mauthausen, 5.000 de ellos fallecieron-, en la Plaza Albertina.

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