ABC, testigo privilegiado del juicio al nazismo

En 1945, José Jesús Fornieles recopiló las crónicas en las que ABC narraba los juicios del campo de concentración de Bergen Belsen. Setenta años después, las ha publicado en un libro

Irma Grese y otras guardianas de Bergen Belsen
Manuel P. Villatoro

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El 18 de septiembre de 1945 empezó como un día más para el quinceañero José Jesús Fornieles Alférez . Aunque este andaluz, hoy de 89 años, no recuerda cómo se desarrolló en concreto aquella jornada, de lo que sí está seguro es de que, como era habitual, salió de su casa después de las clases para comprar el diario ABC . «Solía ir por la tarde porque el periódico tardaba un poco en llegar hasta Almería. Después mis padres y yo lo leíamos con atención», explica a este diario.

Sin embargo, en aquella ocasión hubo un artículo que le interesó más de lo normal. Una pequeña crónica que anunciaba el comienzo del juicio contra los jerarcas y los guardianes del campo de concentración de Bergen-Belsen (al norte de Celle, en Alemania).

El texto en sí estaba fechado el día anterior y, a pesar de su brevedad, informaba del inicio de unos procesos igual de reseñables que los de Núremberg , aunque hoy menos conocidos: «Cuarenta y seis alemanes, entre ellos el famoso Josef Kramer , y diecinueve mujeres, han comparecido hoy ante el Tribunal Militar británico , acusados de cometer atrocidades en el siniestro campo de concentración de Belsen. Se trata del primer juicio en masa de nazis por crímenes de guerra».

Aquellas palabras sorprendieron tanto a José Jesús que recortó el artículo y lo guardó. A partir de entonces, y durante los dos meses que duró la causa, se dedicó a hacer lo mismo con cada una de las crónicas que veía en el diario ABC y que hablaban sobre este hecho que marcaría la historia.

Esas crónicas quedaron archivados en la casa de José Jesús, hoy reconvertida en un famoso hotel de Almería. Todos ellos, como recuerda su hijo Javier a este periódico, fueron guardados con cuidado en « bolsas de plástico » y unidos « con las clásicas pinzas negras ». Así permanecieron durante siete décadas hasta que, en pleno siglo XXI, salieron de nuevo a la luz. Al ya octogenario José Jesús le causó cierta nostalgia encontrarlas.

«Cuando volví a ver los recortes pensé que había sido un joven un poco raro porque, en lugar de preocuparme por las chicas, me dedicaba a leer y recortar artículos», bromea. Su familia, por el contrario, consideró que eran documentos de un gran valor histórico y decidió editar un libro con ellos: « Los juicios de Bergen Belsen: crónicas del ABC, 1945 » ( Confluencias , 2016).

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En lo que sí están de acuerdo José Jesús y Javier es que aquellas noticias supusieron un documento clave para entender la Segunda Guerra Mundial en España. «Se estaban haciendo en el momento y por periodistas de un país que no había tenido nada que ver con la contienda», afirma su hijo.

No le falta razón. De la mano de ABC, jóvenes y mayores pudieron descubrir las barbaridades perpetradas por los guardias nazis en Bergen Belsen. Conocer el Holocausto con mayúsculas. Y es que, entonces acababan de pasar pocos meses desde que los campos de concentración habían sido liberados y la matanza sistemática de seres humanos orquestada por Adolf Hitler era todavía una mancha borrosa difícil de creer.

Así quedó claro, por ejemplo, en el resumen de la sesión del 19 de septiembre publicado por ABC: «El teniente coronel Johnson, médico militar británico, declara [...] que el 17 de abril habían muerto en el campo de Belsen 26.000 personas». Podían parecer solo palabras, pero estas líneas fueron la base sobre la que, a la postre, se forjó la conciencia que existe hoy en día de la Solución Final naz i, la misma que otros tantos jerarcas quisieron ocultar.

«Entonces no había nacido Auschwitz como símbolo; no había una literatura de los supervivientes y solo existían este tipo de crónicas para hacerse a la idea de lo que estaba sucediendo en Europa», explica Javier. José Jesús, por su parte, señala que en su momento el horror de la contienda era tal que los campos de concentración parecían «una cosita más».

José Jesús

A pesar de que, tras más de setenta años, este andaluz no puede definir qué sentimientos afloraban en su interior cuando leía aquellas noticias, hay un nombre que no puede olvidar. «Me sorprendió que sentenciaran a muerte a Irma Grese , pero porque era una chica joven, de 23 años, alta y muy guapa», añade.

Poco después, el mundo descubrió que esta guardiana asesinaba a unos treinta reos al día y adoraba arrojar a sus perros hambrientos para que acabaran con ellos. El 14 de diciembre, no obstante, tanto ella como otros diez de sus compañeros fueron dirigidos hacia el patíbulo. «Los once condenados a muerte […] han sido ahorcados en Hamelín, según se anuncia oficialmente», completaba ABC. Ese fue uno de los últimos recortes que recogió José Jesús, un chico al que, según sus palabras, la «curiosidad» le hizo guardar este tesoro.

El campo en el que murió Ana Frank

El 15 de abril de 1945 el ejército británico se topó con un espectáculo dantesco cuando liberó el campo de concentración de Bergen Belsen. En el recinto había 70.000 reos, la mayoría de ellos famélicos y enfermos. Este número se sumaba a los aproximadamente 50.000 hombres, mujeres y niños que habían fallecido en él durante su existencia. A la postre, además, el lugar se hizo famoso porque entre sus muros murió Ana Frank de tifus poco antes de poder ser rescatada por los aliados.

Ana Frank

Lo sucedido en este centro de muerte escandalizó tanto al pueblo inglés que a muy pocos les extrañó que, el 17 de noviembre de 1945, comenzaran los procesos contra los guardias nazis que habían sido capturados.

Los procesos se celebraron en la ciudad alemana de Lüneburg y se extendieron hasta el 17 de noviembre de 1945. Durante el mismo, los abogados argumentaron que los acusados se habían limitado a obedecer las leyes impuestas por el nazismo, una defensa corriente en otros tantos juicios similares.

El resultado fue dispar, ya que 15 de los acusados fueron absueltos y once de ellos condenados a muerte. A principios de diciembre, el mariscal Montgomery rechazó los recursos de apelación y, poco después (el día 14) el popular verdugo británico Albert Pierrepoint , ejecutó a los reos. Entre ellos se encontraba Josef Kramer, el comandante del campo de Bergen Belsen a quien cuya fama de sádico le precedía.

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