Arqueólogos españoles ponen cara a la misteriosa momia Nespamedu

Esta institución revela todos los secretos del que fuera médico personal, concretamente oftalmólogo, del faraón egipcio Ptolomeo II

Composición de cuerpo entero de Nespamedu, con cartonaje y vendaje ABC

ABC

«Dos mil años después de su muerte podrás estar cara a cara con el médico del faraón. A partir de ahora la reconstrucción forense del rostro de Nespamedu estará expuesta junto a su momia en el recorrido permanente de las salas dedicadas a Egipto y Nubia», rezaba un tuit del Museo Arqueológico Nacional.

Y, efectivamente, como comenta esta institución en su boletín anual , los arqueológos españoles han desvelado todos los secretos acerca de Nespamedu, la misteriosa momia que en su día fue sacerdote y médico personal, oftalmólogo concretamente, del faraón egipcio Ptolomeo II. ¡Y le pusieron cara!

Nespamedu fue un sacerdote de Imhotep (hijo de Ptah) y médico del faraón, que vivió en época ptolemaica (300-200 a. C.). Su momia se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, donde ingresó en 1925 donada por Ignacio Bauer , que la había adquirido del museo de El Cairo. La momia pasó retenida en Barcelona cuatro meses por poblemas burocráticos clasificado como «objeto importado».

El cuerpo está cubierto con cinco cartonajes dorados, debido a su alto estatus social, decorados con inscripciones y figuras de divinidades relacionadas con el Más Allá y con la idea de la supervivencia y protección del difunto después de su muerte.

Este hallazgo e investigación tuvieron un día D, por denominarlo de alguna manera, la noche del 6 de junio de 2016, con nocturnidad y alevosía para que nadie se diera cuenta de que había desaparecido la momia, como informa «RT», para realizar el traslado de esta al hospital Quirónsalud en Madrid para hacerle una tomografía computarizada de alta resolución (TAC) con el equipo del centro.

Y, además de esto, lo ya comentado al principio, que gracias a forenses y especialistas se ha podido reconstruir la cara de la momia virtualmente. Y luego físicamente, gracias al escultor Juan Villa.

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