CRISIS DEL CORONAVIRUS

'Enganchados' a la reincidencia contra el confinamiento: «No preocupan a nadie»

La ley de quedarse en casa no existe para los adictos severos a las drogas, compradores o camellos que deambulan por la calle sin importarles multas, ni siquiera el ser detenidos

Una mujer sujeta el papel de aluminio que utiliza para consumir estupefacientes. M. A.

María Almagro

Están ahí y además ahora se les ve más. Las calles, los barrios, los parques, se han vaciado de gente. El Covid ha atacado fuerte y la mayoría de la ciudadanía permanece encerrada en sus casas cumpliendo de forma responsable y cívica todas las indicaciones que da el Gobierno. Por su seguridad y por la de todos los demás. Sin embargo, hay un sector de la población que vive al margen de todo . No es un estigma. Es difícil de contar, de explicar, sin caer en comprometidas y cuestionadas consideraciones, pero es una realidad. Complicada. Historias difíciles en su mayoría, con problemas o devenires que les llevaron a apartarse o a querer apartarse, a «buscarse la vida», como dicen ellos. En ese mundo no se entiende de contagios ni de coronavirus , solo se piensa en pillar la dosis de droga que te calme el temido mono, te apague los recuerdos, los problemas y los sudores fríos a los que te ha llevado esa hambrienta adicción.

«¿Qué quiere usted que yo haga? No puedo estar en casa sin consumir. Tengo que salir a por lo mío», le dijo hace días una de estas personas a un agente que ya, cansado de verlo deambular, le pidió explicaciones. Y se las dio. No se anduvo con rodeo alguno. Directo a su motivo. « Les da igual todo. No podemos hacer nada porque van a seguir saliendo a la calle . Además para ellos una multa no sirve, son insolventes, no tienen nada». Y si se les detiene por reiteración pues más o menos lo mismo. Cuando vuelvan, reincidirán. Un círculo vicioso cuyo giro constante lo produce precisamente el maldito vicio.

«No es algo que puedan aguantar»

«Necesitan obligatoriamente consumir. No es algo que se puedan aguantar unos días. Tienen que salir a buscarla o intentar que se la lleven a casa». Francisco Mena conoce perfectamente lo que pasa. Lleva media vida ayudando a estas personas y a sus familias, mirándoles a los ojos y, además, combatiendo contra aquellos que le sacan partido a todo esto y lo ponen más difícil todavía. Mena preside la coordinadora contra la drogodependencia del Campo de Gibraltar Alternativas (Medalla de Plata de la Orden al Mérito) desde la que insisten en la importancia de poder tener los recursos suficientes para encontrar salidas y no solo a través de la batalla policial sino también con iniciativas sociales, de asistencia médica y psicológica, de educación, de empleo...

«Hay que tener claro que hay dos tipos de consumidores», explica. «El que lo asocia al ocio, es decir, me voy de juerga y me meto una raya o me fumo un canuto, y no ha creado una dependencia tan fuerte, y otro porcentaje muy importante que necesitan la dosis sí o sí». Y entre estos, también existen distintos adictos. Los que tienen dinero y los que no . «Quien se lo puede pagar ahora se la llevan a casa aunque le salga más caro, quien no, sale por ella».

En ese último eslabón están los dependientes de drogas tan duras como la heroína o el rebujao, «gente muy vulnerable» que no duda ahora exponerse a dos sanciones. La de saltarse el confinamiento y la de llevar droga encima. «Esa situación existe y habría que resolverla y dejar de mirar hacia otro lado», lamenta Mena.

Y aunque sea de primeras difícil porque no es fácil contar con la propia voluntad del afectado habría que al menos intentar allanarle el camino si quiere salir de ahí. En este sentido, uno de los principales recursos son las terapias y el apoyo médico que pueden combatir el síndrome de abstinencia. Y el coronavirus también ha atacado este recurso. Según cuenta el presidente de esta coordinadora antidroga desde el día 13, desde que se decretó el Estado de Alarma, las comunidades terapéuticas (como se conocen a los centros de desintoxicación) no están admitiendo a nuevos usuarios por temor al riesgo de contagios por Covid en dichos centros. Y es importante este hecho porque cuando una persona da por fin ese paso, si se encuentra las puertas cerradas, es bastante probable que se sienta rechazado y no quiera volver a acudir por lo que su proceso de deshabituación ni siquiera ha podido empezar a rodar.

Colectivos antidroga alertan de que no se están admitiendo a nuevos usuarios en los centros de desintoxicación por temor a contagios

Las asociaciones de lucha contra la droga se están moviendo para que la medida de prevención en estos centros contra el coronavirus no sea tan taxativa. Buscan una alternativa que permita que los drogodependientes que llamen a la puerta pueda seguir teniendo respuesta. «Hemos pedido a la Dirección General de Adicciones que valoren un protocolo como por ejemplo que a quien quiera ingresar se le hagan las pruebas y los tengan en aislados si es necesario en un principio». «Estos centros son fundamentales», insiste Francisco Mena, «es imprescindible que estas personas aprendan a vivir de una forma diferente a la que viven y se les haga un seguimiento».

Actualmente, además de centros privados u otras organizaciones de apoyo, lo único que continúa activo (con las medidas de protección evidentes antiCovid) son los tratamientos ambulatorios que se ofrecen desde el CTA, dependiente de la Diputación, y que conlleva un seguimiento analítico. «Hay gente que le da buen resultado pero hay mucha otra que necesita además o también acudir a desintoxicación».

Por otro lado, este segmento de la población, sin recursos, adictos a varias sustancias estupefacientes normalmente, tienen en su mayoría otras patologías . «Se ha demostrado que el coronavirus se ceba con gente que tiene otras enfermedades por lo que están en mayor riesgo y también pueden poner a los demás en ese peligro». Un alto porcentaje fueron en su momento, en los años 80, 90, consumidores de heroína y el 'caballo' les trajo el VIH o la hepatitis C o problemas respiratorios o renales... «Hay que hacer un protocolo para los centros urgentemente», advierte Mena.

Algo similar ha ocurrido en el Hospital Punta de Europa de Algeciras donde las camas que atendían a los ingresados por desintoxicación se han destinado a tratar a pacientes con coronavirus. En este centro hospitalario se internaban muchas personas con problemas de alcohol de quince a cuarenta días para atenderles la abstinencia de forma médica antes de mandarlos a casa con terapias o a un centro. Ahora, eso también se ha parado. Desde Alternativas piden que una vez que se vuelva a la normalidad siga en funcionamiento. «El panorama de los adictos se ha vuelto mucho peor».

Reincidentes e insolventes

Otra de las cuestiones que están sobre la mesa es la reincidencia de este tipo de consumidores, compradores o vendedores de droga, que no han dejado de trapichear durante la cuarentena. La situación se hace bastante más complicada para ellos ahora que solo por el hecho de estar circulando por la calle, a pie o en coche, pueden pararte y preguntarte dónde vas y para qué, tal y como indica el Estado de Alarma. Y, además al repetirse sus episodios y ser muchos de ellos viejos conocidos de los agentes, pues la razón está clara.

Según fuentes consultadas, solo en Cádiz capital ya hay más de una decena de estos reincidentes . Propuestos para sanción hasta en ocho ocasiones, algunos. ¿Y qué se puede hacer ante una situación así? Pues la solución es compleja sobre todo cuando alguien no está dispuesto por su dependencia a cambiar. «No le preocupan a nadie pero están ahí». En este caso las multas de 600 euros poco van a disuadirles. Al no tener ingresos. si lo demuestran, no tendrán posiblemente que abonarlas.

Aunque algunos sí intentan evitarlas. Para ello se acompañan de perros a los puntos o se dirigen hacia sus destinos en autobuses o, el que puede, en taxi. E intentan así burlar los controles si llevan droga encima. Esta semana por ejemplo se conocía el caso de un vendedor de San Fernando que ha sido pillado por la Policía Local. El detenido aprovechaba el momento en el que salía a la calle a pasear a su perro para realizar las ventas. Quedaba previamente con sus `clientes' en las inmediaciones de la zona donde daba los paseos. Los agentes pusieron en marcha un dispositivo de vigilancia en las proximidades de su casa, y comprobaron que eran ciertas las informaciones que manejaban cuando fueron testigos directos de una de sus ventas.

También están los que la dejan en un punto acordado. Una esquina, una papelera, debajo de un banco, cualquier escondite es bueno con tal de pasar desapercibidos. Ahí también les dejan el dinero. El camello suele estar muy pendiente para que la transacción sea la acordada. O en los portales, o en las puertas de supermercados. El objetivo está claro y es conseguir como sea tener lo que se busca . Y, por supuesto, cobrarlo.

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