Cádiz

El botellón, otro foco de contagios que preocupa en la provincia de Cádiz

Los vecinos de Cádiz, El Puerto, los Caños o Tarifa denuncian que esta práctica prohibida está proliferando por las dificultades para acceder a los bares y chiringuitos

F. M. G. / J. M. A.

El verano de 2020 queda marcado por la pandemia , por la influencia de un virus que ha alterado de forma sustancial la manera de vivir. Y de relacionarse. Las medidas para evitar los contagios en los diversos sectores hosteleros provocan que muchos ciudadanos, especialmente adolescentes, tomen caminos alternativos con la idea de prolongar la diversión de modo grupal. Las autoridades apuntan que los focos más peligrosos para la aparición de brotes radican en el ocio nocturno, y no se refieren sólo a discotecas o pubs.

En estas últimas semanas ha habido un repunte del botellón en varios puntos de la provincia gaditana. La limitación de aforo desencadena en largas y molestas colas, y es que ya no hay sitio para todos. Por ello, muchos jóvenes deciden comprar por su cuenta las botellas de alcohol y refrescos y montar su particular fiesta junto a los chiringuitos o los bares.

En Cádiz capital, el punto de concentración habitual para los jóvenes que beben en la calle sigue «exactamente igual. Es más, está engordando», manifiesta Antonio De María , presidente de la Federación Provincial de Empresarios de Hostelería de Cádiz, Horeca (HOteles, REstaurantes y CAfeterías), en representación de los propietarios de locales nocturnos en la zona.

Las reuniones de jóvenes en la explanada se desarrolla con normalidad, como si no hubiese pandemia . La mayoría acude sin mascarillas y, aunque a priori se reparten el espacio en grupos separados y al aire libre, en ocasiones puede suponer un riesgo para la salud pública.

Cabe recordar que Cádiz capital, pese a no ser la localidad más grande de la provincia, suma varios brotes y es el municipio con más contagios activos. La afluencia en la Punta de San Felipe, como es habitual, se incrementa los fines de semana.

La situación ha sido denunciada por los propietarios de los bares de la zona . Estos empresarios viven el férreo control de la Policía casi a diario, en la línea de lo marcado por la ley. Sin embargo, consideran que existe un agravio comparativo respecto al botellón, que en este caso está a pocos metros.

« La Policía Local de Cádiz va a los locales de la Punta de San Felipe para exigirles el cumplimiento de los horarios y en la parte de arriba hay un botellón. Cuando los propietarios les recuerdan que concentrarse para beber en la calle está prohibido, los agentes les dicen que no tienen instrucciones», asegura Antonio De María.

No es el único lugar de Cádiz donde se producen concentraciones de jóvenes. En el entorno de la Caleta o del Paseo Marítimo pequeños grupos de jóvenes aprovechan la noche para beber fuera de los bares. Las concentraciones también se dan ocasionalmente en las playas, después de que la Policía desalojara al principio del verano la playa de Santa María por un macrobotellón.

El Puerto, los Caños, Atlanterra...

El litoral de El Puerto de Santa María es un lugar común para realizar esta práctica. Además de en la desembocadura del Guadalete, ahora se ha normalizado en la zona de la Calita, aprovechando los chiringuitos que se han instalado junto a la playa del Aculadero y donde suelen terminar los jóvenes después de haber tomado sus primeras copitas en la calle. Las quejas vecinales se escuchan a su vez en Vistahermosa y en El Manantial , donde son constantes los ruidos y en ocasiones los daños a vehículos y al equipamiento municipal. La falta de efectivos de la Policía Local impide el control de estos actos delictivos. Por supuesto, sin respetar la distancia de seguridad, sin mascarillas y sin las medidas de prevención Anti-covid19.

La playa es el lugar escogido por los adolescentes, y no tan adolescentes, que apuestan por el botellón en las zonas comprendidas entre los Caños de Meca y Atlanterra , ya en Tarifa. Es habitual cada noche la presencia de jóvenes veinteañeros en las zonas cercanas a los chiringuitos , aprovechando la luz y la música para divertirse con alcohol sobre la arena.

Resultó ser uno de los motivos por los que la Policía Local de Barbate cerró el Ohana, en la carretera del Faro de Trafalgar, ya que los clientes consumían tanto dentro como fuera de la terraza. Los chiringuitos de la playa del Mexicano (o del Pirata) en los Caños también advierten de esta problemática, que tiene en pie de guerra a los vecinos de la urbanización . «La gente esta enfadadísima por el ruido, la pelea, la suciedad que generan. Incluso molestan a muchos ciudadanos que están pescando en esa zona y con los que han tenido encontronazos», señala una vecina. La Guardia Civil apenas ha comparecido un par de veces y para advertir en lugar de sancionar.

En la tranquila Zahara de los Atunes , las protestas de los vecinos han servido para que el alcalde de Barbate, Miguel Molina, tome cartas en el asnuto. Presidió esta semana una cita para coordinar el dispositivo de las fuerzas de seguridad que se va ha desplegado este fin de semana para poner fin al problema con sanciones. Se pretende garantizar la seguridad y el bienestar de la ciudadanía.

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