Cine
Los Barrios-Sevilla-Madrid-Los Ángeles
El gaditano Manolo Solo culmina un año estelar con dos posibles candidaturas al Oscar. En el último Festival de San Sebastián estaba en cuatro obras junto a Javier Bardem, León de Aranoa, Stanley Tucci o Amenábar
Un actor es una contradicción. En el caso de Manolo Solo, la luce hasta en su nombre artístico. Ha basado su carrera en una perseverancia digna de asombro y aplauso , en una lucha propia de Sísifo, pero nunca pudo hacerlo sin otros. Al principio, se rodeó de maestros, de amigos y compañeros de la generación, principalmente sevillana, conocida como del Cinexín, con origen geográfico en la Alameda de Hércules hispalense y el deslumbrante Alberto Rodríguez como santo patrón.
Después de redondear dos docenas de personajes secundarios para el recuerdo , le llegó uno que marcó un giro en su carrera. En 2016, en la desgarrada y oscura ‘Tarde para la ira’, su compinche, el actor y director Raúl Arévalo le regaló un personaje al que dotó de una fragilidad terrorífica y una voz memorable. Al año siguiente, ese trabajo le supuso el Goya al Mejor Actor de Reparto.
Antes, ya había brillado con papeles de corta duración en la pantalla y larga presencia en la memoria del gremio : ‘La Isla mínima’, ‘Carmina y amén’, ‘¿Quién mató a Bambi?’, ‘Caníbal’, ‘Biutiful’, ‘ Celda 211’, ‘El laberinto del fauno’, ‘Siete vírgenes’, ‘La flaqueza del bolchevique’, ‘Competencia oficial’... Los aficionados habrán asociado nombres. Antes del Goya, que obtuvo ya con 53 años, había trabajado con directores multipremiados, del mencionado Rodríguez a los ‘oscarizados’ mexicanos González Iñárritu y Guillermo del Toro.
Entre tanto, se hizo fijo en televisión (de ‘Aida’ y ‘El ministerio del tiempo’ a ‘Cuéntame’ y, otra vez Alberto Rodríguez, con ‘La peste’). Pese a tener trabajo, nunca abandonó el teatro con éxitos como ‘Smoking room’, montajes de Lorca y Shakespeare o la dirección de Alberto San Juan y Juan Diego Botto.
Con ese asombroso currículo, seguía en la sombra, en la fila de los actores familiares para el espectador pero de nombre apenas conocido para el público a gran escala. El Goya cambió eso y le puso bajo en el centro. Manolo ya no estaba tan solo, aunque siempre mantuvo la convicción individual que le permitió insistir e insistir. Nacido en Algeciras en 1964, Manuel Fernández Serrano se crió en Los Barrios hasta los siete años, cuando se trasladó con su familia a Sevilla. Allí, antes de coincidir con Alberto Rodríguez (con el que debutó) y actores de su generación que aún le rodean, estudió Ciencias de la Educación y jamás ejerció.
Se dejó llevar por la vocación, por la pasión por la interpretación y se alistó en el Instituto del Teatro de Sevilla. No aguantó ni dos años y apostó por las academias de actores, las más prestigiosas: Agustín Alezzo, Cristina Rota, Alicia Hermida... Empezó el infinito carrusel de los castings y las audiciones, un rechazo tras otro, un acierto tras otro.
Desde 2001 –su primera película– hasta este 2021 en que su carrera estalla. Por respaldarlo con un número: en el último Festival de San Sebastián se presentaron cuatro proyectos en los que participa (tres largometrajes y una serie). Y todavía faltaba ‘Sevillanas de Brooklyn’ . «Siento que estoy un poco de moda ahora, pero intento prepararme para que cambie en cualquier momento», declara en los últimos meses. Eso sí, recuerda: «Me he partido el lomo para llegar hasta aquí».
Ese aquí, ese ahora, le llega en el momento más difícil, tras la paralización de rodajes y proyectos en 2020 a causa de la pandemia encuentra los mejores planes y papeles , rompe la pared de cristal. El reconocimiento que ya tenía en la profesión se hace mayoritario, popular.
El patrón de los insistentes
Este año ha estrenado, nada menos, película con Fernando León de Aranoa (‘El buen patrón’) que es la elegida por la Academia del Cine Español para aspirar al Osca r. La Academia de Estados Unidos debe elegirla, o no, como finalista, como nominada. Tras Javier Bardem, con el que comparte diálogos antológicos, es el actor con más peso y presencia en la aplaudida trama de humor ácido y negro.
Su personaje, Miralles, está atormentado por una severa crisis matrimonial y de madurez que le afecta en el trabajo. Este rol desata toda la capacidad de manipulación del señor Blanco (Javier Bardem). «Es una relación donde hay sumisión, poder, amistad, jerarquía… Está en una época de la vida que no es la mejor y eso revierte en el trabajo. Eso hace que el buen patrón intente tomar medidas al respecto», concluye el intérprete campogibraltareño.
No sería el único trabajo de Manolo Solo que podría acabar en la gran noche del cine mundial en Los Ángeles , allá por febrero. Su protagonista en el cortometraje de Javier Marco ‘A la cara’ también está preseleccionado para obtener la gran estatuilla calva. Ha arrasado con más de 50 premios (entre ellos, el Goya y el Internacional de Chile, que dan acceso a luchar por el Oscar). Narra la historia de una mujer que se enfrenta a un hombre (el personaje de Solo) que la ha estado amenazando a través de las redes sociales.
El gran año del actor gaditano lo redondea la televisión. La primera serie de uno de los directores más alabados, premiados y seguidos de España, Alejandro Amenábar , le incluye en el reparto. Comparte cartel con estrellas como Stanley Tucci o veteranos como Karra Elejalde. Interpreta a un «majara quijotesco, que conoce la verdad, o que cree que conoce la verdad» según define Manolo Solo. Un exlegionario, «inestable, que parece de poco fiar», dice el actor, el rol de un obsesionado por recabar información sobre grandes tesoros hundidos hace siglos en el Estrecho. El personaje vive en Algeciras, en el Campo de Gibraltar, el lugar de nacimiento del actor y al que la ficción le ha vuelto a llevar.
Otro círculo cerrado con éxito.
