REPORTAJE

A la caza del furtivo en Cádiz

La Guardia Civil incrementa los controles en los montes y las fincas al detectar un importante aumento de la actividad de los cazadores ilegales

La carne de ciervos, gamos, corzos, jabalíes, es el principal trofeo que buscan estos delincuentes. Los deshuesan y despellejan en el mismo lugar donde los matan

Imagen de uno de los últimos furtivos que se ha detenido y un animal que apareció tiroteado. La Voz

María Almagro

Permanecen ocultos en los montes y llanos de nuestros campos. Se mueven de noche pero lo hacen con la misma facilidad y destreza que si fuera de día. Dominan perfectamente el terreno en el que actúan. Incluso conocen a sus dueños, algunos han sido guardas o gente cercana a esos propietarios. Saltan a las fincas y sacan sus armas. Ya están listos para una nueva jornada de caza. Aunque saben que lo hacen fuera de la ley.

El cazador furtivo no se rinde. En los últimos meses, la Guardia Civil ha detectado un aumento de esta actividad ilícita en la provincia de Cádiz y ya son numerosas las denuncias que están llegando a los cuarteles de zonas rurales. «No hay una temporada específica. Se mantienen todo el año aunque sí hay momentos como épocas de fiestas donde ese repunte se nota más», explica un agente experto en ponerles coto.

La mayoría se decanta por la caza mayor. Y aunque se piense muchas veces lo contrario, el fin no es tanto conseguir los trofeos (cuernas, cabezas, colmillos...) para moverlos por el mercado negro, sino que la mayoría dispara por la carne. Tanto es así que llegan a descuartizar y deshuesar a los animales en el mismo lugar donde los matan para llevarse solo lo que buscan. Ciervos, gamos, corzos, muflones, cabras montesas, jabalíes ... están en su punto de mira.

Un experto

El Ronco es uno de esos. Ha sido el último en caer . Hombre ya veterano, de unos 50 años, bastante conocido en Alcalá de los Gazules donde desde pequeño aprendió mucho de campo al lado de su padre, cabrero y, paradójicamente, guarda de finca. De ahí quizá su dominio. Dicen de él que tiene una personalidad oscura, retraída. El Ronco se colaba a cazar de noche en una finca muy rica de la zona. Solo tenía que andar unos metros y saltar una valla. Se estima que desde enero ha podido matar hasta quince reses de caza mayor .

Los agentes del puesto de Alcalá iban tras sus pasos, extremadamente complicados de seguir, huidizos, amparados por la oscuridad y siempre medidos y controlados entre las decenas de hectáreas que componen estos terrenos tan amplios y laberínticos. Pero fueron capaces de dar con él, lograron identificarlo y lo detuvieron el pasado 5 de febrero por lo que supuestamente estaba haciendo.

«Se cuidaba mucho de que no lo cogiéramos», cuenta uno de los guardias civiles que le puso los grilletes. Llegaba a esconder los artilugios que usaba por el campo. Intensificadores de visión, linternas, supresores del sonido, cepos, redes, incluso la capucha con la que ocultaba su rostro... suficiente material para confirmar sospechas. También le intervinieron varias armas aunque tenía retirada la licencia desde hacía veinte años debido a antecedentes por agresión sexual y reyertas con heridos.

En el registro que los agentes hicieron en la explotación ganadera de su familia encontraron una escopeta con el número de serie borrado , cientos de cartuchos de distintos calibres, y, una prueba muy significativa, varias básculas portátiles para pesar las piezas.

El Ronco, un experto cazador de unos 50 años, ha sido el último en caer en manos de la Guardia Civil. Se colaba en las fincas de noche e iba a por las reses por su carne

Porque se cree que El Ronco no iba a por trofeos. Según las pesquisas y vigilancias realizadas, cuando daba presa a un animal como ciervos, venados o jabalíes, los descuartizaba en ese mismo lugar y se llevaba la carne únicamente, dejando los cuernos, el pellejo y las pezuñas. Tras las pruebas recabadas se le detuvo como presunto autor de varios delitos: tenencia ilícita de armas, depósito de munición, daños y hurtos y un delito contra la flora y la fauna.

Por este y otros muchos casos que se están dando, la Guardia Civil ha intensificado los controles contra el furtivismo. Los propios guardas de los campos han dado la alerta tras encontrar a numerosos animales muertos en sus fincas en los últimos meses.

Las perdices vivas macho para reclamo

En mayor medida, las reses están apareciendo descuartizadas en dos zonas principalmente: el área que comprende el entorno del Parque Natural de los Alcornocales, debido a que es un espacio que tiene una rápida salida y entrada por la autovía, y también en San José del Valle, Medina, Benalup, donde el furtivismo se centra más en la perdiz roja . «Están acabando con ella», advierten. «En este caso las quieren vivas, machos, para venderlas como buenos reclamos». Aprovechan así el auge de esta modalidad cinegética venerada por algunos cazadores que consiste en colocar a su macho perdiz enjaulado en el tanto para que por medio de sus cantos atraiga a sus congéneres salvajes y, así, a cierta distancia, accionan el gatillo.

En cuanto a la caza mayor, los furtivos suelen ser gente local, que se mueve perfectamente por su zona porque, entre otras cosas, son expertos ‘amantes’ de esta actividad y han podido pasear cientos de veces por esos caminos. También se ha detectado a un grupo que se mueve en coche y dejan a los cazadores en la carretera desde donde acceden a las fincas.

La gran parte de ellos actúa de noche, aunque pasen todo un día metidos en el campo, escondidos. Prueba de ello es que, por ejemplo, se han encontrado macutos con latas de comida y otros víveres para poder pasar las horas a la espera de poder ponerse en acción.

Las armas que usan suelen ser rifles de calibre pequeño (222, 243, 17 HMR) porque son certeros y letales. Otra pieza clave son los silenciadores que hacen los disparos inaudibles.

Algunos de estos cazadores tienen activa su licencia de armas y, si se les retira, llegan a comprar o robar armas del mercado negro. También se han decomisado armas modificadas, como carabinas de aire comprimido que se han usado para este fin. «Son gente que sabe mucho de esto».

Hay diferentes modalidades también en la caza furtiva. No solo es por tiro. «Llegamos a tener un caso de alguien que estaba actuando pero no se escuchaba nunca nada. Al final descubrimos que iban de noche con un foco y un perro presa. Cuando cogían al animal, el cazador se acercaba y le pegaba con un martillo en la cabeza ». También estos perros, adiestrados para ello, llegan a acorralar al silvestre y, una vez rodeado, el furtivo lo mata con un cuchillo. Otro de los métodos que se utilizan es el cepo de alambre, que camuflan entre los matorrales. Al pisarlo, el animal queda aprisionado por una de sus patas e inmovilizado. Además de no poder defenderse, sufren graves infecciones o mueren desangrados.

Todo ello para conseguir su objetivo: los trofeos, que se suelen llevar solo la cabeza, o la carne, tanto para autoconsumo o para venderla. «Muchas veces no les sale a cuenta. Lo hacen también por la adrenalina de sentirse cazadores y no pagar los cánones de las cacerías permitidas». Para matar a un venado por ejemplo se pueden llegar a pagar hasta 3.000 euros (dependiendo de muchos factores), o una cierva, unos 200.

«Lo hacen también por la adrenalina de sentirse cazadores y no pagar los cánones de las legales»

Las épocas en las que se ha detectado mayor presencia de furtivos también varía. La berrea –el tiempo de aparamiento de ciervos y otros cérvidos al inicio del otoño–, es una de ellas. Pero no la única. La primavera, tras el letargo del invierno, cuando los animales buscan el charco y son más visibles, también. O los períodos previos a fiestas como la Navidad, comuniones o bodas, cuando la demanda del consumo de estas carnes se dispara y aprovechan para ofrecerlas a un mejor precio.

Los daños que causa el furtivismo también toca diversos ámbitos. El económico es uno de ellos, por el perjuicio que supone para la práctica legal de la actividad cinegética, motor económico en algunas de estas zonas de campo. Por otro lado, el medioambiental, al no estar controlado por los parámetros que regula la administración en cuanto al cupo de animales, su supervivencia, peligro de extinción, etc... y, además, uno de los más arriesgados, el daño sanitario, ya que estas carnes no pasan ningún tipo de supervisión, ni van etiquetadas, por lo que su consumo no es nada aconsejable.

Por todo ello, la Guardia Civil continúa con su labor de perseguir a los furtivos quienes se enfrentan, dependiendo del caso, a penas de cárcel, y a multas que pueden costarles muy caras si, al final, los cazados acaban siendo ellos.

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