Juan Márquez entra en las dependencias judiciales esta mañana
Juan Márquez entra en las dependencias judiciales esta mañana - A. VÁZQUEZ
TRIBUNALES

El crimen que sacudió Ubrique

Jerez acoge desde este viernes el juicio con jurado contra el padre acusado de matar a sus dos hijos a cuchilladas en octubre de 2014. El fiscal pide para él 42 años de cárcel

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El horror se cebó aquella madrugada de octubre con Ubrique cuando Juan Márquez, trabajador del sector de la piel y con una vida «aparentemente normal», decidió presuntamente acabar con la de sus dos hijos. Laura, de 19 años, y Juan Pablo, de 17. Fue en torno a las cinco. En el número 60 de la calle San Sebastián. Allí, aquella noche quedaba escrito el crimen más escalofriante que se ha vivido en la Sierra de Cádiz en la última década. El supuesto filicidio se juzga desde este viernes hasta la próxima semana en la Audiencia Provincial.

Según la investigación, el procesado se armó con un cuchillo con la idea de matar a la niña. Se dirigió a su cuarto y allí le asestó varias puñaladas aunque en un primer momento la chica consiguió huir.

Los gritos despertaron a su hermano menor, Juan Pablo, que salió en su ayuda de la habitación, pero fue presuntamente acuchillado también por su padre. Ya malherida la chica logró escapar hasta el rellano para pedir auxilio a los vecinos, pero una vez allí fue de nuevo alcanzada por el acusado quien acabó supuestamente con su vida. El cuerpo de Laura tenía 26 heridas, el del chico, 14.

Ensangrentado

Cuando los vecinos salieron al rellano, vieron ante sí una escena dantesca. El padre, Juan, ya se había dado a la fuga. Salió corriendo de la vivienda y atajó por un pequeño callejón peatonal, cercano al escenario del crimen y que conecta con el río. Horas después, sobre las dos de la tarde se confirmaba su detención. Este antiguo agente forestal fue localizado por los agentes de la Guardia Civil al lado de una casa abandonada a las afueras de la población serrana, a pocos kilómetros de la vivienda donde habían sido encontrados los cuerpos de sus hijos. Estaba herido en una pierna y se había practicado él mismo un torniquete para frenar la hemorragia pero el reguero de sangre que dejó en su huida fue clave para dar con él.

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