REPORTAJE

Menores inmigrantes en Cádiz, la realidad que escuece

«¡Estamos desbordados!», es el grito de auxilio de uno de los educadores de un centro que acoge a chicos marroquíes donde crece la conflictividad y el temor de los que intentan ayudarles

Un niño intenta entrar en España escondido en los bajos de un camión.

MARÍA ALMAGRO

Es complicado referirse a según qué asuntos. Muy comprometido exponer uno u otro detalle que esté relacionado con temas que ya son suficientemente sensibles de por sí. Ver como un niño se juega la vida en una patera o agarrado desesperado a los bajos de un camión no es una escena agradable para absolutamente nadie. Esas imágenes, cuando transcienden, sacuden cientos de conciencias. Las mismas que tardan segundos en resetearse con la vida cotidiana. Pero la realidad no se va, se queda aquí . Es incómoda, no se cuenta demasiado, se trata de soslayo, sin que se note que están. Aunque se queden.

La masiva llegada de pateras a las costas de Cádiz trae consigo también un problema de adaptación : la de las cientos de menores que, de repente, en cuestión de unos catorce kilómetros, llegan a otro país, a otro continente, procedentes de un mundo completamente distinto.

Y esta situación no parece que vaya ser transitoria. Lleva años ocurriendo y cada vez es más alarmante. El desembarco es continuo y el intento desesperado de cruzar el Estrecho ya no se ciñe a los meses de buen tiempo sino que se extiende a todo el año. Solo esta semana han sido rescatados del agua por Salvamento Marítimo 60 menores. El lunes, 33. Este pasado viernes, 27. Y ayer sin ir más lejos, cinco más. Además de los que han podido llegar sin ser vistos.

Las mafias cobran a los niños por cruzarlos exactamente igual que a los adultos

En una patera no existe el billete reducido por ocupar menos espacio o ser menor de edad. Las mafias no tienen escrúpulo alguno de jugar con la vida de los desesperados y ponerle precio a todo. Recientemente, la Policía daba cuenta de una operación en la que detuvieron a tres personas como presuntas responsables de una red que se dedicaba a traficar con menores de edad en el Estrecho.

Según concretaron los investigadores, les exigían por montarlos en la embarcación 4.000 euros. Si no recibían el dinero, les amenazaban en el mismo barco con echarlos al agua. En estas circunstancias no es de extrañar que otros chicos llevados por el afán de llegar a España se jueguen la vida entre motores de camiones y coches con tal de tocar la tierra prometida.

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