Psicología

Libroterapia, de Jordi Nadal: «Leer es una gran fuente de respuestas, o al menos de buenas preguntas»

El autor nos acerca a los escritores, los contextos, los fragmentos y las reflexiones que sirven como bálsamo en los momentos difíciles

Jordi Nadal. Plataforma Editorial.
Raquel Alcolea

Raquel Alcolea

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Leer prolonga la vida y nos cambia de una forma esencial; la buena ficción expande horizontes, ayuda a entender mejor a los demás, nos vuelve empáticos. Pero además los estudios científicos han demostrado que los efectos de la lectura pueden equipararse a los de la meditación o a ciertos aspectos que la medicina ha demostrado. Así, los lectores duermen mejor, mantienen niveles más bajos de estrés y depresión y gozan de mayor autoestima que los «no lectores». Pero para aprovechar estos beneficios el autor, editor y fundador de Plataforma Editorial, Jordi Nadal , explica que, además de «leer más», es importante «leer bien», buscar buenas referencias y no perderse en el maremagnum de internet y las redes sociales.

Podría decirse de Jordi Nadal, tal como lo define el académico Luis Alberto de Cuenca en la introducción de «Libroterapia» , que es un bibliómano y bibliópata más allá de toda medida. A los 16 años comenzó a elaborar fichas de los libros que leía y hoy, con 58, está a punto de alcanzar las 2.000 reseñas . Sin duda rebosa pasión por la lectura , pero asegura que lo que más disfruta es compartir los descubrimientos. Tal vez por eso decidió dedicarse a la edición : «Editar es publicar cosas para amigos desconocidos, es encontrar algo valioso y compartirlo, es querer jugarse el dinero para intentar que otros se acerquen a un autor nuevo, es compartir contenidos filtrados en un mundo en el que todo el mundo se cree que es el mejor y se autoedita», afirma.

Cada capítulo de «Libroterapia» es una fórmula para acercarnos a los autores, los contextos, los fragmentos y las reflexiones que han servido a Jordi Nadal como bálsamo en los momentos difíciles y como guía para cada decisión importante.

Nos encontramos inmersos en una pandemia. Durante meses estuvimos confinados y algunos aprovecharon para cocinar más, para hacer ejercicio o incluso para meditar. Ahora que nuestra vida social es más reducida, ¿también se está leyendo más?

Parece ser que sí porque tenemos más tiempo y también tenemos más inquietud. Estamos más recogidos y tenemos más ganas de encontrar respuestas a una situación que nos plantea muchas preguntas. Buscamos respuestas en todos los lugares posibles y leer es una gran fuente de respuestas o al menos de buenas preguntas.

Dice que «leer buena literatura es como beber agua potable». Es interesante esa relación entre la salud y la promoción de la lectura...

Los que hemos visto la película «Lo imposible» nos acordamos de esa escena brutal en la que la ola del tsunami lo sepultaba todo bajo el agua. Los protagonistas que sobrevivían a esa tragedia estaban rodeados de agua, pero ese agua no era potable. Y esto es para mí una metáfora de internet, donde tenemos demasiada información, intoxicación y mucho odio que llega sobre todo a través de las redes sociales que, aunque aporten cosas extraordinarias, también puede ser una gran trampa.

El mayor interés que hay ahora por el «mindfulness» puede llevarnos a pensar que tal vez sea la crema balsámica para la «unidad de quemados en cuidados intensivos». Estamos «quemados» en este mundo de prisas, hiperventilado, digital y atolondrado porque la velocidad nos hace daño. Necesitamos detenernos y leer porque es tan importante como respirar bien, en el sentido físico y mental.

Leer es una conversación reposada entre dos universos y dos personas que se están confesando en la intimidad. Si tienes prisa, no leas. Leer deprisa es como estirar los pétalos de las rosas para que crezcan. Tenemos que bajar el pistón para disfrutar de las cosas.

¿Cómo puede la lectura enriquecer la sensibilidad de una persona?

A lo largo de la vida la familia y la escuela nos educan en algo esencial que es la «educación del gusto». Yo sostengo que las personas somos de una o de otra manera en función de la educación que hayamos recibido en nuestra familia y en un buen bachillerato. En la universidad ya es tarde. Uno es un tontaina o una persona prometedora y más o menos sólida a los 18 años porque la familia ya ha hecho lo que tenía que hacer y el bachillerato también.

Tenemos que encontrar los caminos para educar el gusto y salir del menú infantil que ofrecen a nuestros hijos cuando salimos a comer por ahí. Los niños no tienen que comer solo y siempre «menú infantil», los niños tienen que aprender a comer. Hay que educar el gusto, pero no me refiero solo al gastronómico. Hay que educar su gusto musical, cinematográfico, estético, museístico, conversacional... En definitiva, humano y ético. El desarrollo del gusto es intrínseco con la creación continua de la figura de un mismo (idea presente en Sampedro, Píndaro y Rilke). Hay que desarrollar el gusto para disfrutar de las cosas que tienen más nivel.

«Leer deprisa es como estirar los pétalos de las rosas para que crezcan»

Jordi Nadal

Cuando se mantienen conversaciones informales en torno a la lectura y se habla de cuándo, cuánto y qué leemos pueden surgir expresiones como: «Ahora no estoy para leer», «No me pide el cuerpo la lectura» o «no consigo que ningún libro me enganche»... ¿Por qué se abandona la lectura?

Por cansancio, por cobardía, por arrepentimiento, por dejadez, por debilidad, por apatía, por indiferencia, por comodidad... «Quien critica se confiesa» , que decía Baltasar Gracián. Damos excusas porque nos da vergüenza. Las personas somos nuestra agenda. Lo que no está en tu agenda es que no es importante para ti. Si no vas al gimnasio, no es importante para ti. Si no lees, tampoco. Las personas tomamos decisiones. Uno decide tener un perro y es una decisión importante, tener hijos es importante, ir al gimnasio es importante. Las decisiones tienen consecuencias. Nada es inocente.

El «peterpanismo» y la «tentación de la inocencia», que decía Pascal Bruckner, y eso de pensar que «no pasa nada» no es cierto. Y tampoco es cierto esa frase tan bonita de «creer es crear». Cuando escucho aquello de que si uno desea ardientemente algo, el universo se lo da, me sale como mínimo psoriasis en los codos. No es verdad que cuando deseas algo fervorosamente eso que deseas vaya a suceder . No es verdad. Es un insulto para quienes duermen en la calle, para los que se meten en un cayuco en busca de un futuro, o para los que se parten la espalda trabajando y les cuesta progresar. Yo tengo que decirle a mis hijos que si son buenas personas, si son honestos, si son trabajadores, si son estudiosos y si son disciplinados les irá bien en la vida. Pero no es cierto. Tal vez les irá bien o no, pero lo tienen que hacer porque está bien que lo hagan y porque tienen que querer el bien por sí mismo, no porque sea algo utilitario. Creo que hay que intentar hacer el bien, y educar el gusto y la responsabilidad en las personas.

Jordi Nadal.

Y eso de que a veces necesitemos «algo ligero para leer» o «que no nos haga pensar», ¿a qué responde?

Eso de necesitar «algo ligero»... En realidad puedes leer algo aparentemente ligero y profundísimo como «La sonrisa etrusca» de José Luis Sampedro que muestra que si eres un hombre mayor que te has creído el papel de macho alfa y cuando vas a ser abuelo te vas a perder lo bonito que es hacer arrumacos a un nieto o a una nieta en realidad eres una persona mal informada o un necio.

No hay libros mejores ni peores, hay libros buenos y malos en cada una de las categorías. Fui director editorial del Círculo de Lectores durante tres años y medio y vi que había gente que despreciaba la novela romántica, pero, ¿qué queremos? ¿Leer a Kant al salir de la escuela? A veces vivimos una especie de supremacismo cultural. Lo que tenemos que hacer es leer bien, es decir, no hay que leer «Mein Kampf» y convertirlo en tu libro de cabecera. Pero si lees una novela romántica porque tu vida es dura y te apetece un poco de azúcar me parece muy bien. A mi no me gusta el café con azúcar pero no me siento superior a los que echan azúcar en el café. Merece mi respeto aquella persona que lo toma con azúcar o con leche porque el café les parezca amargo como la vida. A mi el café me gusta sin azúcar y sin leche, amargo como la vida... Todo es una cuestión de gustos.

En el caso de los gustos tendría que haber como mínimo 1.114, que son los colores del Pantone. Diría que hay que leer a lo largo de la vida más de 1.114 libros para tener una cierta flexibilidad de opinión y de pensamiento.

En «Libroterapia» aporta ideas para descubrir y redescubrir, ¿existen los complejos a la hora de hablar de literatura?

Hay que ir sin complejos por la vida , siempre que no sean una ignorancia atrevida, es decir, siempre y cuando respetemos a los demás. Si nuestra hija o nuestro hijo va a una escuela en la que tiene que ocultar que es buen lector.. ¡vaya mala suerte! Hay que exhibir con orgullo lo que uno es. Me viene a la mente el monólogo de La Agrado (Antonia San Juan) en «Todo sobre mi madre» en el que explicaba todo lo que había invertido en operaciones estéticas ser auténtica, que es, según afirmaba, «lo que hace la gente para cumplir sus sueños». En definitiva, creo que hay que ser auténtico para parecernos a nuestros sueños.

Durante la carrera de Periodismo recuerdo que uno de los profesores, Pedro Sorela (ya fallecido), descubrió espantado que una gran mayoría de sus alumnos de tercero no habían leído algunos de los grandes clásicos de la literatura universal. Y ese «leer a los clásicos» fue nuestro trabajo durante el curso...

Si no se lee, no podemos interpretar el mundo. Gregorio Luri , que es un sabio, decía que hasta los 9 años los niños y las niñas aprenden a leer y que a partir de los 9 años aprenden leyendo. Si no hay un vocabulario forjado antes, no hay capacidad de aprendizaje después porque leer es aprender a meter palabras en un texto y en un contexto. Creo que tenemos que aspirar más alto y no quedarnos con la mediocridad de hacer lo justo. Si no queremos hacer el esfuerzo de formarnos en serio y descubrir leyendo las grandes obras del pensamiento de ciencia, de literatura, del arte... nos estamos limitando una parte del mundo y no podremos interpretarlo.

De sus conversaciones sobre literatura con lectores y escritores, ¿qué expresiones le vienen a la mente en torno a los beneficios de la lectura?

Me viene a la mente cuando hablé con José Luis Sampedro y me dijo que había que ser «minero de uno mismo». Pero también lo que hablé sobre la vida y la literatura con Ryszard Kapuscinski en Varsovia o en la entrevista al Premio Nobel Elie Wiesel , o cuando hablé con Günter Grass tras la caída del Muro de Berlín. La gente que te reconcilia con la lectura forma parte del mundo de la escritura (Natalia Ginzburg, Elías Canetti, Albert Camus...) pero también del mundo de aquellos que reflexionan sobre el «acto de leer». Con Irene Vallejo , Antonio Basanta , Nuccio Ordine y Gregorio Luri ya se tienen los cuatro puntos cardinales para aprender a amar la lectura.

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