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Aimé Kabamba, el padre de Samuel. - FRANCIS JIMÉNEZ
SUCESOS

El padre de Samuel: «Nunca supe que se iban a embarcar en una patera»

Aimé Kabamba relata cómo se enteró del naufragio y la muerte de su hijo y de su mujer. Ella había decidido viajar a Europa para curarse de un tumor que padecía

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Todo comenzó cuando a Veronique le diagnosticaron un tumor. Vivía en el Congo, junto a su marido y sus seis hijos. Su esposo, Aimé Kabamba, pastor evangélico y ella educadora en esa misma iglesia, tenían una vida tranquila. Entre los suyos. Pero todo se torció. Veronique comenzó a tratarse de la enfermedad en la capital del país, Kinsasa. Se sometió a dos operaciones pero no mejoraba. Su médico le dijo que probara «en otro lugar», que quizá con un buen material quirúrgico podrían curarla. Pero nunca se curó. A los ocho meses, ella y su hijo pequeño Samuel morían ahogados tras embarcarse en un viaje desesperado por llegar a Europa en una patera de plástico.

«Sólo quería conseguir un tratamiento».

El relato lo hace Aimé. Serio, triste, tras gafas oscuras y firme en sus palabras quiso agradecer este miércoles ante numerosos medios la «ayuda y la asistencia» que le ha prestado «el pueblo español» desde que el pasado 27 de enero se encontró el cuerpo de su pequeño de seis años tendido sin vida en la orilla de la playa barbateña de la Mangueta. «Supe que era Samuel desde el principio», afirmó. El cadáver del niño apareció después de que el mar arrojara unos días antes en la costa argelina el de Veronique, de 45 años. La patera que nunca tocó tierra se había hundido el 11 de enero. «Cuando me enseñaron las fotos dije ‘ese es mi hijo’. No tuve dudas».

«Siempre supe que era Samuel. Cuando me mostraron las fotos dije ‘Es mi hijo’»

Por boca de su hermano mayor, Pierre, y con la ayuda de una intérprete de francés, quisieron dar los detalles de este aterrador capítulo de sus vidas. Así explicaron que como primera opción intentaron conseguir un visado. Pensaron que en Marruecos les podría ser más fácil porque además contaban con un parte médico que les respaldaba. Pero pasaban los meses y Veronique se iba encontrando cada vez peor. La lentitud de una complicada burocracia y su angustia fueron finalmente lo que selló su pasaje hacia la desesperanza.

Entonces, optaron por separarse. Aimé se quedaba en el Congo con el resto de hijos y Veronique esperaría tener el visado en Marruecos acompañada de Samuel. El pequeño también estaba enfermo y creyeron que su dolencia pulmonar quizá también tendría cura en Europa.

Una espera insoportable

Pero en Marruecos la cosa no cambió mucho. La espera se hizo insoportable. Ocho meses más. Hasta que decidieron lanzarse al mar como otros muchos africanos que sueñan con pisar suelo español. «Hablábamos todos los días, mañana, tarde y noche», contó Aimé. Pero, de repente, dejó de saber de ellos y por medio de un conocido le llegó la noticia más dura que jamás se habría imaginado. «Nunca supe que se iban a embarcar en una patera y que iba a pasar lo que ha pasado». Le cogió «por sorpresa». Según añadió su hermano, fue concretamente a través de una noticia publicada en las redes sociales sobre el naufragio de una patera como viajó hasta el Congo la desgracia. La confirmación llegó el 15 de enero. «Y esa es la razón por la que estamos aquí», lamentó.

Aimé llegó este pasado lunes a España para practicarse las pruebas del ADN que han certificado que el cuerpo del pequeño era el de Samuel.

Tanto el padre como los dos familiares que le han acompañado en este fúnebre viaje se mostraron «muy agradecidos» con el apoyo que han tenido por parte del «pueblo» y de los cooperantes que les han dado fuerzas y respaldo en este duro trance. Así quisieron destacar la acción de la Fundación Diocesana Tierra de Todos, desde cuya sede hablaron para los medios.

El cuerpo del pequeño no será finalmente repatriado y será enterrado este viernes en Barbate

Según informaron, Veronique ya ha sido enterrada en Argelia. Tomaron esa decisión de no trasladar su cuerpo hasta el Congo porque estaba «destrozado». En el caso del pequeño Samuel, su despedida será en España. Será enterrado el próximo viernes a las doce del mediodía en la Parroquia San Paulino de Barbate. «Repatriarlo ahora podría estar mal visto por la sociedad congoleña, al no tener a su madre con él».

Como establecen las tradiciones africanas, explicaron que lo harán así tras consultarlo con los mayores de la familia. Después, Aimé recorrerá de nuevo más de 7.000 kilómetros para volver a su país. Una vez allí, y según sus costumbres, reunirá a todos y contará al resto de sus hijos por qué su madre y su hermano nunca regresarán. «Todavía no se lo creen».

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