8 de marzo

Marta Barea, la joven enterradora de San José del Valle

Con 24 años está supliendo la baja del sepulturero pero se ve trabajando en el Cementerio «para siempre». Ni tiene pesadillas ni falta de apetito. Ve su trabajo como un servicio a quienes en esos momentos lo están pasando mal

La joven enterradora de San José del Valle lleva ya varios meses haciéndose cargo del Camposanto EC

Elena Carmona

Tiene 24 años y no puede irse a más de 25 kilómetros de su pueblo, San José del Valle . Tiene que estar disponible para cualquier eventualidad. Se llama Marta Barea Téllez y es la enterradora , como le gusta llamarse.

No lleva ni medio año trabajando pero ya afirma segura que no le importaría dedicarse a esa profesión toda su vida . Trabaja en el Camposanto de San José del Valle, al que llegó de rebote con motivo de la festividad de Todos los Santos. Es un lugar tranquilo, apartado, rodeado de vegetación donde apenas si hay trasiego de coches y de personas.

Cuando acabó el instituto empezó un grado medio de jardinería «que no lo llegué a terminar porque no terminó de motivarme. Me aburrí, y entonces decidí ponerme a trabajar. Eché los papeles en el paro y empecé a buscar opciones». A partir de ahí consiguió acceder al Ayuntamiento a través de unas ayudas que dio la Diputación provincial de Cádiz durante tres meses. «Y entré como peón de albañil y me pusieron en el colegio, pero un día llegó el concejal y como era el Día de Todos los Santos me pidió que fuera al Cementerio a ayudar y yo le dije que si». A Marta no la frena nada y más que por su juventud quizá sea por su carácter. Se ha decantado por una profesión que no es santo de devoción de ninguna persona y menos aún de esa edad.

«Empecé por las tardes a ayudar y comenzó a gustarme porque me entretenía mucho estando pendiente de que las instalaciones estuvieran bien». Allí conoció a Xexu que desde el principio empezó a preguntarle si le gustaba el trabajo a lo que la joven le respondía «yo nunca he hecho esto, vamos a ver...». Ahora, está supliendo la baja del que ha sido el sepulturero vallens e los últimos años.

No podrá olvidar su primer día. A las cinco de la tarde le daban las llaves del Cementerio y a la una de la mañana la llamaban al móvil para decirle que había un difunto. Era una señora y «ahora mismo tengo una relación buenísima con su hija. Todos los domingos me quedo ahí charlando un rato con ella y recordamos cómo fue mi primer día con su madre». Además, lo más duro a lo que se enfrentó Marta en su primer día fue que tuvo enterrar a la madre en la misma sepultura que el padre . Xexu me decía «ahora vamos a ver si vales o no vales. Yo estaba venga a saltar por los mismos nervios». Fue ahí cuando tuvo que entender que esa era otra labor muy importante que debería cumplir como enterradora de su pueblo. «Xexu me enseñó cómo tenía que hacer bien el trabajo, cómo debía retirar los restos del marido y recopilarlos todos para que acompañaran a su mujer».

Desde el 1 de enero ya lleva «17 reducciones» que es el término que se usa a la hora de llevar a cabo esta práctica. Su primera experiencia laboral en el Cementerio fue completa: enterró y tuvo que reducir la sepultura .

Intenta que no le afecte, aunque sí cuenta ya con casos como el enterramiento de la tía de su prima que «nos criamos juntos desde chiquititos y ese ha sido el más duro para mi. No lloré porque estaba trabajando».

Nunca había pensado en dedicarse a ser enterradora. «Yo pasaba por aquí para ver a mis abuelos. A mi me llamaba la atención, pero nunca pensé que podría dedicarme a esto, y además una nunca sabe cómo va a reaccionar porque aquí incluso hay gente que se ha desmayado», recuerda Marta mientras cuenta su historia a La Voz. No ha tenido pesadillas , e incluso la gente le llega a preguntar hasta si come, pero ella lo lleva con toda normalidad, «lo he asumido como un trabajo» y psicológicamente considera que está preparada para este trabajo

Sus amigas no se creen lo que les cuenta y «m is hermanas flipan y cuando les digo que se vengan conmigo a ayudarme se niegan en rotundo ». Su madre está encantada, le gusta decir «mi hija es la que está en el Cementerio». Cuando se le habla de futuro Marta dice segura: « Ya me veo aquí para siempre . Me encanta y a la gente le gusta que esté yo aquí. Mucha gente cuando llega aquí y me ve - con eso de que es de complexión menuda y muy joven- lo primero que me pregunta es ¿tú entierras?».

Nunca se había imaginado dedicarse a ser enterradora pero «estamos aquí y la vida decide y una nunca sabe dónde vas a acabar. Cuando hay ganas de trabajar, y encima te gusta , estás entretenida, todo es más fácil ».

Su compañero Xexu tiene pendiente jubilarse porque además se encuentra aquejado de la espalda por el esfuerzo que supone este tipo de trabajo y por eso ha aconsejado a Marta que tuviera cuidado y no hiciera esfuerzos.

A la hora de responder si una mujer puede hacer este trabajo igual que un hombre es totalmente sincera y afirma segura: « Una mujer no puede hacer este trabajo como un hombre, pero tampoco un hombre puede hacer este trabajo solo . Necesitas ayuda a la hora de enterrar sobre todo por el peso», de ahí las dolencias de espalda de Xexu.

Por las mañanas nada más abrir la puerta del Cementerio barre, recoge todo lo que vea de plantas, flores y coronas que haya movido el viento y o los coloca o los agrupa en los nichos para que los familiares puedan colocarlo en su sitio. Es un Camposanto pequeñito, pero muy bien cuidado, se respira tranquilidad y Marta es muy feliz. Además transmite una dulzura fundamental a la hora de enfrentarse a los momentos más duros , cuando les llega algún difunto o los familiares necesitan de su apoyo. Con una clara vocación de servicio público «intento ayudar en todo lo que puedo porque no están acostumbrados a venir todos los días, les doy mi teléfono por si me necesitan para cualquier cosa...».

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