Cultura
El renacer de Santiago, el barrio del arte de Jerez
Reale impulsa un proyecto para encauzar todo el talento de este enclave cimentado en tres pilares: el teatro, la pintura y el bordado de realce
Sebastiana López, Luis Márquez y José Segura representan «el valor del mundo real» en la búsqueda del kilómetro cero del arte y la cultura
El barrio de Santiago es arte. Es flamenco. Alegrías y bulerías, crisol de payos y gitanos . Es el Prendimiento en su recogida. Genio, ingenio, duende. Pero también miseria, paro, malos hábitos, falta de esperanza. Son los puntos de partida del proyecto impulsado por Reale Foundation en este enclave señero, donde desarrollará la realización de actividades formativas para encauzar todo ese talento que logre desembocar en el mar de oportunidades. De la mano de la Asociación Jerez por Santiago y el abrazo como respaldo de la Hermandad del Barrio, han diseñado tres cursos que se impartirán en los próximos meses: teatro, impartido por Sebastiana López Gandulla ; pintura, a cargo de Luis Márquez Carrasco ; y bordado de realce, por José Segura Núñez.
El almuerzo en La Carboná sirve para presentar estos tres platos, en el mejor escenario posible, pues se pretende llevar el actual modelo gastronómico a la cultura: el kilómetro 0 . Los artistas locales desde su origen hacia el mundo. Pilar Suárez-Inclán, directora de comunicación de Reale Seguros, ejerce de maestra de ceremonias introducida por el conocimiento y la experiencia de la reconocida galerista Carmen de la Calle.
Pilar llega a Jerez y a Santiago a través de la historia de la apasionante Sebastiana López, uno de los estandartes del barrio. Reclusa en la antigua cárcel de Yeserías en los años duros del polvo y la heroína, gira su destino al encontrarse con el teatro y la dramaturga Elena Cánovas, entonces funcionaria de prisiones. Su vida de película (del documental Yeses) inspira esta acción, pues resulta prueba inequívoca de que la cultura no sólo restaña heridas sino que salva vidas.
Y de Sebastiana a Luis Márquez, hijo del célebre pintor y compositor Juan Grande, pasando por las manos de José Segura, tejedoras de tantos sueños y promesas, a la sombra de la Hermandad del Prendimiento. Tres historias del barrio, trilogía de senderos que muestran los caminos a seguir por los herederos del lugar.
La intención con este proyecto es «crear futuro, proteger el desarrollo, la cultura y bienestar», esboza Pilar. «Es el valor del mundo real. En una sociedad que tiende a medir todo bajo el prisma del dinero, entendemos el valor incontable de las relaciones humanas. Al apoyar a estos artistas, para que trabajen por su pueblo y por su barrio, al final siempre recibimos mucho más de lo que aportamos».
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Sebastiana López: «Hay quien se enganchaba a la heroína; yo me enganché al Teatro»
Sebastiana es la protagonista de una película. La de su propia vida. Mujer impetuosa, de carácter, le encerraron muchos sueños cuando en su regreso de Colombia le encontraron droga en la maleta. Varios años de condena, a cumplir en Yeserías (Madrid). «Menos mal que fue en Barajas y no en Caracas, porque si no no estaría aquí contándolo». Es su filosofía. El «no hay mal que por bien no venga». Cuando se cierra una celda se abre una ventana, la de la oportunidad. Entre rejas, se tropezó (bendito tropezón) con Elena Cánovas y su vida cobró otro sentido. «Empezaron a ensayar una obra de teatro. Le pedí colaborar pero que no me diera un papel porque yo tengo mucho sentido del ridículo y no memorizo bien».
El casting para encontrar a la protagonista de la obra resultó tortuoso. A una semana del estreno, nadie daba el perfil. «Estaba luciendo el telón y le dije a una actriz: ‘te ha dicho que digas esto, que lo hagas así’, y comencé a interpretar el papel. Elena me dijo que por qué no lo hacía yo. Y lo hice. Así empezó todo». Recuerda que desde ese día «ya no me bajé del escenario». Con ese grupo de teatro de reclusas «abrimos barreras, rompimos barrotes. Salimos esposadas a hacer teatro» y recibieron el aplauso de crítica y público.
«Rompimos los barrotes de la prisión; durante mi estancia en la cárcel yo me subí al escenario y ya no me he bajado nunca»
Años inolvidables. Pero tocaba volver a la (dura) realidad cotidiana. Regresar a Jerez, con sus hijas, a las que ha sacado adelante sola con tesón y orgullo. De nuevo el arte marcó su camino a Santiago. «Hay quien se enganchó a la heroína y yo me enganché al teatro». Comenzó con un nuevo desafío: un proyecto de teatro de flamenco en Jerez con 35 niños, con el que tuvo que lidiar con las críticas de quienes ponían en duda la reinserción. Pero el éxito fue la llave para abrir la puerta de esta celda, que es el propio complejo de la sociedad hipócrita.
Gracias al documental ‘Yeses’, su historia trasciende los límites de su Jerez. Pilar Suárez-Inclán, de Reale, se pone en contacto con ella. «¿Cómo podemos ayudar al Barrio? Aquí hay cultura, flamenco, palmas, pero en esta época de pandemia faltaba lo más importante: comida. Nos ayudan con una campaña de alimentos que coordino a través del Prendimiento». Superada la primera necesidad, empiezan a dar forma al actual proyecto.
«Santiago es un barrio creativo y artístico al que le falta la estructura para poner en valor ese talento», le sugiere Pilar. Enamorada de los pinceles de Márquez, de los bordados de Jose, la idea empieza a cobrar vida. Sebastiana impartirá un curso de teatro durante seis meses. «Ya tengo mi grupito, muy heterogéneo. Un bombero jubilado, una intérprete de piano, un matrimonio, mi hija y mi nieta...». Ocho personas que durante las tardes de martes y miércoles ensayarán ‘El Cuartito de hora’ de los hermanos Quintero, y ‘La Real Gana’, de Antonio Ramos Martín. Versionadas con el arte de Sebastiana, esperan que se pueda estrenar en el mejor escenario posible.
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Luis Márquez: «El Barrio tiene una forma propia de comunicar, de transmitir»
Luis Márquez se ha criado entre pinceles y guitarras, entre arte y flamenco, en una familia de artistas. Como tantos genios, tuvo primero que ‘matar’ al padre para encontrar su propio camino. Nunca quiso ser pintor hasta que falleció su progenitor, el inmortal Juan Grande, y entonces brotó el caudal que llevaba dentro tanto tiempo atrapado.
Ensalza continuamente a esa «generación» anterior «que tanto nos ha dado. Nos aportó una sensibilidad especial y tenemos mucho que decir». Encuentra en Jerez, y aún más en el Barrio de Santiago, una «forma de comunicar, de expresar, de transmitir», que con apenas rascar ya se espolvorea por cualquier tapiz.
Luis es uno más de esos vecinos cuyo talento fluye a borbotones, inconstante y sin orden. Apenas puede mostrar sus obras pues son por encargo y ya están en manos de sus propietarios. «Tengo ganas de dar un giro», confiesa. Y este proyecto debe ser el lienzo sobre el que esbozar su nueva obra.
Hijo de Juan Grande, quiere mostrar a sus alumnos que la Cultura y el mundo del arte también ofrecen una salida
Además, prepara un proyecto para presentar a la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, presentando la bulería de Jerez a través de las pinturas. A su vez programa conferencias, charlas y cursos para exportar las señas de identidad de su barrio, su ‘pecado’ original.
Luis Márquez suele inspirarse en el flamenco, Jerez, la vida en sus calles y tablaos, las casas de vecinos, para proyectar sus imágenes, de corte costumbrista.
En estos tres próximos meses impartirá un taller de iniciación a la pintura. Cuenta con 13 alumnos, todos chicos del barrio de Santiago y la mayoría niños. Está empeñado en transmitir esa sensibilidad especial que recogió de sus mayores y que fluye por las esquinas, y en convencer a sus pupilos que «la Cultura, el mundo del arte, también ofrecen una salida».
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José Segura: «Quiero enseñar el oficio a estos chicos, porque hace falta trabajo»
A diferencia de la pintura o el teatro, el bordado de realce es un arte propio de esta tierra, del Sur, puramente artesanal y que orbita sobre la cofradías y hermandades de la Semana Santa. Todavía joven, José Segura se ha labrado un nombre en su tierra, donde acaba de montar un taller después de una vasta experiencia más allá del Barrio.
«Este es un círculo muy cerrado, pues la mayoría de la obra está relacionada con las cofradías, que además ya tienen un extenso patrimonio». Así que la vida le obligó a hacer las maletas para arribar a Palencia, donde en el contraste pudo observar y estudiar las semejanzas y diferencias entre culturas. «Estudié Ebanistería y con 14 años ya entré de aprendiz. Lo intenté en Jerez, vestidor de vírgenes, y me salió la oportunidad en Castilla porque aquí se invertía muy poco en el patrimonio».
Totalmente artesanal, esta destreza tan arraigada enriquece el patrimonio de un barrio y unos jóvenes que necesitan una salida laboral
Allí nació su pequeña, a la que ha regresado a su tierra con el fin de establecerse en el lugar de sus ancestros, en el templo de su Virgen del Desamparo. «Llevamos dos años funcionando con el taller ‘Costura sacra’. La principal diferencia reside en los materiales nobles con los que se trabaja. Es hilo de oro, mucho más caro, y requiere de la habilidad y experiencia del artesano. Esto no se puede industrializar», recalca Jose.
Partidario de trabajar con un diseñador, y a partir de ahí aportar su conocimiento y habilidad, desea transmitir esa pasión a sus seis alumnos, que empezaron esta misma semana. «Tenemos cita todos los jueves en la Hermandad de la Buena Muerte. Cuatro horas en esta iniciación al bordado».
Se alegra de contar con discípulos muy jóvenes a los que desea «enseñarles un oficio. Es lo que hace falta en el Barrio: trabajo, empleo. Si me los llevo al taller o acaban trabajando en otro lugar semejante, ya sería miel sobre hojuelas»
