Bruno Pardo Porto - Papel de fumar

Instrucciones para ser un buen salvaje: huir de la ciudad, adoptar un perro, matar un gato

'Mamut', la nueva novela de Eva Baltasar, ofrece un retrato lúcido de una mujer que huye de la ciudad para reencontrarse con algo más primario. Algo que está entre el animal y la bestia

Bruno Pardo Porto

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El ser humano es un animal caprichoso. Puede que eso aún nos distinga del resto de la fauna del planeta, ahora que Peter Singer saca libro y repite que la consciencia no es exclusivamente nuestra y que también los pulpos tienen lo suyo, aunque no vayan al psicólogo. Cuesta imaginar a otra especie capaz de refinar tanto el arte del deseo, que es también el de la insatisfacción: el trabajo nos cansa, el descanso nos aburre y el amor es un lío enorme, como la libertad. En el fondo somos bastante insoportables.

La protagonista de ' Mamut ' (Literatura Random House), la nueva novela de Eva Baltasar , tiene veinticuatro años y se ha hartado de la ciudad. Odia su trabajo de socióloga («descubrí que los sociólogos éramos técnicos de la vacuidad»), aunque en realidad lo que odia es el sistema: «Una persona agotada se somete a cualquier cosa. Ocho o nueve horas de pie por un miserable sueldo reducen a cualquiera a un modelo humano inferior». Esto pasa mucho: hacer extensible tu desgracia al mundo entero, o tu éxito. Con ese motor funciona la política, es decir, la publicidad.

Esta mujer, que nos perdemos, está llena de hastío, así que se inventa un capricho insuperable: decide ser madre, pero no para cuidar a su hijo, sino para gestarlo. Quiere volver a sentirse animal. Por eso, también, huye al campo y termina viviendo en una masía semiabandonada en la que ni siquiera hay bañera. Y eso es un lujo. «Me gusta. Una casa sin cuarto de baño. Una especie de pocilga. Me gusta la obligación de centrar mi cabeza en cosas importantes. Que la necesidad de una bañera expulse pensamientos banales».

A partir de ahí la historia se despliega como una confirmación del buen salvaje, un poco a lo Christopher McCandless en ' Into the Wild '. Aprende a hacer pan, a cortar leña, a matar a los gatos invaden su morada. «Me siento antigua como la biblia», celebra, en una prosa excelsa. Luego adopta un perro para calmar la sed de compañía. Admira al pastor que tiene como vecino, a unos cuantos kilómetros. Admira su primitivismo, su virilidad. Es esa clase de hombre que para calmar el dolor de muelas se mete una brasa aún encendida en la boca, en el punto exacto donde lo siente, y muerde fuerte. Para qué la medicina, para qué la anestesia. «Yo también quiero ser así», proclama.

A medida que reduce sus caprichos se vuelve animal, y a medida que se vuelve animal se cree más feliz, aunque está más sola. «No tengo dinero ni trabajo, pero poseo media docena de gallinas y un saco de maíz partido. (...) El verbo que me libera podría ser "prescindir"», afirma, siguiendo una lógica similar al friganismo , un movimiento de rechazo al consumismo que consiste en buscar comida en la basura. Ella abraza la sencilleza de la falta del bienestar, porque los problemas de la supervivencia son mucho más nítidos que los de la comodidad: por eso los mamuts no se psicoanalizaban. Pero qué cerca está el animal de la bestia.

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