REPORTAJE

De patrulla con la Policía Nacional por Sanlúcar. Objetivo: mantener el control

LA VOZ patrulla junto a los agentes de la UPR de la Policía Nacional por la localidad, donde se ha reforzado la seguridad ante el acoso de los narcos

Vídeo: La UPR de El Puerto patrulla y realiza controles por Sanlúcar. Antonio Vázquez

María Almagro

El principio de autoridad es algo muy complicado de mantener y, por tanto, muy fácil de perder. Sobre todo frente aquellos que no entienden de límites, que infringen la ley sin mirar al lado, sin tener en cuenta al vecino, al que se gana honradamente la vida y pretende estar tranquilo, sin miedo, sin una sensación constante de inseguridad. De ahí que se intente mantener un control . Que se busque el equilibrio y que para ello se pongan medios para conseguirlo. Y entre esos medios están ellos: los agentes que integran la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional de Cádiz, El Puerto y Jerez a los que hace unos meses se les encomendó una tarea difícil, arriesgada, pero que asumieron desde el primer momento como profesionales y policías especializados que son. Ese objetivo era sostener el control en Sanlúcar de Barrameda ante el incremento de la actividad del narcotráfico y otras formas delictivas en la zona. Poner coto . Dar un golpe en la mesa y dejarles claro quien manda y qué se puede o no se puede hacer. Y no porque lo digan ellos, sino porque lo dice la ley.

LA VOZ ha podido acompañar a un grupo de estos agentes de patrulla por Sanlúcar en la que han bautizado como 'operación Globo' , este operativo especial que se puso en marcha desde la Comisaría provincial el pasado septiembre y que en tan solo unos meses ha arrojado unos «excelentes resultados». Un único dato: en solo este tiempo ya van cerca de treinta detenidos , además de decenas de identificados, incautaciones de droga y otras tantísimas propuestas de sanción. Y quizá, lo más importante, según comentan estos agentes: «que sepan que estamos aquí, que no permitiremos que hagan lo que quieran y que protegeremos siempre al ciudadano de bien». 'Asumimos la custodia y restablecemos el orden', reza el lema de esta unidad que, por cierto, esta semana pasada era distinguida por la Subdelegación del Gobierno de Cádiz como garantes de los derechos y libertades que reconoce y protege la Constitución.

Una tarea complicada

Montar un dispositivo de tal calado e importancia en Sanlúcar no es fácil pero aún así lo han estado haciendo estos meses a diario, por turnos, asfixiando a los que no les quieren ni ver. Agentes trasladados desde Jerez, El Puerto y Cádiz han acudido a dar cobertura y refuerzo a la Costa Noroeste.

En esta ocasión, es miércoles por la tarde y vamos junto a quince efectivos que forman parte de la UPR de El Puerto . Tres furgones salen de su Comisaría con el objetivo bien marcado. Hacen el briefing, reparten las tareas y las posiciones y ponen rumbo a su encomienda. La primera parada es en la carretera Sanlúcar-Chipiona. Los accesos y salidas de las ciudades son fundamentales para quien va o vuelve de buscar algo y quiere salir rápido o repartir lo que lleva.

«La zona de registro empieza allí pero necesito ir cerrando ya», da órdenes el inspector que está al mando mientras que con los conos y demás señales montan un primer control donde irán parando a los conductores para comprobar que todo va bien, que no hay nada ilegal que se quiera esconder. «¿Lleva usted algo en el vehículo que le pueda comprometer?», es la pregunta del millón, se hace una y otra vez cada vez que se para cada coche.

El trato de los agentes es el que se espera de ellos, muy correcto. «Pare el motor por favor y ponga las llaves en el salpicadero». Y así, uno a uno van revisándolo todo, mirando guanteras, maleteros, cacheando, pidiendo las documentaciones, comprobando cada dato e identidad... aquí hay otra máxima: nunca se sabe ni se da nada por hecho . La escena llama la atención de inmediato:las furgonas de luces azules sobre el asfalto y un buen número de agentes completamente equipados, impone. Como también el fusil, el HK G36, siempre listo en estos operativos y que porta un policía de cada equipo. Y pronto llegan los primeros que no cumplen con las normas. Varios ciudadanos llevan navajas encima y también se descubre a un conductor con marihuana. Será el primero de la tarde al que se propondrá para una sanción administrativa. Después vendrán muchos más.

Tras revisar numerosos coches se desmonta el control. Además mucho tiempo en una misma zona no sirve de mucho. Los avisos entre delincuentes es lo más habitual, lo que hace todavía más difícil esta labor. Son las siete de la tarde y se monta un segundo control . Esta vez ya sí dentro de Sanlúcar. Mismo plan pero esta vez mucha más expectación de todos los que se cruzan con ellos. La presencia es importante y aquí se demuestra. Siguen los registros de vehículos y la comprobación de datos e identidades. En muchos de estos controles no solo han pillado en estos meses droga, dinero en efectivo, armas, sino también personas que estaban siendo reclamadas por juzgados o que tenían quebrantamientos de condena. «Aquí hay un poco de todo» , comenta uno de estos policías mientras continúa con su labor.

La actividad no para ni un minuto. Saben que todo tiene que ir rápido. Que el factor sorpresa, aunque sea complicadísimo de lograr en un pueblo como Sanlúcar, es siempre un buen aliado.

Peinar 'puntos negros'

Son las ocho, ya noche cerrada y llegan informaciones de que hay quien está trapicheando por uno de los puntos negros de tráfico de drogas de la localidad. El jefe establece el plan y se dirigen hacía allí. Los furgones irrumpen en El Palomar, una de esas barriadas humildes, ahora oscuras y castigadas por la marginalidad a la que lleva este 'negocio' de algunos. Empiezan las carreras . La de los agentes y las de quienes intentan escapar. Pero en una de esas plazoletas se les intercepta. Uno de ellos, de 48 años, lleva encima 'maría'. A otros, sus ojos y lentísimos pestañeos les delatan. También la peste a marihuana nada más cruzar la esquina. Los policías insisten. Cachean. Buscan en parterres, por el suelo, papeleras, árboles... por cualquier rincón. Saben que quien huye de ellos siempre esconde y, si no le da tiempo a ocultar, lo tira.

Con las horas la cosa se van complicando. Hay quien no ha recibido de buen grado la visita de la Policía y llega a tirarles piedras. Otros vecinos simplemente miran con asombro. Algunos con cierta curiosidad.

«Que sepan que estamos aquí, que no permitiremos que hagan lo que quieran y que siempre protegeremos al ciudadano de bien»

Son las nueve y nos dirigimos hacia uno de los lugares más conflictivos de Sanlúcar . El barrio Huerta de San Cayetano, donde reinaba el clan de la Pinilla y donde parece que han tomado pronto su relevo – a sus órdenes o no– después de que la Dolores ingresara en prisión. Así lo demuestran las operaciones policiales que se han realizado y, más gráfico aún, los pisos convertidos en auténticos búnkeres con cancelas, armazones, dobles puertas, persianas metálicas, etc etc... muy propio de lo que se maneja por aquí.

Y nada más llegar nos cruzamos con uno de estos personajes secundarios tan importantes: un aguador, quien se encarga de dar el aviso cuando la Policía está cerca para que quien esta vendiendo droga cierre la 'tienda'. Los agentes lo paran, lo cachean y le encuentran un cúter. «Esto es un arma blanca... ¡Ya te hemos dicho que no lo puedes llevar encima!», le dicen. Parece que no lleva nada más que no deba. Bueno, sí. Pero lo ha dejado antes en la ventana de uno de esos pisos en los que estos mismos agentes hace unos días encontraron grandes cantidades de droga y detuvieron a una persona. Tras la persiana ha escondido un timbre wifi, la última y más tecnológica forma de estos 'aguaores' para dar la alerta. Ellos también avanzan.

El subgrupo desplazado hasta Sanlúcar se vuelve a reunir y todos se dirigen a un mismo lugar: un bar ubicado por la Cruz de Mayo donde hay sospechas de que también se puede estar trapicheando. Esta escena es muy rápida. Los agentes se bajan a la carrera de los furgones y nada más asomarse a la puerta del establecimiento varios clientes pegan un respingo y uno de ellos arroja algo al suelo. Su movimiento no pasa desapercibido. Lo que ha tirado ha sido un sobre con varios gramos de cocaína en papelinas listas para su venta . También tiene dinero en billetes fraccionados en la cartera. Otro indicio. Sin embargo la cantidad de coca que lleva no excede por la mínima lo que se consideraría tráfico. Se realiza un control en el bar y aparecen más papelas. También hay restos de polvo blanco en el lavabo, por el suelo... más de una decena de personas son identificadas y propuestas para sanción. No sin quejas, no sin momentos tensos... pero siempre controlados.

Con esto el operativo pone su punto y seguido porque continuará. La presencia policial no se dejará, según se asegura. Una presencia que además de luchar contra los delincuentes, asfixiarles, incomodarles, ha impedido por ejemplo que hace unas semanas una mujer fuera secuestrada por un grupo de narcos. Fue este grupo de la UPR de El Puerto quien lo evitó sorprendiendo y deteniendo a tres de estos presuntos raptores que, armados, iban buscando a la pareja de la joven y se la quisieron llevar para amenazarle. Pero además se han hecho otras actuaciones como decomisos de sustancias y se ha obtenido mucha información que ahora servirá seguramente a otros para seguir tirando del hilo. Control, presencia, autoridad, persistencia, trabajo. Esta es la 'operación Globo'.

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