Así encontró el «Indiana Jones» holandés un valioso mosaico bizantino robado

Se trata de un retrato de San Marcos que fue sustraído de la Iglesia Panayia Kanakaria en 1979 por el Ejército turco

Arthur Brandt, con el mosaico recuperado AFP

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En el tórrido verano de 1974, las tropas turcas irrumpieron en la isla de Chipre y sin apenas confrontación ocuparon una tercera parte de su territorio en la denominada « Operación Atila ». El avance del ejército turco fue seguido de bandas de saqueadores que, durante los años posteriores, desvalijaron sistemáticamente las iglesias católicas en un desenfrenado pillaje en el que desaparecieron numerosas obras maestras y de gran significado religioso.

Al monasterio de Panayia Kanakaria , iglesia bizantina del siglo VI en Lythrangomi, llegaron una noche de 1979 y, según relataron los testigos, varios de los ladrones lucían el uniforme del ejército turco. Sus mosaicos de Jesús, la Virgen María y los Apóstoles , obras maestras iconográficamente únicas del arte musivario de los primeros cristianos, fueron arrancados de las paredes y desaparecieron en manos de marchantes sin escrúpulos.

Pistas

Uno de ellos, el de San Marcos, ha sido recuperado ahora por el detective de arte internacional Arthur Brand y devuelto a Chipre en la Embajada de este país en Holanda. «Han sido años de seguir pistas, muchas de ellas pistas muertas, hasta que dimos con el paradero de uno de los mosaicos», describe Brand.

En 1983 fueron localizados en una casa de subastas en Londres los dos Apóstoles expoliados del ábside de la iglesia gracias a una denuncia de la Unesco, que había solicitado a expertos en arte bizantino de todo el mundo que denunciase cualquier aparición en el mercado. El hilo del que tiraba su equipo fue una operación realizada en 1988, en la que el marchante de arte estadounidense Peg Goldberg, compró cuatro mosaicos ( San Mateo, Santiag, u Arcángel y un Joven Cristo ) a un marchante turco de Pagania Kanakaria por 3 millones de dólares. Después intentó venderlos al Museo J. Paul Getty , en California, pero el Getty sospechó y puso en alerta a las autoridades grecochipriotas y a la Iglesia Ortodoxa. Chipre presentó una reclamación ante un tribunal federal de Indianápolis que ordenó que fueran devueltos.

Robo en Mónaco

Esa misma ruta, dedujo Brand, debió seguir el resto de los mosaicos, de los que ha logrado rescatar ahora el San Marcos , de 1.600 años de antigüedad y cuya última pista era un misterioso robo llevado a cabo en un apartamento de Mónaco.

«Finalmente apareció en posesión de una familia británica que adquirió la pieza legalmente y de buena fe hace más de cuarenta años», ha dicho Brand; «se horrorizaron al saber que se trataba de un tesoro robado y han sido muy receptivos y favorecedores durante las negociaciones para su devolución». Los propietarios han acordado devolver el mosaico a Chipre a cambio de una pequeña tarifa para cubrir los costos de restauración y almacenamiento.

Conjunto original

La investigación, llevada a cabo en varios países y dos continentes, ha confirmado que el comerciante de arte turco Aydin Dikmen fue la figura clave del expolio, asesorando a los ladrones sobre el valor de las obras y fijando los objetivos. El mosaico de Tomás fue hallado en su poder a finales de los años 90 y tras sus huellas fueron hallados también fragmentos con las manos del Arcángel Gabriel y la Virgen María . En 2014, por último, había sido encontrado San Andrés gracias a las pesquisas de la historiadora Maria Paphiti. San Marcos completa ahora el conjunto original, aunque algunas de estas piezas, fundamentales para la historia de la cristiandad, se han perdido ya para siempre.

«Es una práctica muy habitual en territorios de conflicto -explica el detective-. Hoy en día grupos terroristas como Estado Islámico se financian gracias a ese comercio y calculamos que tienen en su poder o han vendido ya obras por valor de unos mil millones de euros”. «Si un campesino sirio encuentra una moneda -pone como ejemplo- está obligado a entregarla o a pagar el 20 por ciento de lo que consiga a Estado Islámico. La organización pasa el material a intermediarios en Líbano que a su vez contactan con marchantes británicos abiertos a este negocio. La moneda es declarada allí en falso y entra en el mercado sin que sospechen los compradores de Alemania, Inglaterra, Francia o América, países que a su vez invierten mucho en la lucha contra el terrorismo», lamenta.

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