Imagen del tapiz «La salida de Sancho Panza de la isla de Barataria», de Peter Van den Hecke
Imagen del tapiz «La salida de Sancho Panza de la isla de Barataria», de Peter Van den Hecke - efe

Cumpleaños «multimedia» del Quijote en la Frick Collection

La institución neoyorquina repasa el impacto del icono cervantino en diferentes disciplinas

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El Quijote es un ballet que casi cada temporada programa la compañía New York City Ballet, un restaurante de comida española en los bajos del Hotel Chelsea abierto desde 1930 o una obra de teatro que representa este marzo el Repertorio Español -un teatro en Gramercy dedicado a obras en nuestro idioma. Esto es solo una cata superficial y neoyorquina del profundo impacto que tiene el icono cervantino, que, casi desde su creación, inundó otras disciplinas artísticas.

Como homenaje en el 400 aniversario de la publicación del segundo volumen de la novela, la Frick Collection examina estos días la amplitud del Quijote y su poder inspirador: desde George Balanchine a Richard Strauss, desde Terry William a Maurice Ravel.

Además, aporta una muestra de una faceta poco conocida del personaje de Cervantes: su protagonismo en los grandes tapices del siglo XVIII.

Esta exposición se inaugura hoy en el museo neoyorquino bajo el nombre «Los tapices de Don Quijote de Coypel: la ilustración de una novela española en la Francia del siglo XVIII». Los protagonistas son Charles Coypel (1694-1752) -pintor de cámara de Luis XV, celebrado diseñador de tapices- y el icono cervantino. Coypel produjo una serie de 28 tapices basados en episodios de la novela, ejecutados en la célebre fábrica Gobelins de Paris. La muestra incluye tres tapices de este fabricante, prestados por el Museo Paul Getty de Los Ángeles, además de otros dos tapices flamencos inspirados en la obra de Coypel, pertenecientes a la colección de la Frick, pero que llevan diez años sin ser expuestos. También se podrán disfrutar cinco cartones preparatorios de Coypel de tamaño real traídos desde Francia y grabados y libros de la Hispanic Society de Nueva York.

Si Coypel hubiera nacido hoy sería un «fan» del Quijote, un «groupie» de Cervantes. En su nacimiento, el caballero de la triste figura ya era un icono en Occidente, protagonista de obras de teatro, ballets y óperas. Coypel, que además de pintor era dramaturgo, solo tenía dieciocho años cuando escribió «Don Quichotte», una adaptación teatral. En 1720, ya dedicado a pintar los tapices para Gobelins, escribió otra obra, «Les Folies de Cardenio», que llegó a representarse cinco veces en la corte, con un joven Luis XV como parte del cuerpo de ballet. Gobelins produjo unos doscientos tapices con los diseños quijotescos de Coypel, lo más exitoso de su producción. Fueron piezas cotizadas: algunas colgaron en las estancias de Luis XV en el castillo de Marly y muchas fueron usadas como regalos diplomáticos o vendidas a personajes de la alta sociedad.

Durante la muestra, abierta al público hasta el 17 de mayo, la Frick aprovechará para dejar claro que, como se ve con los tapices, la importancia del Quijote va mucho más allá de las páginas de la novela de Cervantes. Se repasará su impacto en el ballet, con un análisis de la coreografía de Balanchine y representaciones de partes de otras versiones, con bailarines del American Ballet Theatre. Habrá lugar para el cine, con una conferencia sobre «Lost in La Mancha», el documental sobre el fracaso de Terry William en su intento de adaptar el Quijote a la gran pantalla- y para varios conciertos, uno centrado en una obra poco conocida de Richard Strass sobre el personaje cervantino y otro con composiciones de Maurice Ravel y Jacques Ibert.

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