España va tatuada, lo raro es lo contrario. Pero, en 1996, apenas había cien estudios para pintarse por los 2.000 actuales. Ahí estuvo el pionero 'Mao y Cathy', abierto para los militares americanos de Rota en 1982. O en los 90 el fundamental 'El Martillo de Lucifer', en Malasaña, parque de moteros concebido por Alberto García-Alix. Y de ahí a los jugadores de la Roja con cada vez más tribales o letras élficas. Y Kaydy Cain, el cantante de PXXR GVNG, que se marcó la cara en 2015 cuando aún era rarísimo: «Chavales, yo ya no puedo trabajar de cara al público», le dijo a sus compañeros de banda. Hitos normalizadores de la historia coloreada de nuestro país.
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