REPORTAJE

El crimen del Pelón, las claves

El juicio a la banda del Ojos revela importantes detalles. Aquella madrugada, ¿dónde estaban los acusados?, ¿qué hicieron esos días?, ¿se conocían?... son las preguntas que ahora buscan respuesta

Un agente de las fuerzas especiales en el registro en la casa de El Ojos.

M. ALMAGRO

El juicio que se está celebrando en la Audiencia Provincial de Cádiz a la banda del Ojos está revelando importantes claves sobre el caso que ha sentado en el banquillo a catorce personas acusadas de secuestrar, torturar y matar al chiclanero David Muñoz, alias 'El Pelón'. Su cadáver fue encontrado en agosto de 2014 en un descampado de Puerto Real completamente machacado. Tras un amplio operativo de Guardia Civil y Policía Nacional a los meses los presuntos culpables de su asesinato fueron detenidos. Ahora, tres años después, este grupo criminal, según los denomina la acusación, está siendo juzgados bajo importantes medidas de seguridad ya que se les considera muy peligrosos.

De momento en la Sección Cuarta ya han declarado los acusados y también varios testigos que han dado al tribunal su versión de los hechos. Todos los procesados han negado su participación en el crimen. Los máximos implicados sí han admitido que se dedicaban, de una u otra manera, al tráfico de hachís (de lo que también están acusados), pero aseguran que no tuvieron nada que ver en la muerte del Pelón, un supuesto narco al que querían robarle 400.000 euros que creían que guardaba. Según la acusación, cuando lo secuestraron y llevaron hasta Sanlúcar donde supuestamente escondía el botín encontraron solo una pequeña parte y acabaron con su vida. Le asestaron hasta catorce puñaladas, le golpearon insistentemente y lo degollaron con un cable. Su cuerpo se encontró tan desfigurado que solo lo pudieron reconocer por sus tatuajes. El fiscal pide para ellos penas que van desde los 75 a los 55 años de cárcel por numerosos delitos.

En las dos semanas que lleva celebrándose el juicio ya se han dejado ver muchas de las claves que apuntarán o no hacia la culpabilidad de los supuestos implicados.

La banda y el líder

¿Son los investigados miembros de un grupo criminal?, ¿actuaban de una forma premeditada y bajo las órdenes de un líder cumpliendo cada uno de ellos una función? Esa es una de las cuestiones que se están dirimiendo. Uno de los delitos de los que se les acusa es precisamente la pertenencia a un grupo criminal. Según el Ministerio Fiscal y los investigadores, no hay dudas de que los procesados son miembros de una banda itinerante que se dedicaba a buscar objetivos más o menos fáciles. Algo rápido de conseguir, que no tuviera demasiadas complicaciones y que les reportara importantes beneficios para reinvertir en el negocio del hachís. Así se sospecha que lo intentaron además de en Chiclana en Navalmoral de la Mata (Cáceres) con el robo frustrado a un empresario local. En el caso de El Pelón les llegó la información de que guardaba más de medio millón de euros y supuestamente fueron a por él. Pero, su versión es completamente contraria. Niegan que formen parte de una misma banda . No admiten que todo era un plan, un «trabajo» que tenían que hacer en Cádiz sino que se les ha sentado a ellos en el banquillo en vez de a los verdaderos culpables.

Ismael López, durante su detención.

La figura de Ismael López, alias 'el Ojos', es aquí fundamental. Los investigadores lo señalan directamente como el cabecilla , la persona que dirigía cada uno de los movimientos que hacía el resto. Pero en la sala para ellos ‘Isma’ es uno más. Un «colega de toda la vida del barrio» (de Vallecas), el cliente del taller, un conocido del ‘negocio’ del hachís... Sin embargo, para la Guardia Civil y la Policía, ‘Isma’ es uno de los ejecutores, quien movía los hilos y la voz dominante en las numerosas escuchas telefónicas que se hicieron.

De ahí que la identificación probada de los autores y la relación que guardan entre ellos sea una de las claves de este caso. A este respecto, en la segunda sesión uno de los procesados, Jacinto M.R., sólo declaró a preguntas de su abogada. Sin embargo se leyó lo que le dijo al juez en octubre de 2014 cuando se le detuvo. Entonces aseguró que aceptó el «trabajo» de Chiclana pero que su función se limitó a «señalar» dónde vivía la víctima ya que su casa estaba a un kilómetro más o menos. Él fue uno de los miembros 'locales' supuestamente captados. Cuestionado por el instructor, entonces Jacinto sí señaló a ‘El Ojos’ como el ejecutor. A él y a otros del grupo como Facu, El Ruso, Moha o Christian los vio días antes de los hechos en la casa que alquiló el presunto líder en la calle La Habana de El Puerto. Pero en sala no ratificó estas declaraciones. Como insistió entonces había dicho todo aquello «bajo presión» policial. Ismael López, por supuesto, también negó ser el líder. «Nunca en mi vida me he dedicado a secuestrar ni a asesinar». Lo suyo, según declaró sin tapujos, ha sido «buscarse la vida» transportando droga en vehículos robados.

Los apodos y las escuchas

En esta misma línea, sobre la identificación de los presuntos acusados y su participación en la tortura y asesinato del Pelón, cobra también bastante importancia algo tan cotidiano como un apodo. En este tipo de asuntos oscuros el mantener oculta la verdadera identidad , cualquier dato personal, es básico para el delincuente. Durante este juicio el fiscal está incidiendo considerablemente en este aspecto, es decir, que se tenga claro quien se 'esconde' tras los alias empleados. Sería una de las pruebas incriminatorias.

Los cuadernos donde apuntaban los seguimientos

«8:00 entra chico», «8:40 sale peque y coge bus 441, 8:49». Estas y otras pequeñas anotaciones en unos cuadernos se hallaron en los registros que hicieron los agentes en la 'operación Periplo', el importante operativo policial que se desplegó entre Cádiz y Madrid para desarticular la banda del Ojos. Según la acusación, estas notas demostrarían que algunos miembros de este «grupo criminal» se dedicaba a hacer seguimientos y vigilancias a posibles nuevas víctimas de sus secuestros.

Aunque estos cuadernos se encontraron en las viviendas de algunos de los implicados, delante del tribunal, los procesados no han reconocido que hicieran esas anotaciones. «No sé», «esa no es mi letra», «puede ser cualquier cosa»... han respondido cuando se les ha preguntado por estas notas.

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