Arte que atrapa entre notas de blues, country y Frank Sinatra

El Museo Thyssen propone una sorprendente experiencia al visitante al combinar sus exposiciones con la obra del performer islandés Ragnar Kjartansson

'Paisajes emocionales' es más que cuatro instalaciones, es dejarse envolver por la música y la poesía de unos audiovisuales que dejan paralizado al espectador

El artista Ragnar Kjartansson, en una bañera, es la imagen de uno de los vídeos de la instalación 'The Visitors'. Museo Thyssen
Noelia Camacho

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En el recorrido por algunas de las salas del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza , al visitante no sólo se le acompañan impresionantes obras de arte de los grandes autores de la historia. No es complicado seguir el rastro de una música que suena y que invita a querer escuchar mucho más. ¿Es jazz? ¿Blues? ¿Por qué nos transporta al Hollywood de los 50? Algunas preguntas y sólo una respuesta: es la exposición 'Paisajes emocionales', formada por cuatro instalaciones audiovisuales que llevan la firma del creador islandés Ragnar Kjartansson. Lo que ofrece el museo es una forma diferente de disfrutar del arte. Y, sobre todo, de finalizar con mejor sabor de boca si cabe de la muestra 'Arte americano en la colección Thyssen'. Porque si bien es cierto que son dos propuestas diferentes, la pinacoteca defiende que la exhibición temporal y las intervenciones artísticas de Kjartansson, enmarcadas en la muestra sirven para «establecer diálogos con pinturas de los siglos XIX y XX».

Imagen de la obra 'The End', grababa en las Montañas Rocosas. M. THYSSEN

Y tanto que lo hace. Porque la obra de Ragnar Kjartansson paraliza al espectador gracias a cuatro obras: 'The visitors' (2012), 'The Man' (2010), 'The End' (2009) y 'God' (2007) -además de una serie de acuarelas que llevan por nombre 'From the Valley of World-Weariness in British Columbia'. Esta última, 'God', es la que da pie a dejarse envolver por esta especie de tela de araña musical en la que el visitante se ve envuelto al comenzar a escuchar una notas musicales que recuerdan, indudablemente, a Frank Sinatra. Es el artista, caracterizado como el famoso intérprete de 'My way' el que aparece en un vídeo de unos 30 minutos, rodeado de cortinas rosas, en el que entona una y otra vez la misma frase 'Sorrow conquers happiness' (La pena vence a la felicidad) al más puro estilo 'crooner' americano. Pies clavados en el suelo, como si un viaje al Hollywood de mediados del siglo XX se tratara. Una vez abierta la caja de Pandora de Kjartansson , sólo queda bucear por el Thyssen para seguir el rastro de este inclasificable artista islandés. Al lado de 'God' se encuentra ubicada 'The End', otra instalación en la que ya no sólo se instala una sola pantalla. Son cinco vídeos que rezuman sonido 'country' con el propio Kjartansson acompañado del músico Davíð Þór Jónsson. Con las Montañas Rocosas de fondo, ambos interpretan también una melodía durante media hora en la que ni el frío puede con su destreza con el banjo, el bajo, el piano, la guitarra e, incluso, sus propias voces.

Pero hay que seguir otra voz. Al lado de la tienda del museo y bajando unas escaleras se encuentran las dos últimas intervenciones artísticas. En 'The man', se observa al cantante de blues Pinetop Perkins, de 97 años de edad y natural de Misisipi. Canta, toca e hipnotiza. No puedes parar de ver la destreza de un intérprete que se presenta ante el curioso ojo del espectador al aire libre, bajo el sol en medio de una enorme extensión de pastizales con un viejo granero en el fondo. Si 'The man' es hipnótico', la siguiente y más compleja performance de Kjartansson impacta hasta tal punto que no es de extrañar que la sala donde se ubica se vaya llenando al no querer ninguno de los allí presentes abandonar el enclave.

Otro de los audiovisuales de 'The Visitors'. M. THYSSEN

En 'The visitors' nueve pantallas se convierten en una orquesta en la que un grupo de dispares intérpretes se instalan en cada una de las estancias de una descuidada mansión del norte del estado de Nueva York (la finca Rokeby junto al río Hudson). Esos 'visitantes' se sincronizan para repetir melódicamente un extracto del poema 'Modos femeninos', de la artista Ásdís Sif Gunnarsdóttir, que sirven como letra cantada por los artistas. Dura 64 minutos y las pantallas, antes de dar inicio al espectáculo, ya muestran una intimidad que después se teñirá de música. No sólo la curiosa posición en la que se encuentra cada uno de los participantes (que ya de por sí impide bajar la vista) sino también esa casi ceremoniosa letanía en la que se escucha «Una rosa rosa, / En la escarcha reluciente, / Un corazón de diamante, / Y el fuego rojo anaranjado» [...] Una vez más caigo, / Mis caminos femeninos / Hay estrellas explotando, / Y no hay nada que puedas hacer». Versos y arte, una combinación que emociona.

La exposición podrá verse hasta el 26 de junio salvo la obra 'The End' y la serie de acuarelas, que se podrán visitar hasta el 5 de junio.

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