El montaje del fotógrafo Dai Jianyong con el rostro de Xi Jinping
El montaje del fotógrafo Dai Jianyong con el rostro de Xi Jinping - ABC

Detenido un artista de Shanghái por comparar al presidente chino con Hitler

Un montaje del fotógrafo Dai Jianyong muestra a Xi Jinping con un bigote que recuerda al del genocida nazi y con el rostro arrugado

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Como en cualquier otra dictadura, el arte tiene en China unas rayas rojas que el artista Dai Jianyong ha cruzado al comparar al presidente Xi Jinping con Hitler. Según informa la ONG Defensores Chinos de los Derechos Humanos (CHRD, en sus siglas en inglés), este fotógrafo callejero de Shanghái ha sido detenido por retratarlo con un bigote que recuerda ligeramente al del genocida nazi. Además, el fotomontaje muestra al dirigente chino con el rostro arrugado, lo que el artista ha bautizado como «cara de crisantemo» y en realidad no es más que una sutil alusión a la parte del cuerpo donde la espalda pierde su nombre.

Por provocar un «alboroto» imprimiendo de esta manera el rostro del presidente Xi en camisetas, maletas y latas de refrescos, el artista podría enfrentarse a una pena de cinco años de prisión, advierte CHRD.

Aunque el parecido físico con Hitler es algo rebuscado, algunos artistas chinos ya han jugado con el apellido del presidente chino y lo han apodado «Xitele» por su cada vez mayor represión sobre disidentes e intelectuales.

El motivo de esta creciente censura es, a su vez, una reacción a la proliferación de redes sociales que difunden por internet mensajes críticos con el autoritario régimen de Pekín. Aunque algunas denuncias son toleradas, sobre todo si se refieren a cuadros bajos del Partido Comunista y a hechos pasados como la «Revolución Cultural» (1966-76), las críticas a la élite del régimen son eliminadas de inmediato y prohibidas en el arte.

En octubre, el propio presidente Xi Jinping se reunió con un grupo de artistas, entre los que figuraba el Nobel de Literatura Mo Yan, y les instó a no ser «esclavos del mercado» y a promover los valores morales que defiende el socialismo, por supuesto con características chinas. Su discurso, de evidente tono nacionalista, fue aplaudido por el periódico oficial en inglés «China Daily», que alabó a Xi Jinping por «recalcar la integración de la ideología con los valores artísticos» y recordó que «el arte y la cultura no se pueden desarrollar sin orientación política».

Creadores contra el régimen

Precisamente, justo lo contrario a lo que defienden los creadores que abominan de los tiempos de Mao, cuando el arte no era más que una herramienta al servicio de la propaganda comunista, y de las directrices del régimen, que ejerce ampliamente la censura para acallar las voces críticas. Es el caso, por ejemplo, de Ai Weiwei, el artista y disidente más famoso de China perseguido por sus ideas políticas.

Encausado en un kafkiano proceso judicial por evasión de impuestos, se pasó casi tres meses detenido en un lugar secreto y no puede salir del país porque la Policía le retiró el pasaporte en 2011, pero se ha convertido con sus obras y actuaciones en la figura más combativa contra el régimen de Pekín. No en vano, su padre era Ai Qing, un célebre poeta represaliado por Mao que fue deportado a la remota región musulmana de Xinjiang, a 4.000 kilómetros al oeste de Pekín, para trabajar en el campo limpiando letrinas.

A pesar de la apertura social y económica que ha vivido China gracias a su extraordinario crecimiento económico de las tres últimas décadas, el presidente Xi Jinping se ha propuesto resucitar los viejos valores del ideario socialista, olvidados por el culto al dinero que impera actualmente en la sociedad. Y es que China ha pasado en muy pocos años del comunismo atroz al capitalismo salvaje o, como dicen muchos artistas críticos con el régimen, de los cupones del racionamiento a la tarjeta de crédito.

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