MOTOGP JEREZ 2022

Las moteros provocan una revolución controlada en El Puerto

Aficionados a las dos ruedas, procedentes de todo el país, jaleaban a los moteros a su paso por la Ribera del Marisco

El ambiente motero de El Puerto se concentró, como es habitual, en la Ribera del Marisco VÍDEO: ANTONIO VÁZQUEZ

Manuel López Sampalo

Declarado el estado de agitación en El Puerto . Los motoristas tomaron el entorno de la Ribera del Marisco, al son de ese sonido tan característico que es el que produce el giro de muñeca al abrir gas a tope. Una anarquía controlada se hizo dueña de las calles, bares y clubes que abrazan la plaza de las Galeras .

Pasaban las motocicletas en procesión por la puerta de Romerijo y eran jaleadas tras las vayas por un buen número de aficionados que pedían que metiesen más ruido en todos los acentos peninsulares: murciano, valenciano, vasco, gallego...

Junto a la popular marisquería , el club Banana ponía la música –techno– que hacía bailar en la calle a más de medio centenar de visitantes. El vocalista, micro en mano, amenazaba con tirarse sobre la masa desde el primer piso del local.

El alcohol ya hacía estragos y aún no eran ni las ocho de la tarde. Más que a neumático quemado, olía a carnaval –o sea, a cerveza y orín– y no eran pocos los que veían pasar las motos con un copazo en la mano. Incluso un chico de apenas veinte años tuvo que ser atendido por la policía y los servicios sanitarios tras sufrir un desplome fruto de lo que parecía ser un coma etílico.

El ambiente iba ‘in crescendo’ conforme el sol bajaba hacia el Guadalete. Motos y más motos entraban por Pozos Dulces camino de la bulla del casco histórico portuense. Un clima más tranquilo y familiar se respiraba en el mercadillo con motivos moteros desplegado a lo largo del Parque Calderón: camisetas y gorras de Marc Márquez y del eterno ‘46’, Valentino Rossi, era lo que más se vendía.

Un nutrido grupo de portugueses daba cuenta de una buena parrillada en un asador de la calle Misericordia . El ambiente se desvanecía subiendo por calle Luna , hasta llegar a la plaza de la Iglesia Prioral , en cuyos bares, algunos portuenses se resguardan del bullicio y tomaban una cerveza y una tapa tranquilos, allí que apenas llegaba el constante rugido de los motores.

El jaleo, ya digo, estaba muy concentrado, pero amenazaba con tomar por asalto toda la ciudad. Ya se olía una noche larga e intensa en El Puerto, cuando esta ni si quiera había empezado...

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