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Cádiz CF

34 años de magia y 15 de ausencia

El ídolo cadista que se resiste a decir que sí o que no. Siempre fue así, siempre lo será

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Mágico González, genio y figura.

Hoy se cumplen 34 años del fichaje de Mágico González por el Cádiz. El mito salvadoreño llegó a Carranza un 27 de julio de 1982 desde Madrid en compañía de un bigotudo delantero llamado Amutxastegi. Su fichaje, como todo en su vida, no fue nada fácil. Pero la firme decisión de Irigoyen, que mandó expresamente a El Salvador a Camilo Liz, hizo fácil lo difícil.

Justo 34 años después, el Mago vuelve a ser noticia en Cádiz, ciudad que no visita desde 2001, con ocasión del partido amistoso que se jugó en Carranza en beneficio de los damnificados por el terremoto que asoló El Salvador.

Entonces, el periódico Marca fue el que corrió con los gastos y el Mago, ante una obra tal, no pudo negarse. Ni él, ni su entorno, que según dicen sus más allegados, es quien manda sobre él.

Distinto han sido las otras veces que se ha intentado traer al ídolo de una ciudad entera. Que se sepa, cuando más se peleó por hacerlo venir fue para el Centenario del Cádiz CF, donde acudieron jugadores como Dertycia –aquel pelado argentino que robó los últimos flashes de protagonismo que le quedaban al Mago– o el chileno Carvallo. Desde el Cádiz CF se le mandó los pasajes de avión, pero Mágico, a su estilo, siempre oscuro, siempre equívoco, siempre mágico, no se presentó en la Tacita en la fiesta de los cien años pese a que el Cádiz CF quiso hacer un ímprobo esfuerzo en su regreso. Tras torear, día sí, día también, al encargado de organizar los actos del centenario que el Cádiz CF contrató para aquel fracaso, el salvadoreño dijo que no. Más que dijo, que nunca lo dice, simplemente, no se presentó.

Mucho antes, en la década de los 90, la Asociación de los Reyes Magos intentó traer al salvadoreño para vestirlo de rey mago en la cabalgata de la ciudad. Hasta Centroamérica que se fue su excompañero y amigo Hugo Vaca, quien no pudo más que hablar con él tras mostrarle los billetes de avión. Otra vez, el Mago se escurría. Hugo Vaca, que fue hasta su casa en un barrio popular de San Salvador. Lo sacó, lo acompañó a cenar con amigos, lo siguió día y noche para que no se le fuera de las manos, lo invitó a dormir al hotel para salir a la mañana siguiente juntos hasta el aeropuerto, pero el Mago declinó esta oferta. Le dijo que sí, que iba a ir, que confiase en él. Se lo dijo con con esas palabras tan embaucadoras y seductoras que utilizaba para ligarse a toda la Bahía en su tiempos mozos. Con ese deje centroamericano, con ese tono de niño que nunca ha roto un plato. ‘Huguito, mañana me recoges (en su casa) y nos vamos los dos juntitos. De verdad’. Pero del Mago no supo más Hugo Vaca en su intento de cumplir con la misión encomendada por dos empresarios gaditanos que quería vestir al Mago que no necesita disfraz.

Porque el Mago es así. Se lo hizo a Hugo vaca y se lo sigue haciendo a cualquiera que se quiere acercar a él para hacerle un reportaje. Sobre todo, si no hay dinero de por medio. Lo hace la mayoría de las veces que se quiere hablar con él, cada vez que se presenta un periodista para hablar con él. Se escurre casi siempre. Se escurre como se escurría ante las pobladas defensas que esquivaba con la misma efectividad que ahora esquiva cualquier invitación.

El último que lo intentó traer fue el ahora presidente del Cádiz CF. Fue con ocasión del partido de vuelta ante el Oviedo en los ‘play off’ del año pasado. Lógicamente, Vizcaíno no tardó mucho en desistir al comprobar, al poco de intentarlo, que estaba tratando con una persona que no riega como el común de los mortales.

Por eso, que el Mago tenga los billetes de avión en su casa no quiere significar nada. Absolutamente nada. Que venga o no tan sólo dependerá del ‘Diosito’ que el astro salvadoreño tiene en su loca cabeza.