CORONAVIRUS CÁDIZ

«Cuando desperté del coma no tenía fuerza ni para coger una cuchara»

Tres gaditanos que han superado el Covid-19 cuentan las secuelas que les ha dejado la enfermedad

Arriba Pepe González; debajo, Theo Vargas y a la derecha, Juan Fernando Díaz.

Verónica Sánchez

A sus 53 años, Juan Fernando era una persona deportista. A diario, desde que cumplió los 40, montaba en bicicleta e iba al gimnasio, además de cuidar su alimentación. Vida sana. Platero de profesión, no podía imaginar cuánto le iba a cambar la vida. El 13 de abril ingresó en el Hospital de Jerez. «Yo sabía que tenía Covid», relata a este periódico, «porque mi hermana trabaja en infecciosos y lo cogió, se lo pegó a mi cuñado y yo estuve con él cuidando a mi madre».

Relata que estaba tomando paracetamol y nolotil pero la fiebre no le bajaba. «Me llevaron en una ambulancia e ingresé en el hospital. Estuve un par de días en la habitación, hablaba con la gente, estaba bien dentro de lo que cabe. Y ya no me acuerdo de más». Juan empeoró y tuvieron que inducirle el coma para intubarlo. «Me desperté en julio. Había pasado 62 días en la UCI» , cuenta.

«Cuando te despiertas es un choque muy fuerte. Yo ya había pasado por dos operaciones a corazón abierto y sabía lo que era, pero para una persona que no lo sepa, no lo quiero ni pensar. Psicológicamente es un gran bajón», explica. De los tres meses que estuvo en coma recuerda que tuvo sueños «reales como la vida misma». Y cuando despertó «había adelgazado 25 kilos. No podía andar. No tenía ni fuerza para coger una cuchara. Había perdido toda la masa muscular» . Le costaba respirar y poco a poco fue comiendo. Relata que «dejar el suero alimenticio cuesta mucho» porque es complicado volver a tolerar las comidas. A lo que se une que los sabores han cambiado por completo. Casi sin gusto. «Tenía hambre pero cuando me metía algo en la boca me daba hasta fatiga».

Pero Juan no se amedrentó. Estuvo dos meses haciendo rehabilitación en el hospital. «Hay que empezar desde cero», dice. Y ya una vez recibió el alta ha seguido en movimiento. «Poco a poco haciendo ejercicio, todos los días ando para que el corazón tenga un ritmo. Ha estado parado meses así que ahora tengo que forzarlo un poquito más», pero sin pasarse porque «llega un momento en que me suben mucho las pulsaciones y me tengo que parar». No obstante, afirma que «la persona que ha pasado el Covid y se queda sentado lo tiene jodido» .

Este superviviente relata que sigue asfixiándose y, además de esa, el Covid le ha dejado otras secuelas. La más evidente, un ‘pie equino’ . Es decir, puede flexionar hacia abajo el pie izquierdo pero no hacia arriba. Por eso, para poder andar se tiene que poner una férula para no caerse. Además, ese mismo pie se le hincha, «debido a la circulación».

Su vida ha dado un giro de 180 grados. «He tenido que cambiar mi cabeza y procuro mantenerme siempre ocupado entre mi profesión (aunque trabajo muy poco porque me asfixio) y la familia». Afirma que los médicos en el hospital se portaron muy bien con él, pero no está del todo conforme con el seguimiento posterior. «Aún no me ha visto ningún neumólogo y el aire que tenía enchufado a la nariz me lo he quitado yo». «Me han dicho que poco a poco. Pero creo que lo mío va para largo y las secuelas se me van a quedar de por vida». Aún así, no se rinde y sigue intentando mejorar. «Tiro para adelante. Los pocos miedos que tenía con el Covid se me han quitado» . Está seguro de que puede contarlo «porque estaba fuerte y era deportista». Y advierte, «aquí no se salva nadie».

A Juan Fernando Díaz se le ha quedado un pie equino a causa del Covid-19. Francis Jiménez

Cuerdas vocales paralizadas

«38 años en la radio y ahora no puedo hablar», dice despacio, modulando bien su voz, algo baja, el locutor con más partidos narrados en la historia del Cádiz CF, Theo Vargas . Ingresó afectado por coronavirus en el Hospital de Puerto Real a finales de marzo. Allí estuvo 35 días en la UCI y después en planta, hasta que fue dado de alta a principios de mayo. Pero desde entonces tiene las cuerdas vocales paralizadas.

Theo relata que no se enteró de nada. «Me di cuenta de que estaba en el hospital cuando salí de la UCI». Entonces llegó lo más complicado, ya que en el momento del alta no podía ni mover las piernas. «Tengo una casa de dos plantas y me tuvieron que habilitar una habitación en el primer piso porque no podía subir las escaleras». Tras tres semanas de rehabilización volvió a recuperar la movilidad y la fuerza en sus extremidades .

«De corazón estoy bien y de pulmones también. Eso sí, andando me canso más de la cuenta». Pero para Theo el tener las cuerdas vocales paralizadas está siendo duro. Va al logopeda al mismo Hospital de Puerto Real (del que destaca la profesionalidad de todo el equipo) cada dos semanas y en casa hace la rehabilitación que le mandan. «Esto no es ninguna tontería. Deja secuelas» , concluye.

Theo Vargas con su esposa en la puerta del Hospital de Puerto Real antes de su consulta con el logopeda. Theo tiene las cuerdas vocales paralizadas. Antonio Vázquez

«No puedo subir las escaleras»

Pepe González es uno de los primeros enfermos de coronavirus que tuvo la provincia de Cádiz. Tiene claro que se infectó en Carnaval. «Salgo en una chirigota. El primer fin de semana de Carnaval estaba medio malo, pero el segundo fue ‘in crescendo’». El 12 de marzo fue al Hospital de Puerto Real y le mandaron para casa. El 17 ingresó por urgencias con la tensión 7-5, «a punto del colapso». «Llegué a las 20 horas y antes de medianoche estaba ya en UCI intubado», cuenta. Cuando llevaba cinco días ingresado le dijeron a su mujer, enfermera de urgencias del mismo centro hospitalario, que no contaban con él. 59 años, como patologías previas tan solo hipertensión y diabetes, controladas ambas.

Pero Pepe se recuperó. Tras 20 días salió de la UCI. «Amarrado a la cama, con vías a ambos lados del cuello, en la ingle, en las dos manos, la sonda vesical y los tubitos para comer por la nariz. En una zona acristalada y con todo el mundo vestido con los equipos de protección individual (EPIs). No sabía donde estaba». Pesaba 36 kilos, había perdido más de 30.

«Fui el primero, conmigo han probado todos los medicamentos», dice. Después de otros 20 días, el 26 de abril le dieron el alta. «No me podía mantener en pie y tenía un dolor en forma de herradura en todo el pecho. Además, justo antes de darme el alta tuve una infección urinaria». Ya en casa, no pudo dar su primer paso hasta 10 días después de haber salido del hospital . No tenía olfato ni gusto.

Ahora los ha recuperado, pero se le ha quedado una neumonía bilateral y un hormigueo constante en la parte izquierda del cráneo . «Si me rasco no me suena igual que la derecha», detalla.

Respecto al Hospital de Puerto Real asegura que le trataron muy bien cuando estaba allí pero que después se les pasó avisarle para la rehabilitación. «A los dos meses me llamó el fisio y cuando fui me dijo que ya poco podían hacer por mí. La rehabilitación que he hecho ha sido en mi casa por mi cuenta con mi mujer». «Estoy defraudado con el hospital», admite .«Hay muchas cosas que entre unos y otros se les han pasado. Entiendo que es porque están desbordados pero lo he pagado yo».

No obstante, Pepe está contento porque anda casi perfectamente. «He caminado dos minutos y he andado 260 metros», detalla . No puede subir escaleras o salir a pasear, ya que debido a la neumonía se tiene que «resguardar de cualquier vientecito», pero sigue luchando.

Pepe González fue uno de los pimeros enfermos de coronavirus en Cádiz. Aún hoy sufre una neumonía bilateral. Antonio Vázquez

A más tiempo en UCI, más secuelas

Según explica Cristina Delgado, fisioterapeuta de hospitalización del Hospital de Jerez , las principales secuelas en los enfermos de Covid son respiratorias. «Lo que más se aprecia es el casancio. Muchos de ellos salen del hospital y no pueden andar». Es lo que se conoce como «polineuropatía del paciente crítico». «Se quedan los cuatro miembros paralizados. Depende del grado puede ser uno o varios miembros o todos».

Además, otras muchas secuelas. «Desde falta de olfato, hasta secuelas cognitivas y neurológicas, otros tienen heridas en las cuerdas vocales debido a la intubación», señala el médico de rehabilitación del Hospital de Jerez Víctor Cruz . «El Covid es una enfermedad devastadora que deja todo tipo de secuelas» , afirma.

Explican los profesionales sanitarios que cuanto más tiempo esté el paciente en UCI e intubado, mayores son las secuelas. Y que, detalla el médico Víctor Cruz, «la edad es un factor de riesgo, pero las secuelas no van en función de la misma. Si el paciente tiene antecedentes y es pluripatológico, el Covid ataca más, pero hay pacientes jóvenes que no tenían patologías previas a los que también ha atacado ». «El Covid es muy desconocido. Cuanto más llevamos con él, más conocemos. Pero lo que sí sabemos es que deja más secuelas que cualquier otro virus respiratorio».

En otras secuelas que no vemos exteriormente también se centra la fisioterapeuta Cristina Delgado. Los pacientes Covid «cuentan con un estado anímico muy bajo. No tienen percepción del tiempo que han estado en UCI y su vida ya no es la misma. En la mayoría de los casos han entrado por su propio pie. A muchos se les dice que hay que sedarlos para intubarlos. A lo que hay que añadir que están solos», explica. «Cuando superan la enfermedad tienen miedo de salir a la calle solos, de quitarse el aire, porque sienten que se van a asfixiar, o de que la gente de su alrededor se infecte», narra a este periódico.

La rehabilitación empieza en la UCI. «Es funcional y se basa en que el enfermo tenga independencia», señala el doctor Cruz. «Trabajamos por objetivos. Por ejemplo, si ha tenido un ictus y no hace la pinza con los dedos, pues ese es nuestro objetivo. O si se desatura cuando hace ejercicio, reducir sus pulsaciones por minuto. Es un tratamiento con un objetivo realista para que no haya secuelas o éstas sean las menos posibles». Trabajan para que la vida del paciente sea lo más parecida a la que tenía antes del coronavirus .

Lo ven cada día y advierten. «En la primera ola los ciudadanos tenían miedo, eran cautos y cumplían las medidas. Los positivos se quedaban en sus casas. Ahora no. Hay pacientes que no guardan la cuarentena », asegura el doctor Cruz. «Les decimos que ante síntomas de Covid no pueden acudir al hospital y nos mienten. Pacientes nos han llegado a ocultar que han tenido contacto con un positivo». Y asegura la fisioterapeuta Cristina Delgado, «los sanitarios hemos pasado del aplauso a que ahora la gente no entienda. No hay conciencia».

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